Jesús Olivares, investigador del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV) de la Universidad de Valparaíso y Cristian Bonacic, académico del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica, son los dos científicos chilenos que forman parte de los investigadores de una de las series más populares de vida salvaje en Netflix, la serie «Los 72 animales más peligrosos de América Latina», producida por NatGeo. El primero es experto en arañas de rincón, el arácnido más peligroso del mundo, y el segundo, en las jaurías de perros asilvestrados, canes vagabundos que en grupo se comportan como lobos salvajes pero urbanos.
Dos científicos chilenos participan en la serie «72 animales peligrosos», que actualmente emite la plataforma Netflix.
Se trata de Jesús Olivares, investigador del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV) de la Universidad de Valparaíso, experto en arácnidos, quien habla en la serie sobre una de sus especialidades, la «araña de rincón», y Cristian Bonacic, académico del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica, que comenta el modo de vida de los perros callejeros y salvajes.
Felinos impactantes, arácnidos indestructibles y serpientes venenosas son solo el comienzo de esta serie sobre las criaturas más letales de Latinoamérica. La serie es producida por NatGeo y fue estrenada a fines de diciembre.
Cuando los realizadores del programa se informaron sobre animales que son peligrosos, pronto se toparon con el tema de los perros asilvestrados y de su impacto no solamente en Chile, sino también a nivel mundial.
En el capítulo que protagoniza, «Cazadores en grupo», Bonacic viaja al Cajón del Maipo para observar a una jauría de perros que, lentamente, han abandonado sus hábitos domésticos para recuperar sus instintos salvajes, que incluso los llevan a alimentarse de sus semejantes. Por eso mismo se han reportado ataques de perros salvajes a personas que están paseando con sus mascotas.
«Este es un problema mediambiental y de salud pública, ya que no solo pueden contagiar enfermedades a otros animales, sino que ya se están registrando enfermedades zoonóticas», advierte el investigador, en referencia a aquellas que se transmiten entre animales y seres humanos.
Se ha definido al perro como el animal terrestre exótico que impacta más fuertemente el medio ambiente. En el planeta se estima que existen 120 millones de perros.
«La mayoría son mascotas, pero muchos son abandonados, lo que está generando una preocupación porque se están volviendo asilvestrados y esto está generando grandes problemas», explica Bonacic. «Lo más complejo es que esto ocurre principalmente en los países pobres, donde la gente tiene animales que no puede alimentar correctamente y esto provoca ataques a animales silvestres y personas».
En cuanto a Chile, se calcula que hay tres millones de perros. El problema, según el especialista, es que nuestro país es uno de los más subdesarrollados en cuanto a legislación que proteja a los propios perros y a sus posibles presas. Y advierte que cada vez se reportan ataques de perros asilvestrados en sectores más remotos, como Parque Lauca o Pan de Ázucar, en donde, además, están contagiando a zorros con enfermedades como la tiña. Sus ataques están afectando asimismo a animales como el huemul y el guanaco.
«Se necesita que se creen caniles municipales en todo Chile, en donde la gente pueda dejar a los perros que se encuentran abandonados», expresa Bonacic. «Cuando se puso en practica la legislación, se creó una figura compleja, que es la del perro comunitario, que circula libre sin dueño, y que una comunidad alimenta y le da cuidados básicos. Pero en definitiva nadie es totalmente responsable de ese animal, y los perros se pueden perder», explica.
Si bien todo lo que está ocurriendo es responsabilidad del ser humano, la comunidad científica alega que no ha sido escuchada ni tomada en cuenta en la toma de decisiones. «No nos quejemos cuando no tengamos más huemules», advierte Bonacic.
«Se han realizado siete u ocho proyectos Fondecyt que alertan cómo esto se ha transformado en una bomba de tiempo, y toda la información se ha ignorado al momento de legislar. El tema se ha discutido de forma muy superficial», lamenta.
¿Son los perros más peligrosos para la fauna silvestre porque no tienen depredadores?
