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El preso que dibujó el campo de concentración de Chacabuco y sobrevivió para contarlo Este jueves la U. de Santiago inaugura una muestra de 60 imágenes

El preso que dibujó el campo de concentración de Chacabuco y sobrevivió para contarlo

Enrique Olivares estudió en la UTE y el golpe le impidió titularse como profesor. La obra hecha en prisión fue sacada clandestinamente por un familiar y estuvo guardada por décadas. Hoy siente la necesidad de dar a conocer a los jóvenes estudiantes la historia ocurrida, «que sigue latente porque existe en la sociedad una sensación de impunidad frente a tantos abusos».


Este hombre ha estado en un campo de concentración de Chile y ha sobrevivido. Al igual que hiciera el arquitecto Miguel Lawner en la isla de Dawson, Enrique Olivares dibujó la vida diaria que sufrieron los seguidores de la Unidad Popular recluidos y vejados por los militares tras el golpe de Estado. Hoy esos dibujos han visto la luz y podrán ser vistos por el público.

En 1973, este hombre, Enrique Olivares, estaba a punto de titularse como profesor. Cursaba el último semestre de la carrera de Pedagogía en Artes Plásticas y Dibujo Industrial en la Universidad Técnica del Estado (UTE). No llegaría a titularse: tras el derrocamiento del gobierno de la UP, fue detenido en la universidad junto a los alumnos, funcionarios y profesores que allí estaban, entre ellos el cantante Víctor Jara.

Lo llevaron al Estadio Chile, donde presenció el suicidio de un prisionero y el traslado del trovador previo a su ejecución. Luego fue trasladado al campo de concentración de Chacabuco, a unos 100 kilómetros de Antofagasta. Apenas tenía 23 años.

Unos 1.200 hombres de todo Chile pasaron por ese centro entre 1973 y 1975. Además de estudiantes, había profesionales y obreros. Por allí pasaron destacados personajes como el reportero Alberto «Gato» Gamboa, director del diario «Clarín» y flamante Premio Nacional de Periodismo; y el cantautor Ángel Parra, fallecido en marzo pasado.

En ese lugar, Olivares realizaría unos 60 dibujos para reflejar lo que allí vivía y que luego sacó clandestinamente del lugar a través de un familiar. Pueden verse a partir de este jueves en la Sala Isidora Aguirre (Edificio Vicerrectoría de Vinculación con el Medio) de la U. de Santiago (Las Sophoras 175, Estación Central), en un trabajo conjunto de la U. de Santiago y la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del CNCA.

La muestra “Gráfica del Horror y la Resiliencia: Dibujos de Enrique Olivares Aguirre” también contempla la realización del seminario “Creatividad en Prisión Política” y la edición de un catálogo con las imágenes.

«Esta valiosa colección de dibujos nos entrega una particular mirada de contexto de lo que fue la detención y prisión política que para el caso de nuestra universidad, tuvo su génesis con el asalto a la radio de la UTE el 11 de septiembre de 1973. Gracias a la generosa donación de parte del autor de los dibujos, estas imágenes testimoniales de Enrique Olivares pasan a formar parte hoy del patrimonio del país, y de la huella cultural de la Universidad de Santiago de Chile, constituyendo a través de su exposición y libro catálogo un importante aporte al fomento de la preservación de la memoria y los derechos humanos», comenta Pablo Gutiérrez, director ejecutivo de la Corporación Cultural Universidad de Santiago de Chile.

La muestra estará durante el mes de octubre por dos Sitios de Memoria de la Región de Antofagasta, uno de ellos Chacabuco, para luego itinerar por espacios de memoria y DD.HH. de la Región Metropolitana y otras regiones.

Los poemas de Montealegre

“Fue el año pasado cuando buscando otros documentos me encontré con estos dibujos que empecé a revisar», cuenta Olivares. «La gran mayoría los realicé en Chacabuco, con el deseo de plasmar detalles de la vida diaria, pero privilegié aquellos instantes en que muchos mostraban su grandeza; quienes nos entretenían con su música, humor, canto, poesía y el baile”.

