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Critica a libro “Escenas autobiográficas chilenas” de Rodrigo Cánovas: revisiones críticas a escrituras y subjetividades CULTURA|OPINIÓN

Critica a libro “Escenas autobiográficas chilenas” de Rodrigo Cánovas: revisiones críticas a escrituras y subjetividades

La autobiografía, entonces, como relato. Como una subjetividad desde la cual también observamos los procesos sociales, tan importantes para analizar nuestra historia y aún más


“La escena autobiográfica constituye un espacio privilegiado de construcción del sujeto desde el principio dialógico; es decir, siguiendo el pensamiento de Mikhail Bakhtin, desde la puesta en acto de la interacción de todos los sentidos que constituyen la comunicación”, extracto del libro. 

“¿Qué se significa estudiar la autobiografía en Chile en la actualidad? ¿Qué diferencia habría con estudiar otros géneros y tipos de relatos?”, se pregunta Rodrigo Cánovas, doctor en literatura hispanoamericana y autor de Escenas autobiográficas chilenas, libro de investigación publicado en 2019 por Ediciones UC, y que es el resultado de un proyecto financiado por la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología. 

[cita tipo=»destaque»]El autor recurre a diversas corrientes teóricas, desde el textualismo, dialogando libremente con algunas propuestas psicoanalíticas. Acuden autores como Freud, Jacques Lacan, Roland Barthes, Philipe Lejeune, Paul de Man, Émile Benveniste, Georg Misch, Georges Gusdorf, o Sidonie Smith y Julia Watson. Así analiza, estudia, conjetura, situando aquellas escrituras dentro los escenarios previamente identificados.[/cita]

Aquellas interrogantes atraviesan un libro que supera las doscientas páginas, y que permiten indagar en diferentes escrituras marcadas por la presencia de un yo. Tal como plantea el autor en la introducción, “escribir hoy sobre la autobiografía significa reflexionar sobre las incertidumbres que sentimos sobre los discursos supuestamente objetivos que gobiernan nuestras vidas”. En este sentido, la propuesta teórica se basa en la idea de que es posible distinguir los sustratos, recovecos y entramados del yo, más allá de la individualidad dura y pura, permitiendo los cuestionamientos, los espacios de realización, las alteridades, las imbricaciones con la ficción, la impronta “confesional e inventiva” para establecer relaciones entre lo verídico y lo verosímil. 

“Escribir sobre los cambios valorativos que están ocurriendo en Chile en el siglo XXI es sinónimo de escribir sobre sus relatos autobiográficos. De repente ha irrumpido, casi a espaldas de nosotros, alguien que habla en primera persona pronunciando su nombre para contarnos su vida, en un gesto generalmente confesional, pero teniendo conciencia de que su confesión proyecta una sombra que apenas vislumbra” (pág. 15). 

“El escenario autobiográfico se revela entonces como un lugar de cruce que posibilita una reflexión trascendente sobre el paraíso perdido, pues solo allí los recuerdos se hacen vivos. Un escenario en penumbras donde se atisban las sombras del tiempo absoluto de la reminiscencia” (pág. 145). 

Doctor en literatura Rodrigo Cánovas

La autobiografía, entonces, como relato. Como una subjetividad desde la cual también observamos los procesos sociales, tan importantes para analizar nuestra historia y aún más, el porvenir. Dado esto, el libro se estructura en cinco partes: la primera describe el panorama de la historia crítica sobre la autobiografía a partir de diferentes recursos bibliográficos; las siguientes tres partes exhiben tres escenas autobiográficas: la familia (ser hijo, tener padres, formar un hogar), la comunidad (los lazos primordiales, etnia, lengua, religión) y la escritura (las figuras que la conforman). La última parte del libro corresponde a ejercicios monográficos, “que complementan el trabajo mediante un análisis textual que pretende revelar la complejidad del género autobiográfico”.

“Las escenas familiares pueden titularse ´En el nombre del Padre´, puesto que existe un reclamo por la necesidad de instaurar una casa paterna que ampare, sin huérfanos a la vista (…) Estamos en presencia de relatos que actúan el proceso doloroso de separación de un tronco masculino débil, que los marca con el signo de la orfandad. Voces ventrílocuas, que cobran notoriedad e independencia por el lenguaje agresivo e impúdico que usan al referirse a sus progenitores” (pág. 27). 

“La escenas comunitarias exhiben voces personales fundidas en un nosotros definidos por lazos primordiales, es decir, siguiendo a Clifford Geertz, por los apegos a los sentimientos de lazos de sangre, etnia, lengua, región, religión y costumbres (que entran en contradicción con los sentimientos civiles instituidos por las repúblicas modernas, que proponen otros contratos sociales)” (pág. 28). 

“Los escenarios de la escritura exhibirán ciertas formas de concreción del género autobiográfico que enuncian la alteridad poniéndose énfasis en sus soportes materiales (letra, imagen) y en su trabajo de hibridación con formas ya instituidas como el diario, la crónica de viaje y la biografía” (pág. 29). 

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El autor recurre a diversas corrientes teóricas, desde el textualismo, dialogando libremente con algunas propuestas psicoanalíticas. Acuden autores como Freud, Jacques Lacan, Roland Barthes, Philipe Lejeune, Paul de Man, Émile Benveniste, Georg Misch, Georges Gusdorf, o Sidonie Smith y Julia Watson. Así analiza, estudia, conjetura, situando aquellas escrituras dentro los escenarios previamente identificados.  

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El corpus seleccionado son textos autobiográficos contemporáneos donde se incluye también una mirada retrospectiva (por ejemplo, Memorias de un tolstoiano de Fernando Santiván). Se pueden citar escrituras como las de Rafael Gumucio, Roberto Brodsky, Alberto Fuguet y Pilar Donoso, respecto a las escenas familiares; Sonia Montecino, Elicura Chihuailaf, Bernardo Colipán o Graciela Huinao, en las escenas comunitarias; Cynthia Rimsky, Claudia Apablaza y Carmen Berenguer, en las escenas de la escritura

Además explora el mundo el cómic. Para ello, Rodrigo Cánovas ha acudido a los textos realizados por la artista visual Marcela Trujillo en el ámbito del cómic autobiográfico, enfocándose en El diario íntimo de Maliki 4 ojos (2011). 

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Algunos fragmentos y conclusiones para destacar:

La “falla geológica” en la constitución familiar “por la falta de un orden afectivo y simbólico”. 

La existencia de otros espacios que sustituyen la casa familiar como espacio privilegiado en la escritura autobiográfica, como el caso de las cofradías, los círculo de amigos, el corro de mujeres o grupos alternativos.

La recuperación de biografías comunitarias mapuche que vulneran “la indivisibilidad de la República, al distinguir una diversidad de sujetos: los wingka, los hermanos, los que no están bien informados y nosotros mapuche”.

 “Un yo se toma la palabra y pronuncia una verdad que compite con las verdades universales, relativizándolas. La orfandad familiar (los reclamos para refundar la pareja primordial), la reivindicación étnica (el reclamo de lo suyo) y la escritura dialógica (el cruce de cuerpos y sensibilidades en el texto) constituyen el entramado chileno” (pág. 217). 

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En definitiva, en un mundo donde la subjetividad, las microutopías, las escrituras del Yo, o como se les nombren, han cobrado real importancia en la construcción del mundo y de la realidad, Escenas autobiográficas chilenas es un aporte sustancioso, actual, que entrega ciertas luces sobre el asunto no menor de hablar “de uno mismo pensando que se es otro”. 

Rodrigo Cánovas. Escenas autobiográficas chilenas. Ediciones UC, 2019. 228 páginas. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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