Publicidad
Star Wars, Han Solo tenía razón Opinión

Star Wars, Han Solo tenía razón

Hace cuarenta años, fue un filme sabio con ideas sobre cómo el idealismo puede caer en el escepticismo. Hablaba, de cómo el mundo transita irremediablemente entre reforma y contra reforma, desde hippies hacia socialistas brokers. En ese sentido, el personaje central de la saga es Han Solo.


¿Saben por qué la nueva trilogía Star Wars apesta?, no es sólo por culpa de Disney o ser un refrito de la original, creo que es porque dejó pasar la gran oportunidad de hacerse cargo de este tiempo en que vivimos, de hacerlo como sí lo hizo la del año 1977.

Dejaron pasar la oportunidad artística de entregar un mensaje trascendente actual y desaprovecharon al personaje clave para conseguirlo, al Han Solo ya viejo.

Dirán los fundamentalistas disfrazados, que la misión de las nueve películas no es hablar de estos temas, pero se equivocan. En más de una entrevista Lucas, explicó cómo esperaba que con el tiempo su obra se reconociera también en cuanto a un legado sociológico y espiritual. Star Wars, la original, como toda obra de arte de excepción, habló también del mundo de fines de los setenta tras la caída de las utopías.

Hace cuarenta años, fue un filme sabio con ideas sobre cómo el idealismo puede caer en el escepticismo. Hablaba, de cómo el mundo transita irremediablemente entre reforma y contra reforma, desde hippies hacia socialistas brokers.

En ese sentido, el personaje central de la saga es Han Solo.

Él es ese pirata insociable, cambalachero y desencantado del género humano, no cree en utopías ni en el poder. No comulga con princesas, generales, caudillos, ni monjes, ni con el amor o con niños idealistas aventureros, desconfía de la tecnología, sabe que siempre hay un pez más grande y que las personas sólo son un embutido de ángel y bestia, como dice Nicanor Parra.

Está consciente de la completa inutilidad de la vida, por ello es sarcástico y sólo le importa acumular experiencias como contrabandista. A la vez, no es un pusilánime, pues si le dan uno, responde dos y subsiste, pues está vivo ante el absurdo de la existencia.

A regañadientes se embarca en el conflicto, necesita dinero, pero de a poco es testigo de la barbarie. Así, terminó abrazando una causa, perdiendo su negocio, enamorándose de una cuica del Red Set de Alderaan, salvando dos veces al jovencito, siendo traicionado por su amigo devenido en neoliberal de la minería, torturado y hasta tuvo que aceptar que unos ewoks “pilarsordianos” lo abrazaran en un bosque.

¿Pero qué pasó con Han Solo luego de la derrota del imperio?, ¿por qué desapareció y de nuevo estamos como al inicio en una séptima entrega? Y peor el hombre eh, con la próstata en desgracia y Chewbacca más lento que el whatssap del Shoa. El contrabandista devenido en revolucionario luchó, al parecer, por una causa que sería otra vez el mito de Sísifo.

Queda claro que lo malos no perdieron, pero la séptima entrega no se hace cargo de este forado y me niego a buscar explicaciones en los ñoños cuarentones disfrazados de Jedis o Vaders, que vi el otro día haciendo coreografías de sables en el GAM.

Tengo mi propia lectura, o lo que creo habría pasado y con ello podríamos construir a un personaje más interesante para esta nueva saga.

El Han Solo imaginado es más escéptico que el del 77, más oscuro y sabio. Lo vislumbro con un parche en el ojo, cojeando al ritmo de su pistola, viviendo como camionero, devorando a las que ni Bukowsky se habría zampado.

¿Por qué no? ¡Por Tutatis! ¡Hablamos de un Han Solo derrotado por la traición a una causa, ésa por la cual fue hasta congelado en carbonita!, ¡No es un ME-O winner pidiendo plata a SQM y viviendo en La Dehesa comiendo filete! Han en el 77 se reía de la amenaza nuclear (Estrella de la Muerte) hoy sabe cómo todo es peor, pues el cambio climático llegó para quedarse.

Mientras celebraban la supuesta muerte de Vader, como en el 88 chileno, Han Solo, fumador bajo del agua, no compra la pomada de estos revolucionarios futuros sociolistos, pues todo indica que el triunfo no fue auténtico, pues al poco andar aparecieron los nazis otra vez, llamados ahora la Primera Orden, ganando elecciones, comprando ex rebeldes y a las mentes de la gallada.

Y no es sólo un escenario local, en cuarenta años y a nivel mundial-galáctico, el dueño del Millennium Falcon vio cómo triunfaron Reagan y el Papa, pero no Lennon, Manolito y no Mafalda, cómo el bloque soviético era de cartón y vio a los nerds resentidos apropiándose de todo con colmillos tipo Bill Gates, mientras la Nueva Era sólo sirve para sacarle dinero a los ingenuos.

Con tanta farsa, el viejo Han se borra al pueblucho más último de la galaxia a ver fútbol amateur y ello lo convierte en un personaje interesante, más cercano al Dr. Rieux en La Peste de Camus, al Deckard de Blade Runner o a un Bogart arranado en Casablanca, lejos del amor y las personas, porque todo se pudrió hermano.

Ante el fracaso de esta república de Weimar galáctica liderada por Leia, Han se separó asqueado cuando vio cómo esa novela terminó igual que Rebelión en la Granja de Orwell. ¡Sí hasta su hijo se volvió fan de Darth Vader, como cuando Carlos Ominami le prestó ropa a Fernando Matthei en el 2012!… ¡Todo mal, flaco, todo mal!

En la nueva saga Disney, sólo se establece ese aburrido reencuentro con Leia, hasta lo inmolan católicamente ante su hijo UDI para ver si así lo salva. ¡No, no y no! Para mí Han Solo se fue por asuntos más graves y debería haber vuelto como un viejo cowboy negro estilo El Topo de Jodorowsky, para decirle un par de cosas a esta ex rebelde, hoy operadora del poder y especuladora inmobiliaria.

Esta saga Disney tipo McDonald desperdició a Han Solo, es de pecho frío, no le interesa profundizar el mundo de hoy, ni en el mensaje de este personaje del 77. Una séptima película de Star Wars así de oscura, intensa y entretenida es la que anhelaba, pero sólo la podría haber logrado hoy un cineasta rebelde, visionario y lúcido como ese George Lucas de treinta y tres años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias