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Hipoxia presupuestaria en Ciencias también ahoga el desarrollo científico en regiones CULTURA

Hipoxia presupuestaria en Ciencias también ahoga el desarrollo científico en regiones

«La creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, aprobado en forma unánime, requiere de un impulso efectivo, resulta inconsistente su creación sin el financiamiento adecuado», afirma el físico Carlos Saavedra, actual rector de la Universidad de Concepción. La reducción es de 4,6%, para una cifra que es inferior a los gastos de la Universidad de Chile.


A pesar del consenso en la opinión pública, las movilizaciones de los científicos, las presiones de las universidades y las declaraciones de todos los sectores políticos, a la hora de la verdad la ciencia sigue sin ser una prioridad para el Gobierno, en este caso, de Sebastián Piñera.

Un análisis del Senado revela que el presupuesto para el año 2019 en este rubro no solo no aumentó, sino que se redujo, justo el año en que se implementará el Ministerio de Ciencia, un anhelo de larga data del sector.

Uno de sus principales impulsores, Mario Hamuy, presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), renunció este viernes con el pedido de que la entidad no sea capturada por «grupos de interés».

«Hay mucho más por avanzar en políticas de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación con un sentido de Estado y un ordenamiento en la gestión de los instrumentos, y allí es donde la nueva institucionalidad cobra enorme relevancia», expresó en la ocasión.

[cita tipo=»destaque»]»Un ejemplo es la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que invierte anualmente un monto equivalente a la mitad de lo que invierte nuestro país. Por otro lado, el MIT invertirá mil millones de dólares en la creación de una facultad especializada en inteligencia artificial. De esta manera, el presupuesto propuesto en ciencia y tecnología no ayuda a fortalecer el desarrollo en las regiones, basado en una descentralización efectiva a partir de creación de valor desde el conocimiento», sostiene Carlos Saavedra, rector de la Universidad de Concepción.[/cita]

Disminución general

El presupuesto de ciencia de 2019 fue objeto de un extensivo análisis del Senado.

Un documento de principios de octubre de la Unidad de Asesoría Presupuestaria reveló que, para el año 2018, los recursos identificados en ciencia, tecnología e innovación (CTI) ascendieron a $701.203 millones.

En cambio, para el año 2019, los recursos propuestos en el proyecto de presupuestos totalizan $668.863 millones. Es decir, el proyecto 2019 del Ejecutivo propone una disminución de $32.340 millones en relación con la ley aprobada para el año 2018.

Para hacerse una idea, este presupuesto es inferior al de la Universidad de Chile, que para el año 2018 aprobó uno de 733.638 millones de pesos.

«Cuando hemos estado muy bien, y cuando hemos estado muy mal, en época de vacas flacas y vacas gordas, el presupuesto que hemos tenido no ha cambiado. Entonces quiere decir que no quieren subirlo, es claro para mí», lamenta Jorge Babul, presidente del Consejo de Sociedades Científicas de Chile.

La repartición de gastos

La inversión en ciencia se reparte en distintas carteras. La Conicyt, por ejemplo, está alojada en el Ministerio de Educación, pero mucha innovación se realiza a través de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), que está en el de Economía.

Las carteras de Estado que mayor participación presentan para CTI son Educación, con un 51% del total, seguido por Economía con un 26%, Telecomunicaciones con un 6%, Agricultura con un 5,3% e Interior a través de los Gobiernos Regionales con un 4,9%.

La Unidad concluye que «esta disminución propuesta para el año 2019, equivale a una rebaja de 4,6% real en relación con la ley aprobada de presupuestos del presente año».

«Es absolutamente inconcebible, inaceptable, es una falta de visión y ambición, una condena a Chile, mantener no solo que el presupuesto no crezca, sino que un presupuesto que ya es bajo, tenga un retroceso», señaló al respecto el senador Guido Girardi, miembro de la Comisión del Futuro.

Los sectores beneficiados y afectados

Un examen más detallado revela, asimismo, cuáles son los sectores favorecidos y cuáles los afectados con el Presupuesto 2019.

Entre los que salen bien parados, con un aumento respecto de 2018, están Relaciones Exteriores (15,3%), Educación (0,7%), Transportes y Telecomunicaciones (400,7%), la Secretaría General de la Presidencia (35,2%) y Deporte (95,2%).