«No exactamente», responde Bonacic. «La fauna chilena, como el huemul y el guanaco, han tenido como único depredador al puma, que es un animal solitario, que caza una presa. Genéticamente, estos animales están estructurados para protegerse de ese tipo de depredador. Pero los perros asilvestrados se organizan en manadas, retoman características de su antepasado que es el lobo, se transforman en una jauría que caza de manera coordinada, y para este tipo de ataque las presas de la fauna chilena no están adaptadas. Sus ataques son más efectivos, capturan más animales y las tasas de reproducción no son capaces de sustentar la población», detalla.
Si los perros son peligrosos, la araña de rincón no se queda atrás. Lo sabe bien el biólogo Jesús Olivares, que manipula insectos desde que tenía cuatro años. Incluso tuvo una mascota: una araña pollito que vivió 19 años junto a él.
Olivares es biólogo y estudiante de doctorado de la UV, y participó en el capítulo de la serie «Detente, hay peligro». Allí explicó a fondo sus conocimientos sobre la araña de rincón y el arácnido brasilero Phoneutria nigriventer.
La araña de rincón, también conocida como «la reclusa chilena», es la especie más venenosa de Chile y está presente además en otras naciones de América y el mundo. «Está ligada a muchos casos de envenenamiento y es tan relevante su rol como araña tóxica, que fue considerada en este grupo de animales peligrosos», dice.
El cuerpo de este artrópodo mide cerca de un centímetro de largo y sus patas 1,5 cm. Tiene tres pares de ojos y un dibujo con forma de violín en la porción anterior de su cuerpo (cefalotórax). De gran rapidez al caminar, posee hábitos nocturnos y suele habitar en lugares oscuros, como detrás de los muebles, cuadros, entretechos, esquinas de clósets, entre otros sitios. “También puede encontrarse en la cocina, en los baños y estanques de agua”, puntualiza el científico.
Olivares advierte que la especie es más bien tímida y que su dieta se basa fundamentalmente en algunos insectos, como cucarachas o, bien, otras arañas.
“Sin embargo, al sorprenderse con la luz de día o si se encuentra oculta dentro de la ropa, por ejemplo, puede morder accidentalmente al ser humano, generando daños importantes en su organismo, especialmente si se trata de niños o ancianos”, explica. Esto, debido a la alta toxicidad de su veneno, que produce necrosis o muerte de tejidos, y la liberación de una enzima que degrada las membranas de las células.
El fuerte dolor que genera su mordida y el enrojecimiento e inflamación de la zona afectada, que también incluye necrosis, son otras alertas importantes.
“La araña de rincón tampoco distingue clases sociales y se puede encontrar en cualquier casa, incluida una mansión. Por otro lado, se sabe que el veneno de la hembra es más fuerte que el del macho, y que el daño en el ser humano también depende de la zona en que este haya sido mordido, siendo mayor cuando es un área más vascularizada”, relata el biólogo.
Olivares señala que, como muestra estadística, de 2.000 llamadas que recibió el Centro de Información Toxicológica de la UC (CITUC) en 2003, unas 300 correspondieron a mordeduras de araña de rincón. Asimismo, la cifra de mortalidad y daños graves corresponde al 1%, y las secuelas se pueden arrastrar por años. Por vivir asociadas a asentamientos humanos, su población además se ha multiplicado. Su número, sumado a su toxicidad, ha determinado que este animal esté entre los más peligrosos del ranking.
De hecho, el biólogo precisa que su mordedura deja cicatrices y lesiones importantes, a pesar de que solo contempla la inyección de dos mililitros de veneno. Las hembras son más tóxicas que los machos, al igual que aquellas de más edad y que han pasado más tiempo sin comer (pueden estar hasta un año sin ingerir alimento), porque el veneno se va acumulando y es más concentrado. Su efecto también depende de la persona, como su edad –niños y ancianos son más vulnerables–, así como su condición inmunológica. Cuando sube la temperatura, además suelen salir en busca de alimento, por lo cual las época de primavera y verano son las más peligrosas.
