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Médicos y científicos llaman a la cautela ante expectativas de una pronta vacuna contra el SARS-CoV-2 CULTURA|CIENCIA

Médicos y científicos llaman a la cautela ante expectativas de una pronta vacuna contra el SARS-CoV-2

La semana pasada, la Coordinación de Sociedades Científicas convocada por el Colegio Médico (Colmed) emitió un comunicado para advertir sobre el peligro de las falsas expectativas de tener una vacuna al breve plazo. Ante ese escenario, David Torres, de la Sociedad Chilena de Anestesiología, plantea que la probabilidad de tener una vacuna en los próximos meses es prácticamente nula. «Asimismo, que esta sea segura, efectiva y accesible a la mayoría de la población expuesta, requerirá muchísimo esfuerzo en investigación y desarrollo, mayor conocimiento del comportamiento del virus y de la respuesta inmune en humanos y bastante colaboración, tanto de laboratorios como de países involucrados», señala. Según Torres, las estimaciones hablan de 12-18 meses para completar los estudios de efectividad. Con esto, recién podría empezar la producción para vacunar a miles de millones de personas. «Incluso si se desarrolla una vacuna, la probabilidad de que sea 100% efectiva es baja», alerta.


Varios científicos han alertado que una vacuna o cura para el coronavirus no está garantizada y podría demorarse más de lo esperado, en medio de un rebrote de la enfermedad en China.

La semana pasada, la Coordinación de Sociedades Científicas convocada por el Colegio Médico(Colmed) emitió un comunicado en este sentido, donde pidió a los medios de comunicación ser responsables con la información difundida, entre otras razones, para evitar la difusión de falsas expectativas.

La declaración fue respaldada por una docena de entidades, tales como la Asociación de Sociedades Científicas del Colegio Médico, la Fundación Epistemónikos y las sociedades de Alergia e Inmunología, Anestesiología, Enfermedades Respiratorias, Epidemiología e Infectología, entre otras.

«Tratamientos milagrosos»

En una pandemia, la comunicación a la ciudadanía es clave para promover conductas saludables e informar a la población sobre las medidas que deben tomar, según el Colmed. Una buena comunicación de riesgo permite disminuir los contagios y, también, colabora con la salud mental de la ciudadanía que está muy afectada por la incertidumbre.

«Sin embargo, hemos visto cómo se ha comunicado una serie de tratamientos milagrosos para el coronavirus, lo que ha contribuido a que se acabe el stock de algunos fármacos, y ha provocado gran frustración en pacientes y tratantes», alerta la académica de la Universidad de Chile y miembro del Colmed, la doctora Francisca Crispi.

«Por esto, desde el espacio de coordinación de sociedades científicas convocado por el Colegio Médico, se decidió escribir esta carta, solicitando a los medios aportar en la entrega de información verificada y que no induzca a confusión», explica.

Rol de los medios

Crispi destaca que los medios han tenido un rol importante, sobre todo en los reportes diarios, donde muchas veces las preguntas muy bien preparadas «nos permiten conocer mejor la estrategia sanitaria».

«Sin embargo, han existido algunos casos de títulos muy poco precisos y sensacionalistas que han inducido a que las personas agoten el stock de ciertos fármacos promocionados como la cura del COVID-19. Esto debe evitarse», insiste.

El Colegio Médico además destacó lo declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el sentido que la epidemia COVID-19 y la respuesta de los gobiernos y sus sistemas de salud han ido acompañadas «por un exceso de información médica».

«Mucha de esta información es contradictoria y poco precisa, lo que dificulta que las personas encuentren fuentes y orientaciones confiables cuando la necesitan», alertó el comunicado del Colmed.

«Exceso de información»

Situaciones como la actual hacen que la información errónea y poco precisa aparezca fácilmente en escena, junto con la manipulación de dicha información con intenciones dudosas o, simplemente, de personas que buscan beneficios económicos y no sanitarios en estas crisis, indica Crispi.

«En la era de la información, este fenómeno se amplifica a través de diferentes redes, incluyendo los medios de comunicación, que siguen siendo una fuente de información relevante para la mayoría de la población», apunta.

Crispi admite que en esta pandemia se ha generado más evidencia científica que nunca antes con respecto a una temática.

«En este contexto, claro que es muy difícil seleccionar la información útil o apropiada. Por lo mismo, solicitamos que se pueda verificar la información y títulos para evitar exagerar el efecto de ciertos fármacos que aún están en etapa de estudio», dice.

Sin vacuna en corto plazo

Una de las apuestas de los más optimistas son las vacunas que actualmente se están probando en el mundo. Una empresa china incluso cerró un convenio con la UC para probar una versión en Chile.

