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Mamá de Antonia relata la pesadilla de sus últimos días: “Mi hija fue víctima de violencia y por eso murió”

Alejandra Valle
Por : Alejandra Valle Periodista, porteña. Conductora de televisión, editora de revistas, con un largo currículum en diversas plataformas de información. Directora en www.elmostrador.cl/braga @siliconvalle
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María Consuelo Hermosilla, madre de la mujer de 23 años cuya muerte ha impactado a Concepción y las redes sociales, abre su corazón. “Voy a sacar esta ley por mi hija. Y porque hoy la gente no se casa, pololea. Y ahí es cuando comienza la violencia, cuando nos controlan, nos minimizan”, como pasó con su hija.


Está increíblemente entera. Llama la atención que sea capaz de hablar sin quebrarse de la muerte de su hija Antonia Garros, quien tras discutir con su pololo se lanzó desde un piso 13 el pasado martes 7 de febrero. La muerte de la joven de 23 años no pilló por sorpresa a María Consuelo Hermosilla. Desde hace aproximadamente un año y medio, cuando Antonia llevaba seis meses de pololeo, la joven madre empezó a notar cambios en su hija.

“Me llamó mucho la atención una vez que estábamos en un asado en la terraza. Mi dormitorio daba hacia allá y escuché que le dijo hueona. Entonces, le dije por qué te hablan así, si tú no estás acostumbrada a que te traten de esa forma. Ella se justificó diciendo que era una broma, que él estaba curado”, relata para comenzar una historia que transformó a una mujer normal, con personalidad y un entorno de amigos y una familia contenedora, en una mujer sometida, manipulada y, lo peor, golpeada.

“En la casa vivíamos cinco personas. Mis padres, mi otra hija, Antonia y yo. Mi padre tiene un problema de movilidad, así que nunca sube. Así que en el segundo piso teníamos nuestra dinámica femenina medio desnudista. Antonia era bien blanca y le empecé a notar moretones. Por la parte interna de las piernas, debajo de las pechugas, mucho en los brazos y el estómago, en la espalda. Y de un día para otro, una niña que era muy, muy viva, empezó a caerse a cada rato, a pegarse con cosas. Torpe. Eso era extraño. Le pregunté: ¿Andrés te hizo eso? Y me decía, “nooo, lo que pasa es que cuando a Andrés le da nervio me pellizca”. Ah no, dije yo, voy a hablar con él. Y ella puso una cara de pavor y se enojó conmigo. Me pidió que no me metiera, que ella sabía manejar su relación.

-¿Nunca hablaste con él?

-Lo que pasa es que yo me di cuenta que el pavor de ella tenía que ver con que si yo le decía algo él iba a arremeter contra ella. Y una vez hablé con él. El 13 de agosto él le reventó el ojo a la Antonia. Supuestamente iban a acampar por 3 días y yo no quería. Pero ella se fue igual. Llegó el lunes y cuando yo la vi tenía el ojo así. Ella me dijo que no quería que yo la viera porque iba a pensar que Andrés le había pegado. Reaccioné rápidamente y le dije que, como no había sido él, fuéramos a constatar lesiones. Ella whatsapeaba y whatsapeaba hasta que se fue. Él la estaba esperando abajo y ahí le pedí que habláramos. Bueno, él vive en un tipo búnker. En más de una ocasión estuve pegada al citófono de su casa y nunca me abrieron. Así que lo llamé y le dije que necesitaba hablar con él. Y él me dijo “ya tía, ningún problema”. Quedó de ir y al final me dijo que no podía.

-¿Y a ti cómo te caía él?

-Pésimo. Lo que pasa es que cuando tú ves una persona que estaba como estaba mi hija, tú armas estrategias. Primero la retaba, después me enojaba, después la castigaba, luego se iba. Entonces entendí que para que ella tuviese ganas de estar en la casa y lejos de él, no tenía que generar conflictos. Esa era una de las tantas estrategias. La del castigo no me resultó. Pensé que esta podía ser, pero tampoco fue. Cuando los papás de él le compraron el departamento, a mí se me apretó la guata porque, pensé, esto va a terminar mal. Y me quedó súper patente que ella tuvo que ir a acompañarlo tres días porque él se angustiaba estando solo. Le decía que iba a tomarse una caja de Ravotril, que se iba a matar, la tenía siempre asustada. Mi hija quería vivir y mi hija fue víctima de la violencia y por eso murió.

-¿Ella era una niña normal, que nunca tuvo problemas sicológicos? ¿No pensaste que fuera propensa a vivir algo como esto?

-Ella tenía una tremenda personalidad. Fuerte. Era extrovertida. Buena pal hueveo. Donde iba tenía amigos. Me acompañaba a ayudar a los hogares de niños. Tenía súper buen corazón. Se traía perros. Habíamos llegado de Pucón y el jueves nos íbamos a Maitencillo. Tenía el bolso a medio hacer con mucha ropa. El día martes que murió, le llegaron tres paquetes de cosas de AliExpress, porque compraba ropa para vender. Era una niña que quería vivir. Pero este hombre la tenía aterrorizada.

-Te siento tan entera. Cuesta creerlo.

-¿Sabes qué?, estoy tan clara primero de que voy a sacar esta ley por mi hija. Porque ella era una niña tan simpática, tan querida por todo el mundo. Su velorio estuvo todo el día lleno de gente de todas las edades, sus profesores, sus amigas. Fue increíble y su funeral también fue increíble. Entonces, cuando uno recibe tanto cariño es porque era buena persona. La mayoría de la gente estaba de vacaciones y vinieron para despedirse.

-¿Y por qué pasó esto entonces?

-Primero, antes de que sucediera su muerte, fue agredida. Hay testigos de que entre media hora y una hora antes fue agredida una vez más. Pero el 9 de diciembre, después de todo ese tiempo, después de todas las técnicas, después de que yo y mi otra hija también sufrimos violencia, porque estábamos en permanente estado de alerta, Antonia denuncia y solo porque este hombre fue encontrado en flagrancia. Incluso me confesó que “si no me pasa esto, yo no termino”.

-¿Ella se sentía avergonzada? ¿Estaba deprimida?

-Ella nunca tuvo depresión, pero volvió con él dos semanas antes y mentía diciendo que estaba con otro. Me mintió a mí y yo estaba tan contenta. Le mentía a sus amigas. Él es 100% responsable, la haya empujado físicamente o sicológicamente y por eso vamos a sacar la Ley Antonia.

-¿Por qué te has empeñado en esta ley?

-La gente hoy casi no se casa. La gente pololea, y la violencia parte en el pololeo, cuando nos controlan, nos minimizan. Lo que pasó en diciembre se tipifica como heridas leves. Si ellos hubiesen estado casados, habrían sido heridas menos graves. ¿Te parece lógico eso? Tienes que tener tres denuncias de lesiones para que pueda existir orden de alejamiento. Y si hay una denuncia tiene que ser ratificada por la víctima o la justicia no puede hacer nada. Por eso estoy tranquila, estoy firme porque tengo un motivo y ese motivo es la Ley Antonia. El pololo de Antonia no ha sido juzgado, por lo que suscritas a la presunción de inocencia de cualquier ciudadano, hemos protegido su identidad. De todos modos, creemos que la Ley Antonia es más que necesaria y apoyaremos a su familia y amigos hasta que la violencia en el pololeo sea considerada violencia intrafamiliar.

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