Como junto a otros ex presos políticos es parte de la agrupación «Memoria de Chacabuco», Olivares decidió armar una exposición para un almuerzo anual del grupo, donde mostró los dibujos y xilografías por primera vez. Uno de los asistentes en esa ocasión fue Jorge Montealegre, poeta y jefe de Extensión de la U. de Santiago.

Montealegre encontró de buena factura la muestra y propuso realizar una exposición abierta a todo público, para que no quedara sólo dentro de la agrupación.

Además, entre los dibujos el vate se encontró con dos imágenes alusivas a dos poemas escritos por él, que Olivares había copiado del diario mural para ilustrarlos. Eso «le llamó muchísimo la atención, pues desconocía la existencia de éstas», dice Olivares, quien no había tenido mayor trato con Montealegre en Chacabuco.

«En esas piezas Enrique conecta la gráfica con la literatura, ejercicio interesante en esas condiciones donde las conexiones creativas fueron imprescindibles para sobrevivir dignamente», comenta Montealegre.

El campo de Chacabuco, a pesar del horror, tuvo una intensa vida cultural que recoge el documental «La resistencia de los metales».

Poema ilustrado de Montealegre.

Con la ayuda de mamá

Olivares realizó la mayoría de los dibujos mientras estuvo preso. Sacarlos fue difícil, ya que la correspondencia era revisada.

«Cuando se dio la posibilidad a nuestros familiares para visitarnos, mi madre viajó hasta Chacabuco y le hice entrega de un retablo de madera donde tallé el pabellón en que vivía, con materiales reunidos en los trabajos voluntarios que ahí realicé. El marco de dicho retablo era de pino oregón y tenía un espesor de una pulgada aproximadamente. Fue ahí donde oculté gran parte de los dibujos hechos. Tenía una tapa de madera terciada que unía al marco», cuenta.

«Los dibujos más pequeños los adherí a las cartas que había recibido. Éstas eran revisadas por nuestros celadores al ingresar al campo de detención, razón por la cual ya no corrían el riesgo de volver a ser requisadas. Iban dentro de una bolsa plástica transparente».

Tras ser liberado, Olivares guardó los dibujos en su casa paterna, que compartía junto a su madre viuda y sus hermanos.

«Decidí conservarlos, porque eran el registro gráfico de mi experiencia en el campo de concentración Chacabuco, eran parte de mi historia y sin ninguna pretensión testimonial», expresa.

Tampoco se los mostró a nadie más.

«Sentía que existía poco interés por parte de la gente de conocer la historia de aquellos que habíamos vivido la prisión política, experiencia que vivimos miles de chilenos a lo largo y ancho del país».

Temas latentes

Tras regresar a Santiago, Olivares quiso reintegrarse a la universidad. Elevó una solicitud, pero fue rechazada. Sobrevivió como dibujante técnico durante casi dos décadas, «con altos y bajos, producto de las crisis económicas que se produjeron en el pasado».

Finalmente, en el año 2001 fue reincorporado a la carrera. Completó con algunos cursos especiales y finalmente logró egresar. Ha sido profesor por más de dos décadas.

Hoy, cuarenta años después, a través de los dibujos, Olivares siente la necesidad de dar a conocer a los jóvenes estudiantes la historia ocurrida en nuestro país desde el golpe militar hacia adelante «y que ellos ignoran».

«Cada dibujo realizado en la prisión política es un lugar de memoria en sí mismo: un testimonio, un hecho, una obra que testifica y sobrevive», reflexiona Montealegre. «Cada dibujo da cuenta de la realización de una acción: de que se dibujó y de que esa materialidad y esa imagen contiene un relato. También, es un vestigio de que hubo una persona que tuvo la templanza para realizar ese artefacto cultural».

Para Olivares, estos temas siguen latentes porque existe en la sociedad una sensación de impunidad frente a tantos abusos de civiles y militares que se vieron involucrados en las violaciones a los derechos humanos y que aún siguen vigentes.

«Por eso el tema resulta recurrente. Y todavía falta mucho por investigar», concluye.

 

Olivares con Ximena Medina, encargada del Área de Conservación del Archivo Patrimonial de la U. de Santiago.

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