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Premiado documental retrata la vida de una la matrona mapuche, evangélica y transexual

“Claudia tocada por la luna”, de Francisco Aguilar, sigue el día a día, una mujer que es discriminada para ejercer su profesión en el sistema de salud. La pieza ganó recientemente un premio en el festival LGTB Amor.


Un largometraje que indaga en la biografía de una matrona transexual chilena, que ha debido superar la adversidad con espíritu perseverante a un gran costo para poder vivir su identidad íntegramente, ha estrenado recientemente el director Francisco Aguilar.

Su protagonista es Claudia Ancapán, de la ciudad de Valdivia, quien se crió en una familia mapuche evangélica y se licenció como obstetra en la Universidad Austral. Sin embargo, por su condición fue discriminada, tanto como estudiante como profesional.

«Claudia tocada por la luna» fue estrenado recientemente como parte de la competencia cinematográfica de autor en el festival Amor, un certamen con obras temáticas LGTB+, donde además ganó el premio Premio DIRAC, Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores – ASTERISCO, junto a “Snap”, de Ananké Pereira y Felipe Elgueta.

El galardón permite a un cortometraje y largometraje chilenos asistir a la próxima edición del Festival Asterisco en Buenos Aires, Argentina, en noviembre.

Golpiza de neonazis

En el largometraje, la protagonista recuerda los momentos más duros y difíciles que debió afrontar a nivel familiar, laboral y político como activista de las minorías con tal de desarrollar su identidad en medio de una sociedad que aun excluye a los que considera distintos.

«Ya en la escuela expresaba mi identidad de género. Jugaba con muñecas, escondida, pero al colegio tenía que ir vestida de niño», cuenta Ancapán.

En la universidad, sin saberlo, comenzó su «liberación», al descubrir que existía una condición llamada «transexualidad» y que había tratamientos hormonales.

«La carrera que elegí tiene como ramos la endocrinología, ginecología, anatomía, hormonas, y para una persona como yo, en búsqueda de su identidad, calzó perfecto», recuerda.

Sin embargo, su periodo universitario también coincidió con un momento de persecución, tanto de las autoridades como de otros estudiantes. Incluso fue atacada por un grupo de tres neonazis que la llevaron hasta un sitio eriazo y la golpearon hasta casi matarla, y estuvo un mes alejada de las aulas. Tampoco asistió a su titulación, porque allí no se reconocía su género femenino.

 Ciudadano de segunda clase

“Para mi Chile es un país tremendamente solidario y rico en muchos aspectos, pero pareciera que cuando no cumples con los cánones morales, inmediatamente te transformas en un ciudadano de segunda categoría”, ha dicho Aguilar sobre el diario vivir de esta activista por los derechos de la comunidad trans.

El cineasta describe a su protagonista desde una perspectiva optimista y valiente.

“Cuando naces en un país donde eres multi discriminada no te queda otra que reírte de tu desgracia, dice ella. Desde muy niña sufrió bullying por ser un niño muy femenino, por ser mapuche y de familia de bajos recursos. Ella se refugió en el canto donde desarrolló su faceta más histriónica con la cual enfrenta su realidad”, señala el cineasta.

Un país en tránsito

Aguilar cosecha un favorable feedback tanto de parte de la comunidad trans que ha visto el documental como de otras personas ajenas a esta realidad.

“La audiencia en general ha logrado conectarse con esta realidad y sobre todo comprender las desigualdades que existen en nuestro país donde pareciera que las vidas trans importan menos según algunos. Creo que el mensaje que entrega el documental fue bien recibido porque tiene que ver directamente con el no escondernos, vivir nuestra identidad y orientación sexual sin temor, ni vergüenza”, agrega el documentalista formado en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

“Recuerdo que cuando la mostramos en Quilpué, una espectadora emocionada nos contó que tenía una hermana trans que dejó Chile al momento de comenzar su transición. Ella no comprendía su situación pero al ver el documental pudo entender como la violencia y transfobia es algo que no está presente en el día a día y del porqué su hermana finalmente decidió irse a vivir a Argentina”, cuenta Aguilar.

Desde lo cotidiano

Asimismo, sostiene que la premisa de “Claudia tocada por la luna” siempre fue la de mostrar la realidad trans desde lo cotidiano para potenciar una identificación por sobre la denuncia.

“Creo que el tema más complejo que queda por abordar en términos de políticas públicas respecta a los niños trans, porque muchas veces los padres y madres se niegan a afrontar esta situación hasta que en muchos casos los niños trans intentan o cometen suicidio, algo lamentable ya que uno de los puntos que busca la ley de identidad de género es el incluir a los niños trans dentro de su derecho a vivir su identidad respaldados por un documento legal, algo que se les ha negado y solo ha sido otorgado a mayores de 18 años”, señala Aguilar.

“Siento que sin duda el temas de la integración para la personas de la comunidad LGBTI+ ha avanzado, pero no porque la agenda política esté directamente interesada en que así sea, si se han logrado avances es porque nosotros mismos decidimos salir de nuestros lugares de confort para enfrentar la desigualdad en la vivimos, en lo personal me parece insólito en nuestro país tenga que morir un joven gay para que surja una ley antidiscriminación o que una película tenga que ganar el galardón máximo del cine para que desde el senado se active el interés por la comunidad”, concluye.

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