La serie de Netflix contempla el testimonio de una chilena que sufrió la mordedura de una «reclusa». Según relata, un día por la mañana despertó con su rostro totalmente hinchado a partir de lo cual su salud comenzó a deteriorarse. La mujer tuvo problemas renales y diversas secuelas físicas y emocionales, y debió recurrir a cirugías.
A pesar de este escenario, Olivares señala que es importante no paralizarse frente a la presencia de una araña de rincón, ya que esta es solo potencialmente peligrosa. “Aspirar una vez a la semana e incluso sacar a este artrópodo fuera de casa es suficiente. No es necesario matarlas. Sin embargo, para manipular a un ejemplar jamás se le debe tomar con la mano, sino buscar otro método, como un papel”, sugiere el investigador de CINV.
La araña del rincón habita principalmente desde el Norte Chico hasta Puerto Montt. Más del 40% lo hace en zonas urbanas, mientras que un 25% se encuentra en viviendas rurales. Se ha demostrado la presencia de seis especies del género en Chile: Loxosceles surca, Loxosceles coquimbo, Loxosceles laeta y recientemente Loxosceles vallenar, Loxosceles diaguita y Loxosceles pallalla, siendo Loxosceles laeta la que posee el veneno más peligroso para el ser humano.
Otra especie protagonista de la serie de Netflix es la araña brasilera Phoneutria nigriventer, responsable del 60% de las mordeduras en Brasil y “probablemente la más peligrosa del mundo”, según estima el estudiante de doctorado. En el tercer capítulo, “Los fenómenos”, Olivares también se refiere a esta especie que ha dejado a más de 7 mil personas heridas en dicha nación, y de la que el científico se ha vuelto un experto a través de múltiple documentación.
Conocida también como la “araña bananera”, se sabe que, al momento de atacar, esta paraliza a sus presas mientras actúa y luego desecha lo que no puede digerir, siguiendo su camino. Su mordedura puede ser letal y algunos de los síntomas tras su mordedura son vómitos, mareos, debilidad muscular y temblores.
El profesor de biología siempre tuvo gran atracción por las arañas, animales que han habitado el planeta por alrededor de 400 millones de años.
“Desde que tengo uso de razón estoy mirando animales, especialmente artrópodos. Y dentro de este grupo, las arañas me resultan fascinantes, magnéticas, incluso cuando las veo de lejos, y luego analizando cómo se mueven, qué están haciendo en ese momento, lo que ha dado pie a tantas preguntas que me hago desde niño y que aún quiero responder. Junto al contacto directo, siempre he estado leyendo muchísimo sobre ellas”, comenta el investigador del Instituto Milenio CINV.
Olivares recuerda que, debido a su situación económica, las probabilidades de entrar a la universidad no eran altas para él. Sin embargo, con tenacidad logró embarcarse en su camino profesional, estudiar Pedagogía en Biología y luego un magíster en Neurociencias.
Actualmente, el experto está desarrollando su doctorado en Neurociencias, en el Laboratorio de Fisiología Sensorial que lidera el investigador Oliver Schmachtenberg, y aborda en este una de sus mayores pasiones: el mundo de las arañas.
En ese contexto, los científicos de CINV están desarrollando diversas líneas de investigación con arañas, y una de ellas se ha enfocado en explorar su sistema olfatorio. Los investigadores diseñaron un sistema para analizar la conducta de las arañas de rincón frente a olores naturales y sintéticos, a través del cual esperan desarrollar un repelente eficaz contra la especie e inocuo para el ser humano.
Olivares cuenta que se sabe muy poco de este sentido en dichos artrópodos, pero que ya han definido comportamientos que pueden definirse como capacidad olfatoria, y que les permiten detectar olores relacionados, en este caso particular, con el reconocimiento entre machos y hembras de la especie.
“También nos interesa estudiar si acaso podemos encontrar repelentes o atrayentes que puedan ser comercializables, lo que podría ser un aporte al control de las especies. Por otro lado, tenemos resultados sobre investigaciones vinculadas a la visión de las arañas y que pronto serán publicados y presentados ante la comunidad”, finaliza el científico.