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Gabriela Mistral, fundadora del primer movimiento feminista latinoamericano CULTURA|OPINIÓN

Gabriela Mistral, fundadora del primer movimiento feminista latinoamericano

Guillermo Bown
Por : Guillermo Bown Periodista, escritor y ex diplomático
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Lo forman un grupo de damas, que de una visión católica empiezan a valorar los conceptos de la espiritualidad de la época y es en la juventud de Gabriela que escribe y se rebela contra una sociedad pacata, defendiendo la justicia social y el valor de la mujer en la sociedad.


Gran idea de la Editorial THEOT, la de publicar el profundo estudio que hace el periodista e investigador Sergio Salinas Cañas, sobre la vida espiritual de nuestra Premio Nobel de Literatura de 1945, Gabriela Mistral, realmente llamada Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, la que demuestra sus valores en sus escritos y que hoy, en este día, tienen plena vigencia.

Y es ella la que crea “la hermandad artística” solo con mujeres para contrarrestar el sentido masculino patriarcal de la época. En esta fraternidad lírica las poetisas se escribían y ayudaban las unas a las otras.

Es en esta noble publicación en que el autor nos muestra como Gabriela vive estudiando y practicando teosofía, budismo, y también actuando dentro de la Orden Rosacruz. Todo estas disciplinas orientales mezcladas con el indigenismo latinoamericano, las que tuvieron una gran influencia en la formación de la poetisa, especialmente en el norte de Chile, ayudada e influenciada por destacados masones de la Serena, Coquimbo, Ovalle y Vicuña, ciudad en que nace el 7 de abril de 1889, todos los que la orientan en una concepción humanista de la vida.

Al respecto, dice esta obra, es que el escritor y Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Sebastián Jans, expresa que «fue la masonería la que ayudó para que ese talento se expresara, porque para el masón las personas valen por sus virtudes y no por su herencia». Y vemos, en esta publicación, como el comienzo de toda la carrera intelectual de Gabriela contó con la ayuda solidaria de la Liga de Estudiantes Pobres, fundada y financiada por laicos de la Logia “Luz y Esperanza”, No. 11 de La Serena.

Una librepensadora

Sergio Salinas nos cuenta cómo le decían la “librepensadora” por sus ideas en diversos escritos en periódicos laicos y del Partido Radical en el Norte. Allí están apoyándolo Bernardo Ossandón, Juan Zabala, David Aguirre y Pedro Aguirre Carda, los que intervienen para que sea profesora y directora en diversos liceos del país.

Ya en 1914 Gabriela Mistral recibe el Premio Literario en los Juegos Florales de Santiago, con sus “Sonetos de la muerte”, dedicados a su novio muerto, el poeta Manuel Magallanes Moure.

Nos ilustra, esta publicación, sobre el origen del nombre que se pone Lucila Godoy. Gabriel por el gran poeta italiano Gabriele D’Annunzio y Mistral por un vate que admiraba, que era Federico Mistral.

En mayo de 1921 se funda el Liceo Nº6 de Niñas de Santiago y Gabriela Mistral es nombrada su primera directora, ya había tenido ese cargo en dos liceos en el sur del país. Es interesante conocer lo que nos cuenta este escritor sobre lo que significó para la vida profesional de Gabriela ser profesora y directora, lo que la llevaría al extranjero a ser valorada realmente, cosa que su país no lo hizo en una época.

Funda movimiento feminista

Vemos a nuestra poetisa como fundadora del primer movimiento feminista de Latinoamérica. Lo forman un grupo de damas, que de una visión católica empiezan a valorar los conceptos de la espiritualidad de la época y es en la juventud de Gabriela que escribe y se rebela contra una sociedad pacata, defendiendo la justicia social y el valor de la mujer en la sociedad.

El autor nos describe como diversos personajes destacados del mundo de las artes y letras influyeron en el pensar y hacer de la poetisa junto a las enseñanzas universales que diversos libros sagrados inspiraron a los pensadores europeos y latinoamericanos y con ello a Gabriela Mistral. Y es 1920 que existe una gran diversidad de iglesia y doctrinas que se oponían el positivismo de la época y con ello numerosos teósofos surgen especialmente en Centroamérica y fundan la Sociedad Bíosofa y Teósofa. El guía y maestro de dicha sociedad era el italiano Aldo Lavagnini, cuya entidad era visitada frecuentemente por Mistral, en México.

Señala nuestro comentarista, en su libro, que Gabriela participó entre los años 1911 y 1914 en la Logia Teosófica Destellos y que cotizó regularmente y colaboró con poemas y prosa en revistas de la zona donde muestra su creencia en la reencarnación que sostendrá en su existencia, como igualmente seguidora de Madame Blavatsky y los principios de teosofía que la llenaron de una gran espiritualidad. Años en que renuncia a la doctrina cristiana, pero no a los aspectos esenciales del cristianismo. Son los años 1913 y 1914, época en que escribe su apreciado “El placer de servir”.

El placer de servir

«Toda naturaleza en un anhelo de servir. Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco. Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Sé el que aparta la piedra en el camino, del odio entre los corazones y las dificultades del problema».

Son los años en que practica yoga y dedica gran tiempo al estudio de la teosofía, asiste a reuniones de rosacruces y estudia y practica el budismo a escondidas de la gente.

El autor, en este interesante libro, nos explica como a comienzos del nuestro siglo, la autora publica diversos artículos en prosa sobre santos, ángeles y arcángeles y sobre el catolicismo cristiano. En ellos, señala, que solo «la ven como poetisa y casi nada como experta en religiones en Asia, sobre la Biblia, santos y teólogos de Occidente, incluso sobre temas de yoga, rosacrucismo, política, masonería, judaísmo».

Es este un estudio profundo y muy informativo que muestra a una Gabriela con una gran conciencia espiritual y social, y es ya en 1922 en que el político e intelectual azteca José Vasconcelos la invita a México a participar en reforma educacional de ese país y en que su vena social se manifiesta en cátedras, conferencias que ofrece en México, Puerto Rico, La Habana, Panamá y en diversos países latinoamericanos. Toda esta identidad crece en su carrera consular en diversas regiones del mundo, como Génova, Madrid, Lisboa, Guatemala, Brasil, Santa Bárbara, en California, Veracruz, Nápoles y Nueva York.

Artículos no aceptados

Y es en 1937 en que esta poetisa fraterniza con diversos intelectuales, escribiendo artículos en la prensa latinoamericana no aceptados por diversos países de la región. Su pluma escribió siempre con gran compromiso y equidad social, así lo hizo con su amigo Pedro Aguirre Cerda, revitalizando siempre el sueño de Simón Bolívar y José Martí y siempre defendiendo a Augusto César Sandino al denunciar la intervención norteamericana en Nicaragua.

Así discute con el presidente Harry Truman al que le pide “que ayude a los indiecitos de Latinoamérica, que son pobres, tienen hambre y no tienen escuela”.

Es esta una bella publicación de Editorial Tehot de solo 125 páginas, que nos invita a leerla y no nos habla de la poesía de nuestra Nobel Gabriela Mistral, sino que nos llama a reflexionar sobre los valores y virtudes de los dos siglos pasados y que nutrieron a nuestra más grande poetisa de Latinoamérica, con un filudo pensamiento crítico a lo tradicional y establecido.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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