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«Las maquinarias de la noche» de Abelardo Castillo: un lujo de lucidez CULTURA|OPINIÓN Crédito: Josefina Itoiz

«Las maquinarias de la noche» de Abelardo Castillo: un lujo de lucidez

En «Carpe Diem», cuento que abre el volumen, nos narra una historia de amor extraña, donde el destino actúa de manera incomprensible y aviesa, hasta que logra separar a los amantes -con la subsecuente tortura emocional- para dar una vuelta hacia el terreno de lo fantástico y volver a reunirlos más allá de la muerte. Es un ejemplo de como realidad y fantasía conversan y se complementan sin contraposición en la cuentística de Castillo; al contrario, conviven en perfecta simbiosis.


Abelardo Castillo es una estrella más dentro del amplio y brillante cielo de la narrativa argentina, donde tantos autores extraordinarios se extravían en medio de tanta luz.

Castillo (1935-2017) fue narrador por excelencia, cuentista y novelista, dramaturgo, ensayista, director de revistas de lujo como «El grillo de papel», «El escarabajo de oro» y «El Ornitorrinco», que fue una importante manifestación de resistencia cultural durante la dictadura militar.

La presente colección, «Las maquinarias de la noche», pone al alcance un conjunto de cuentos de factura extraordinaria, que dan cuenta de una voz única e imprescindible en la narrativa latinoamericana, que resuena con especial potencia en el complejo género narrativo breve. Una voz que indaga sin contemplaciones en la oscuridad del alma humana, en sus horrores cotidianos, en el extravío que nos conduce a callejones sin salida.

La obra cuentística de Castillo forma parte irrenunciable de la historia de la narrativa breve de Latinoamérica y muchos afirman que contiene piezas de factura única, perfectas como diamantes. En un choque continuo con la realidad, procurando aprehenderla, el autor fue aumentando el caudal de un único título -según el mismo afirma- («Los mundos reales», justamente el primer libro de él que leí, que me conmovió de manera profunda), el mismo que fue puliendo, engrosando, perfeccionando obsesivamente a través de los años.

Los personajes de sus cuentos deambulan por los arrabales de la provincia o los bares más oscuros de las ciudades, donde se desatan búsquedas amorosas, conflictos violentos o dilemas existenciales.

En «Carpe Diem», cuento que abre el volumen, nos narra una historia de amor extraña, donde el destino actúa de manera incomprensible y aviesa, hasta que logra separar a los amantes -con la subsecuente tortura emocional- para dar una vuelta hacia el terreno de lo fantástico y volver a reunirlos más allá de la muerte. Es un ejemplo de como realidad y fantasía conversan y se complementan sin contraposición en la cuentística de Castillo; al contrario, conviven en perfecta simbiosis.

«La cuestión de la dama en el Max Lange» aborda la trama de un asesinato fríamente planificado y perpetrado en paralelo con una racional partida de ajedrez, metáfora del pensamiento orientado al cálculo preciso y la hábil manipulación de las personas. El crimen ocurre en una pareja: hombre engañado, arrastrado por los celos, se venga de ella mediante la muerte, pero no como mera respuesta emocional, sino que mediante un planeado mecanismo que asegure mostrar la total inocencia del autor.

La trama es particularmente ingeniosa y cautiva por el humor negro que contiene. Ácido y brutal el narrador cuando asevera: “Laura tenía la manía de los borradores. Era irresoluta e insegura, alarmantemente hermosa, patéticamente vacía, mitómana a la manera de los niños y, por lo que dejaba entrever ese borrador, infiel”. Con estas tres líneas nos ha presentado un escueto, aunque eficaz retrato del personaje, aun cuando iremos aprendido más sobre ella en cada párrafo. En este momento comienza a fraguarse la condena a muerte de Laura, la cual será planificada hasta sus últimos detalles y llevada a cabo sin vacilaciones, en medio de partidas de ajedrez que ilustran el pensamiento estratégico en sus niveles más altos.

Las tramas de los cuentos de Castillo representan un lujo de lucidez. Se trata de estructuras complejas que no se revelan todo su esplendor hasta que el cuento desemboca en un final perfecto y significante. Sus personajes son densos, vitales, plenos de ángulos humanos, debilidades, perturbaciones, pensamientos y motivaciones únicas.

Castillo construye atmósferas casi líquidas, donde sus personajes deambulan trazando sus huellas casi siempre dolorosas, fuertemente existenciales, hollando las oscuridades de la vida en lugares donde la desolación suele imperar. ¡Qué decir de su escritura cargada de belleza y profundidad! Es un placer que embriaga y envuelve al lector con su hipnotismo de palabras.

La intensidad crece y crece mientras recorremos las páginas y vamos descubriendo las claves del misterio que encierra cada relato. Castillo nos cuenta una historia para decir otra cosa, para sugerir una serie de conceptos que no son fácilmente desprendibles del texto. Allí se quedan, en la conciencia de lector, como larvas al acecho de su propia evolución, esperando el momento para la descarga de su mayor amplitud de significado.

Los libros de este volumen son textos narrativos breves que contienen la densidad de una novela con diez o más veces su extensión. Una experiencia de la que un buen lector de cuentos no puede privarse. Una oportunidad única para ponerse en contacto con la mayor maestría que puede lograrse en el género breve.

Ficha técnica:
«Las maquinarias de la noche», Abelardo Castillo, cuentos, Editorial Seix Barral, 2022, 176 páginas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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