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TVN en la peor sintonía de su historia: ¿Quién es el responsable de la crisis? Columna de Televisión

TVN en la peor sintonía de su historia: ¿Quién es el responsable de la crisis?

Laura Landaeta
Por : Laura Landaeta Periodista, autora del libro "Don Francisco: Biografía no autorizada de un Gigante" y de "Reina de Corazones"
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Hoy TVN promedia 3.8 puntos diarios (ayer lunes marcó un punto de sintonía al mediodía) y no se autosustenta. Se está comiendo sus excedentes y ¿para qué? Para brindarnos una televisión de mala calidad, sin contenido propio, con un sinnúmero de envasados extranjeros, sin riesgo, sin claridad. Y que más encima desde ayer dura 24 horas de transmisión diaria. Para hacer televisión no se necesitan políticos ni ingenieros… se necesitan líderes, erráticos y apasionados, que sepan armar equipos, que basen sus confianzas en ello.


Parece majadero, lo sé. He escrito tanto y por tanto tiempo sobre la importancia que tiene el hecho de que la televisión la haga gente de televisión y no ingenieros, ni políticos, ni lobbistas, ni montañistas, ni actores de teleseries, ni directores de cine, ni nadie diferente a un animal de televisión; que puede sonar a chiste repetido.

Pero, cuando vemos que ayer lunes el mediodía de TVN no se despega de un 1 punto de sintonía y vemos que un viernes en horario prime de las 22:00 horas el mismo canal marca 2,9 puntos promedio, o un lunes a las 19:00 horas vuelve a marcar solo 1, hablamos de una crisis, una crisis del modelo público más independiente y pluralista de la región, una crisis que afecta indirectamente a todos los chilenos. Y ya les contaré por qué.

En la década de los 90 TVN experimentó, probablemente, el cambio más radical entre los modelos de televisión pública de toda Latinoamérica. Con la llegada del Gobierno de Patricio Aylwin, TVN recibe una inyección de dinero de parte del Congreso y se aleja del oficialismo en forma definitiva, o al menos, eso nos hizo creer.

La Ley 19.132 transforma al canal estatal en una empresa, independiente y pluralista. Dirigida por un directorio que debe incluir a la minoría política y que se renueva por mitades en consenso entre el Ejecutivo y el Senado.

A través de esta reforma, TVN deja de ser un canal gubernamental para convertirse en un modelo estatal que debe consensuar el interés y las necesidades de todos los chilenos y no estar más al servicio de los intereses políticos del gobierno de turno.

Se trataba de volverlo independiente. Pero en un país donde el lobby es ley y los partidos acuerdan la paz en temas peliagudos que les competen a una u otra vereda política, para así no quedar todos dañados en su imagen (basta ver caso Penta y caso Arcis entre el PC y la UDI para hacerse una idea), estaba claro que era cosa de tiempo para que el modelo público dejara de ser exitoso.

Hace años que TVN peca de ser más papista que el Papa. Un canal limitado editorialmente por el cuoteo político que mal entendió la independencia editorial transformándola en un muro de los lamentos de uno y otro sector, incapaz de golpear a los poderosos cuando se lo merecen y eligiendo el camino fácil, los minutos repartidos con equidad en las noticias, la cobertura de noticias de prensa de todos los sectores por igual sin importar la relevancia o trascendencia de esos minutos y la inmediatez del éxito para demostrar administraciones ejecutivas y exitosas.

Y eso sucede, salvo honrosas excepciones, porque teniendo todo para triunfar, se le entrega el canal a personajes que distan de hacer televisión desde las vísceras y que sólo ven en ella una plataforma más en sus carreras, una línea más en su currículo, unos ceros más en su cuenta.

¿De qué sirve entonces tener a un Juan Manuel Astorga o a un Mauricio Bustamante? ¿de qué sirve tener a una Mónica Pérez o a un Gonzalo Ramírez si no está la capacidad de mantener un perfil investigativo y punzante?

La competitividad y el autofinanciamiento constituyen un pilar fundamental en la política de existencia del canal estatal, la cual se lleva a cabo exitosamente en sus primeros 15 años de autonomía pero que desde el 2008 viene en franco descenso, presentando en los últimos seis meses la baja más aterradora de su historia.

Una carencia que no solo se ve reflejada en el caprichoso people meter, sino también en el contenido programático. Falta de apuesta, falta de novedad, falta de contenidos de peso, culturales, sociales… Falta de identidad. Si hasta Informe Especial se volvió fome y antiguo, con denuncias intrascendentes, con comentarios editoriales premaqueteados, que nada tienen que ver con el día a día de los chilenos.

Eso sin contar el exceso de toquis y la falta de indios. Una estación llena de jefes que cae en picada producto de la mala administración de parte, primero, del Estado y el Senado y luego de parte también de los que fueron puestos ahí.