En cambio, bajan Interior (-29,2%), Economía (-19,7%), Defensa (-2,1%), Obras Públicas (-6,0%), Agricultura (-7,2%), Salud (-0,5%), Energía (-34,0%) y Medio Ambiente (-0,8%).

Un sector clave como Conicyt, del cual dependen para sus proyectos muchísimos investigadores, tanto en Chile como el extranjero, quedó prácticamente igual que en 2018: -0,1%. Unos 296 millones de pesos menos.

En cambio, queda muy golpeada la Corfo (-29%) y el Fondo de Innovación para la Competitividad (-21%).

«La CORFO y el FIC son dos de las instituciones más importantes en cuanto a la promoción de la innovación en nuestros procesos y matriz productiva, contribuyendo no solo a la productividad, sino que también al desarrollo endógeno de las regiones a través de procesos de descentralización del gasto fiscal», destacaron en una reciente columna en este medio los investigadores Natalia Muñoz y Claudio Pérez (Fundación Axial) y Andrés Zahler (Diego Portales).

Sin embargo, la bajada de Interior es especialmente grave, porque afecta a los gobiernos regionales.

Actualmente mucha investigación científica se realiza en sectores como el desierto de Atacama y la Patagonia, junto con la Antártica. Estos sectores son visitados todos los años por investigadores de todo el mundo por su importancia en este ámbito.

Críticas de universidades

El año 2019 es clave para el sector, especialmente por la aparición del nuevo ministerio.

«La creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, aprobado en forma unánime, requiere de un impulso efectivo, resulta inconsistente su creación sin el financiamiento adecuado», critica el físico Carlos Saavedra, actual rector de la Universidad de Concepción.

«Por otro lado, la reducción significativa del presupuesto de Corfo, 16%, especialmente en innovación, resulta paradójico cuando se insiste permanentemente en que, para alcanzar el desarrollo, se requiere generar nuevas capacidades basadas en la ciencia y la tecnología», agregó.

Saavedra destacó que Chile invierte en ciencia apenas un 0,38% del PIB, casi seis veces menos que el promedio de la OCDE.

«Un ejemplo es la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que invierte anualmente un monto equivalente a la mitad de lo que invierte nuestro país. Por otro lado, el MIT invertirá mil millones de dólares en la creación de una facultad especializada en inteligencia artificial. De esta manera, el presupuesto propuesto en ciencia y tecnología no ayuda a fortalecer el desarrollo en las regiones, basado en una descentralización efectiva a partir de creación de valor desde el conocimiento», expresó.

Agregó que además se debe considerar que existen miles de investigadores jóvenes que se han doctorado en Chile y el extranjero financiados con becas nacionales y hoy no encuentran posibilidades de inserción.

«Se requiere una política audaz que permita su inserción en la academia, industria y organismos del Estado, esta situación no puede esperar. Son varios los gobiernos que han prometido alcanzar el 1% del PIB, y este año la propuesta de presupuesto contempla una reducción de un 4,6%. Si bien sabemos que es difícil cumplir esta repetida promesa electoral en un solo período de gobierno, sí se podría definir un crecimiento que permita alcanzar esta meta en 8 años», remató.

¿Dónde invertir?

Para Muñoz, Pérez y Zahler, considerando que los recursos para la CTI siempre serán escasos (al igual que en muchas otras áreas), la discusión es acerca de hacia dónde deben ir todos aquellos recursos que son necesarios incrementar.

«En ese sentido, el debate que emerge es y será entre quienes, por un lado, proponen que el incremento del presupuesto debe ir, principalmente, a aquellos programas de investigación por curiosidad o, por otro lado, los que creemos que la inversión debe ir en los programas que, sin dejar de hacer investigación básica, aplican metodologías innovadoras para desarrollar investigación transdisciplinaria que se traduzca no solo en la generación de publicaciones científicas, sino que también en elementos que contribuyan al desarrollo, tanto a través de conocimiento como también por medio de productos que incrementen la productividad y, por consecuencia, el crecimiento del país».

«Este es un debate necesario, pero pendiente, el cual en discusión presupuestaria aún no lo vemos», concluyen.

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