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Ojonitido, el colectivo creador de mosaicos que recuerdan el Estallido CULTURA

Ojonitido, el colectivo creador de mosaicos que recuerdan el Estallido

Aunque comenzó a dejar una obra de tamaño reducido en la calle, en lugares como postes de luz y salidas del metro y murallas cercanas a la Plaza Ñuñoa y Plaza de la Dignidad, hoy sus murales ya están en lugares tan diversos como el Teatro UC, en la Plaza Ñuñoa, y la Villa Olímpica. «La idea de visibilizar para hacer memoria me pareció necesaria. Cada mosaico es un sitio de memoria y es una apuesta que, a diferencia del arte callejero este, al ser una técnica con materiales más duraderos, puede permanecer más tiempo en la ciudad», explica Marcela Yáñez, una de las integrantes del grupo.


Un trabajo de mosaicos centrado en el ojo como símbolo del estallido social es el que realiza el colectivo Ojonitido.

Aunque comenzó a dejar una obra de tamaño reducido en la calle, en lugares como postes de luz y salidas del metro y murallas cercanas a la Plaza Ñuñoa y Plaza de la Dignidad, hoy sus murales ya están en lugares tan diversos como el Teatro UC, en la Plaza Ñuñoa, y la Villa Olímpica.

Además, actualmente tienen un proyecto en el campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile y otro en una librería de la comuna de Providencia.

«La idea de visibilizar para hacer memoria me pareció necesaria. Cada mosaico es un sitio de memoria y es una apuesta que, a diferencia del arte callejero este, al ser una técnica con materiales más duraderos, puede permanecer más tiempo en la ciudad», explica Marcela Yáñez, una de las integrantes del grupo.

El colectivo Ojonitido. De fondo, el mural en el Teatro UC en Plaza Ñuñoa.

El origen y sus integrantes

El grupo está integrado por profesores, jubiladas y jubilados, una médica, estudiantes, diseñadores y artistas de todas las edades, varios de ellos familiares y amigos, con idas y vueltas de algunos miembros.

El grupo se originó en noviembre de 2019, a partir de una invitación que hizo Norma Ramírez, quien ya hacía talleres de mosaico con anterioridad. Sin embargo, esta vez la invitación fue a hacer ojos de cerámica y salir a pegarlos en la calle.

Y aunque la pandemia ha hecho más difícil la intervención urbana, sus miembros se han ido adaptando a trabajar en nuestras casas para luego salir a hacer las instalaciones en los lugares escogidos.

Mural en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.

Algunos de sus actuales miembros eran participantes de los talleres anteriores de Norma, como por ejemplo del Taller de Arte Inclusivo del museo MAVI, dirigido a personas en situación de discapacidad auditiva y visual, como Dianuska Becker.

«En lo personal viví el estallido social con mucha rabia, ansiedad e impotencia por lo que estaba ocurriendo, por las circunstancias que lo generaron y por la represión brutal que se ejerció y que aún persiste; pero con mucha esperanza viendo cómo surgía la fuerza y la unidad ciudadana después de años adormecida, clamando por cambios sociales sustanciales», señala Ximena Horwitz.

«Chile había despertado! Fue un momento de encuentro social muy bello, de decir: ¡somos muchos, estamos juntos y queremos cambios!», añade.

Norma Bustos es una integrante del grupo.

La figura del ojo

El trabajo del colectivo es todo un desafío. Las cerámicas se cortan según el diseño de ojos que cada integrante crea y se disponen en una esterilla para pegarlas. Hecho esto, el proceso de intervención de muros y postes es rápido: se pegan los ojos con un pegamento para cerámica y se fraguan en el mismo momento.

En cambio, las intervenciones programadas y concertadas con el dueño del muro se hacen en 2 o 3 etapas. Primero se limpia el muro, después se pega el mosaico y otro día se fragua, y así queda más firme.

El ojo es la figura clave de este colectivo y surge del impacto profundo que significó para sus miembros la mutilación ocular de cientos de manifestantes, «consecuencia de una política de Estado represiva, pensada, articulada por el gobierno y ejercida por carabineros», señala Yáñez.

Trabajo de Ojonitido en Plaza de la Dignidad.

Ella recuerda que, al salir a la calle y verlos montando los mosaicos, la gente les preguntaba quiénes eran y la explicación era un tanto larga. Alguien que les sugirió hacer una cuenta en Instagram y ahí surgió la necesidad de ponerse un nombre que fuera original y que no perteneciera a otro grupo o persona. Así surgió “ojonítido”.

«Es tremendo pensar en cuánta violencia y maldad hay detrás de estas mutilaciones sistemáticas y organizadas. La impotencia de ver cómo el gobierno y los medios normalizaban el accionar de carabineros dejando a cientos de personas con trauma ocular es enorme», comenta.

«Ellos sólo querían ejercer su legítimo derecho a manifestarse al igual que todos nosotros. Un segundo y tu vida cambia para siempre, la de tus hijos, la de tus amigos, la del vecino, la tuya, la mía… y el Estado… representado por este gobierno… nada… nada de nada, ni un gesto de responsabilidad, de humildad, de arrepentimiento… espantoso», lamenta.

El mural de la plaza de Villa Olímpica, en la parte trasera de la Junta de Vecinos 32.

El caso Villa Olímpica

Una historia especial tiene el mural que han realizado recientemente en la Villa Olímpica. La imagen original fue tomada del GAM y aunque el colectivo trató sin éxito de ubicar a su autora o autor, quisieron rescatarla.

«El graffiti del GAM es una obra muy potente, una mujer que sus manos son o se convierten en raíces, encapuchada, con ojos en su cuerpo. Nos pareció el diseño ideal para incorporar lo que estábamos haciendo en una obra de mayor formato. Aún no perdemos la esperanza de encontrar a su autora o autor para invitarla a participar en otra intervención», explica Ramírez.

Tusnelda Urra, presidenta de la Junta de Vecinos 32 de Villa Olímpica, explica que la obra se instaló en el marco del primer aniversario del 18 de octubre, y señala que instaló frente a la plaza para que toda la comunidad lo pueda ver,

«Fue un proceso bastante lindo que duró varios días y tuvo muy buena aceptación dentro de la comunidad. Además conmemora la violencia del Estado en la revuelta, sobre todo las víctimas de trauma ocular», señala, junto con destacar que el mural fue completado con una pintura de la artista del barrio Simone.

Finalmente, es una obra que pretende rescatar lo efímero del arte callejero, un reconocimiento a los y las artistas que llenaron y llenan la ciudad en los procesos de lucha, concluye Yáñez.

Autorretrato de Soledad Ramírez, realizado en pandemia. El objetivo es instalar varias obras de este tipo en San Bernardo, donde ocurrió el crimen que afectó a Fabiola Campillay.

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