Y me hago cargo de haber escrito más de una vez sobre los errores o las malas decisiones de gente como Javier Urrutia, Patricio Hernández o Pablo Morales. De haber ironizado con las caídas de Nicolás Quesille o Daniel Saguéz en alguna que otra columna, pero cuando vemos un modelo de televisión pública decayendo de la forma en que lo ha hecho TVN en los últimos meses por falta de experiencia, por tozudez o por seguir poniendo al amigo de no sé quién, me doy cuenta que la limitada perspectiva de los gobiernos de turno no ha hecho más que destruir al único modelo televisivo del continente capaz de revertir el negativo balance regional de una bajísima contribución a la gobernabilidad democrática y a la equidad social de parte de sus televisoras estatales.

Porque si los Morales, los Quesille, los Hernández o los Urrutia se equivocan, los hacemos pedazos. Pero, ¿quién hace pedazos al ejecutivo que al equivocarse en un canal estatal le mete la mano al bolsillo a todos los chilenos?

¿Por qué si Fonasa juega con nuestros fondos o un hospital público no nos atiende bien, o incluso si una ministra habla de aborto en el barrio alto le cortamos la cabeza cual reina de corazones, mientras que si un ejecutivo lleva al canal público al cuarto lugar de audiencia con números rojos también en lo económico, no hacemos ni decimos nada?

Podríamos detenernos en este punto y hablar de pantalla por líneas y líneas, hablar de periodismo de denuncias, de entretención, de cultura. Pero mi abuela siempre ha dicho “no le pidas peras al olmo”. El problema de TVN  no pasa sólo por la falta de creatividad, sino también por la falta de perspectiva, por el cuoteo político y los favores concedidos.

Hoy TVN promedia 3.8 puntos diarios (viernes pasado, sin ir más lejos) y no se autosustenta. Se está comiendo el excedente que con tanto esfuerzo, aciertos y desaciertos enmendados se logró juntar desde hace dos décadas y, ¿para qué? Para brindarnos una televisión de mala calidad, sin contenido propio, con un sinnúmero de envasados extranjeros, sin riesgo, sin claridad. Y que más encima desde ayer dura 24 horas de transmisión diaria.

Y volvemos al punto inicial, para hacer televisión no se necesitan políticos ni ingenieros. No se necesitan personas con competencias limitadas que llegan a administrar un canal público porque son cercanos a tal o cual partido… Se necesita líderes, erráticos, apasionados pero que sepan armar equipos, que basen sus confianzas en ello.

Pero volvamos a la deblacle: En 4 meses TVN bajó del primer lugar al cuarto. Sí, en cuatro meses. El Señor Solari y la señora López recibieron un canal número 1 y lo dejan cuarto. Y si en diciembre de 2013 marcaron 6.8 promedio, en diciembre de 2014 la sintonía sólo promedió 4.6.

Pero eso no es fruto de ellos solamente, es más bien la debacle que provoca recibir un canal con una billetera corta y con un daño colateral realizado en la administración pasada. Porque si hay alguien que provocó un profundo agujero en la administración de TVN no es otro que Mauro Valdés y sus decisiones. Un ejecutivo distante del ambiente televisivo, que fue capaz no sólo de desarmar áreas importantes como la deportiva, dramática y de entretención. Sino que además dejó emigrar a los rostros más importantes del canal y no fue capaz de contener a un equipo tan dañado como el Buenos Días a Todos tras la pérdida de cinco de sus compañeros en el accidente de Juan Fernández.

¿Qué podemos pedirle hoy entonces a ejecutivos inexpertos en dibujar sin muchos medios una pantalla cercana y exitosa? Carmen Gloria López es encantadora y profesional pero eso no es garantía para el éxito en una Dirección Ejecutiva. Una mujer que en sus últimos cinco años de carrera estuvo sólo 6 meses en un cargo importante en Canal 13 y que, aunque ha realizado productos interesantes y admirables como 31 minutos, no conoce el día a día, ni el minuto a minuto, de una decisión programática pues hace años que no lidia con la cotidianidad de la pantalla chica.

Y claramente con esa parrilla y esa audiencia TVN hoy tiene cero sintonía con los espectadores. Y no es que los demás canales sean especialmente cercanos a la audiencia, pero TVN se ha permitido incluso sacar un espacio de Cristián Leighton del aire en horario prime por supuesta “baja audiencia”. ¿Y para qué? Para poner en su lugar otro sin un ápice de cultura y con igual baja audiencia. Una clara muestra de que no sólo hay cero sintonía sino también cero empatía con el modelo de televisión que alguna vez profesaron.