Sin embargo, David Torres, de la Sociedad Chilena de Anestesiología, advierte que la probabilidad de tener una vacuna en los próximos meses es «prácticamente nula».

«Asimismo, que esta sea segura, efectiva y accesible a la mayoría de la población expuesta, requerirá muchísimo esfuerzo en investigación y desarrollo, mayor conocimiento del comportamiento del virus y de la respuesta inmune en humanos y bastante colaboración, tanto de laboratorios como de países involucrados», señala.

Según Torres, las estimaciones hablan de 12-18 meses para completar los estudios de efectividad. Con esto recién podría empezar la producción para vacunar a miles de millones de personas.

«Incluso si se desarrolla una vacuna, la probabilidad de que sea 100% efectiva es baja», alerta.

Un virus a conocer

Torres también alerta sobre los avances en el conocimiento del virus, así como la identificación de los pacientes más vulnerables.

«El proceso de aprendizaje es continuo y cada día se aprende un poco más del virus, de la enfermedad y de la capacidad de respuesta del sistema de salud y de la comunidad en general», dice.

«El proceso es complejo, ya que, como se dijo antes, mucha de la información que se produce es poco confiable, de baja calidad, presentada en forma engañosa o es información falsa».

Factores de riesgo

Un ejemplo son los factores de riesgo, que son múltiples.

Hasta el momento, los factores de riesgo de enfermedad grave o mortalidad son la edad (mayores de 65) y pacientes con morbilidades graves (asma, enfermedad renal crónica en diálisis, enfermedad pulmonar crónica, diabetes, alteraciones de la hemoglobina, inmunocomprometidos, antecedentes de enfermedad hepática crónica, enfermedades cardíacas graves, obesidad con IMC>40), según Torres.

También están expuestos «pacientes que viven en un hogar de ancianos, que requieren cuidados especiales; o de bajo nivel socioeconómico».

Secuelas

El especialista además advierte sobre las secuelas de la enfermedad.

«Mientras mayor es la gravedad de la presentación, mayor probabilidad de presentar secuelas», indica.

«Algunos pacientes han mostrado daño pulmonar tipo fibrosis, además de todas las secuelas asociadas a las estadías en cuidados intensivos como insuficiencia renal crónica, atrofia muscular, deterioro cognitivo, desnutrición, depresión, fatiga crónica, problemas de deglución, entre otras», detalla.

Esta información fue complementada por Laura Mendoza, presidenta de la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias.

Los pacientes con neumonías graves que requieren hospitalización en Unidades de Cuidados intensivos pueden presentar como secuela un cuadro denominado “debilidad adquirida en la UCI” que es multifactorial (infección, inflamación, hipoxemia, inmovilización y ventilación mecánica prolongadas, efectos secundarios del tratamiento farmacológico, desnutrición secundaria, trastornos del ánimo, etc.), advierte.

Menor capacidad respiratoria

Asimismo, ya hay estudios observacionales que demuestran una menor capacidad funcional respiratoria en seguimiento a 30 días en mayoría de pacientes recuperados de hospitalización por COVID-19 grave.

Para evitar que esta condición lleve a una discapacidad crónica, se debe comenzar con rehabilitación respiratoria y motora en forma precoz, en la misma hospitalización, y continuarla en forma ambulatoria.

«También se sabe que, al igual que con la neumonía en influenza, puede haber como secuela una fibrosis pulmonar, pero en general no es de gran magnitud, por lo cual no explicaría por sí sola las secuelas post COVID-19», explica.

En general, para los casos de infección clínica por COVID-19, aunque no se hayan hospitalizados, sobre todo en pacientes adultos mayores o enfermedades crónicas como HTA, Diabetes Mellitus, Cardiopatías, EPOC, tabaquismo, obesidad, etc., se puede presentar “fatiga” o “intolerancia al ejercicio” posterior a la recuperación de la infección aguda que debería tratarse con programas de incentivo de actividad física ambulatorios precoces o programas de rehabilitación integral más formales en los casos de mayor compromiso funcional.

Estudio completo

Asimismo, tampoco hay certeza del tiempo que puede demorar un estudio completo sobre el comportamiento de un virus.

«No hay certeza de ese tiempo, porque aún estamos terminando el primer ciclo del virus a nivel poblacional, como para saber qué porcentaje de la población se va a infectar, letalidad, impacto en la mortalidad general o inmunidad a largo plazo, entre otros. A nivel individual hay bastante certeza en las formas de contagio, manifestaciones clínicas y tiempos de recuperación», apunta Torres.

Asimismo, señala que la gran cantidad de información liberada sobre el virus y la enfermedad en tan poco tiempo se debe al gran esfuerzo colaborativo de la comunidad científica en general, «pero por razones expuestas anteriormente, deben ser interpretadas con mucha cautela», concluye.

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