Nicolás Acuña es una máquina de hacer cine y un buen productor de series pero el vivo, el aire, el minuto a minuto no es, ni ha sido nunca su fuerte. Tal y como la televisión no lo ha sido jamás de Alberto Luengo, Director de Prensa, quien, con una impecable trayectoria en medios escritos, hoy se hace cargo de una de las dos áreas periodísticas más importantes del país y cuya decadencia informativa se manifiesta de hecho en sus sintonías… Y no me vengan con el temita de que el noticiero central depende de la teleserie anterior. Eso era antes. Hoy, Canal 13 y Chilevisión son el mejor ejemplo de que ya no es así.

No dudo de la capacidad individual de estos ejecutivos en otras áreas que no sean la programación. En absoluto. Pero, hablando en términos televisivos, la elección de los ejecutivos no dista de parecerse a un buen casting. El secreto no está en las individualidades sino en el complemento de ellas. Y de todos estos señores, ninguno sabe nada de televisión en vivo.

Y claro, si entendemos la selección de estos personajes como parte de un ya tradicional cuoteo político y no como una conjunción de capacidades, todo calza perfecto. Carmen Gloria López, quien está casada con Raúl Alcaíno y apoyó la candidatura de Andrés Velasco, es muy cercana a la DC y a la centro derecha. Nicolás Acuña es cercano al PPD, tanto que le hizo la campaña parlamentaria a ese partido. Y Alberto Luengo es cercano al PS.

Pero señores, estamos hablamos de televisión no del hemiciclo de Valparaíso, no de la repartija de edificios de calles Teatinos y Morandé. Y mientras los gobiernos, sean del color que sean, no entiendan eso cuando se sienten a definir quién será el próximo Director Ejecutivo del canal estatal, no tenemos nada qué hacer.

Y claro, algunos podrían tildarme de ilusa por pensar en un modelo de televisión pública autosustentable en el cual la cultura y la entretención, la publicidad y el contenido, la ganancia y el costo sean equilibrados.

Pero se puede hacer. El mejor ejemplo de ello es el modelo que precisamente inspiró a TVN por allá por los noventa. Hablo de TVNZ (Televisión Nacional de Nueva Zelanda), un canal estatal cuya principal financiación es mediante publicidad y actividad comercial y que también toma dinero a través de impuestos, pero no en forma significativa.

El modelo económico de TVNZ y la programación de la cadena han sido motivo de varios debates entre los partidos políticos neozelandeses sobre una posible privatización o el mantenimiento del grupo como servicio público. Es cierto, pero al final se optó por reestructurar TVNZ como «Entidad de la Corona» en el 2003 y desde entonces se aunaron la vocación comercial de la cadena con el servicio público que, como empresa pública, debe ofrecer.

Y claro, quizás con políticas de impuestos más duras pero con igual éxito, no quedan atrás la BBC de Londres o NHK de Japón.

¿Y saben por qué esto nos compete a todos? ¿Saben por qué si TVN se come el total de los 80 millones de dólares que logró sumar a sus arcas como excedente desde 1990 a causa de sus malas gestiones, eso nos afecta a todos los chilenos?

Porque si eso sucede, será el Congreso quien deba salir a solventar o a condonar a nuestra televisión pública. Inyectándole fondos para evitar la debacle y ocasionando con ello que exista menos libertad e independencia política o bien decidiendo de una vez privatizarla.

Y claro, para muchos mercantilistas la privatización es la solución a todo pero eso no es cierto. En lo absoluto. Y la mejor prueba de ello es Codelco.

La cuprífera estatal estuvo, hasta la actual administración de Nelson Pizarro, con una baja sostenida en el tiempo y un panorama incierto y complejo. Hoy, a seis meses de asumir como Presidente Ejecutivo, acaba de poner en marcha el proyecto más ambicioso en su historia, con una inversión de más de 3 mil millones de dólares y que asegura en el caso de Chuquicamata, una explotación hasta al menos el año 2059. Eso se llama sintonía.

Algo similar podría suceder en TVN si se elige un Director Ejecutivo que sepa de televisión, sin importar su adherencia política ni los errores del pasado.

Si pensamos en Pablo Morales como un ejecutivo capaz de levantar Chilevisión con pocos recursos, decisiones acertadas y otras erráticas pero con importante trascendencia en la industria o si pensamos quizás en un Pablo Ávila, alejado de la pantalla en este momento pero que sintoniza con esa mística del canal estatal perdida por la administración de Valdés. Incluso si pensamos en un Patricio Hernández que levantó Mega con una holgada billetera capaz de aportar a cualquier buena decisión incluso pese a que éstas no han sido en momentos de ajuste económico. Si pensamos en un Javier Urrutia que en Chile no ha sido cabecilla de canales grandes pero que ha hecho un buen trabajo en La Red, estaríamos hablando de gente que respira programación y no de figuras políticas o experimentales de resultados inciertos.

Hoy, más que nunca, se hace importante fijar la mirada en aquellos capaces de congeniar rating, cultura, rentabilidad, publicidad e independencia de manera equitativa, como uno espera sea y siga siendo el canal de todos los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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