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El sigiloso y estratégico poder en las sombras de Cristián Larroulet PAÍS

El sigiloso y estratégico poder en las sombras de Cristián Larroulet

El jefe de asesores del segundo piso de Palacio tendría mayores grados de responsabilidad, tanto política como administrativa, lo que es efecto directo de un escenario que se generó en el Gobierno y que estaba fuera de todo cálculo del Ejecutivo: el debilitamiento político que sufrió el ministro Chadwick, tras el mal manejo que tuvo del caso Catrillanca. En La Moneda aseguraron que hay cierto tipo de consultas que antes pasaban primero por Interior y que ahora llegarían directamente al escritorio de Larroulet, que está estratégicamente contiguo a la oficina del Primer Mandatario.


Una vez que se decidió, conjuntamente, que el exministro de la Segpres, Cristián Larroulet, asumiría uno de los cargos más importantes de esta segunda administración de Sebastián Piñera, como jefe del segundo piso de La Moneda, se estableció una exigencia, única y clara: el trabajo debía ser tras bambalinas y con un estricto bajo perfil. Esta condición, cumplida a cabalidad hasta ahora, le ha significado a uno de los principales «orejeros» del Mandatario no solo evitar salir herido en problemas, errores y crisis de los que tiene directa responsabilidad, sino también aumentar su poder en momentos en que el otro hombre fuerte de Palacio, el ministro del Interior Andrés Chadwick, enfrenta su momento más complejo.

A casi diez meses de instalado el Gobierno de Piñera, y a pesar del sinnúmero de cambios al interior del Ejecutivo, uno de los espacios que menos ha sufrido movimientos es, precisamente, el feudo del exdirector del Instituto Libertad y Desarrollo. Salvo por la incorporación de Jacinto Gorosabel como encargado de los discursos presidenciales en reemplazo de Mauricio Rojas, su núcleo duro de confianza política y trabajo permanece intacto. Este está compuesto por Carlos Ríos Canales, jefe de seguimiento de proyectos; Rafael Ariztía Correa, jefe de proyectos especiales y reformas del Estado, y Alejandra Schuster Manríquez, su jefa de gabinete, quienes son vistos en el día a día de los pasillos de Palacio. A ellos se suman, en segunda fila, Benjamín Salas, Francisco Larraín, Jorge Ramírez, Alejandro San Francisco, Francisca Toledo y Francisca de Iruarrizaga, todos –según Gobierno Transparente– activos desde el 11 de marzo del 2018.

Para la mayoría son nombres desconocidos, y eso responde a la instrucción dictada –contaron en el Gobierno–, casi como Ley Marcial, que exige mantener un bajo perfil: que cualquier escándalo, mayor protagonismo o eventuales filtraciones devenidas desde sus escritorios pueden significar la salida inmediata del equipo de asesores del segundo piso de La Moneda. Así, ni el propio Larroulet ni ninguno de sus colaboradores están autorizados para dar entrevistas.

Prueba del éxito de esta fórmula y estilo de trabajo es el hecho de que Larroulet pasó absolutamente inadvertido durante la crisis que desató en el Gobierno el asesinato del comunero Camilo Catrillanca. Las caras visibles fueron Chadwick y el propio Piñera, a pesar de los cuestionamientos internos a la labor de Magdalena Salinas, asesora encargada del Plan Araucanía, quien fue designada por Larroulet.

La gestión de Larroulet ha estado marcada por varios errores políticos. El primero fue el polémico decreto del Minsal respecto del protocolo para la Ley de Aborto En Tres Causales que se envió sin aviso previo al presidente Piñera. Más tarde, fue la fallida propuesta de nombres para la conformación del directorio de TVN que no respetó la Ley de Cuotas. Ambos de responsabilidad absoluta del segundo piso, pero, más allá de tirones de oreja, las confianzas y estructuras no sufrieron ningún  rasguño.

[cita tipo=»destaque»]Para la mayoría son nombres desconocidos, y eso responde a la instrucción dictada –contaron en el Gobierno–, casi como Ley Marcial, que exige mantener un bajo perfil, que cualquier escándalo, mayor protagonismo o eventuales filtraciones devenidas desde sus escritorios pueden significar la salida inmediata del equipo de asesores del segundo piso de La Moneda. Así, ni el propio Larroulet ni ninguno de sus colaboradores están autorizados para dar entrevistas.[/cita]

Esa suerte de blindaje a la figura del poderoso jefe del segundo piso respondería –según señalaron en La Moneda– a las redes que mantiene el exministro de la Segpres al interior del Gobierno, que funcionan como “cortafuegos” y que contienen cualquier “atisbo de críticas a Larroulet”. A pesar de dicho círculo de protección, su dominio de la agenda política y comunicacional –de la mano del director de la Secom, Jorge Selume– le ha costado algunos roces con el núcleo más piñerista por los errores con respecto al conflicto en La Araucanía, pero que no han logrado mermar su poder.

Así, hoy Larroulet tendría mayores grados de responsabilidad, tanto política como administrativa, como un efecto directo de un escenario que se generó en el Gobierno y que estaba fuera de todo cálculo del Ejecutivo; esto es, el debilitamiento político que sufrió el ministro Chadwick tras el mal manejo que tuvo del caso Catrillanca. En Palacio aseguraron que hay cierto tipo de consultas que antes pasaban primero por Interior y que ahora llegarían directamente al escritorio de Larroulet, que está estratégicamente contiguo a la oficina del Mandatario.

El estilo Larroulet

Una de las cosas que destacan quienes trabajan codo a codo con quien ejerce el poder en las sombras de Palacio es su rigor intelectual y el trabajo de “puertas abiertas”, en equipo y siempre en un tono coloquial, lo que –afirmaron– hace del segundo piso de La Moneda un espacio mucho menos frío y árido de lo que puede parecer.

Larroulet tiene predilección por formar “cuadros jóvenes”, los que cumplen un estricto perfil y que son la base de los cuestionamientos a su gestión provenientes desde el oficialismo, principalmente desde Renovación Nacional, ya que el criterio que impone el economista para seleccionar elencos de trabajo deja “en exceso” a gente proveniente de la militancia de esta colectividad.

Los requisitos para entrar en el perfil que busca Larroulet para incorporarse a sus equipos son, además de ser jóvenes, estar ligados a la política universitaria; más que poseer grandes conocimientos técnicos, espera una familiaridad con el mundo político. El exministro, dijeron, busca principalmente liberales “a la vieja usanza” que hayan salido del semillero de la Universidad del Desarrollo, en la cual obtienen una fuerte influencia, principalmente por su cercanía con la figura del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín.

Desde la UDD, el paso prácticamente obligado es al instituto Libertad y Desarrollo, centro de pensamiento del gremialismo, del cual Larroulet fue una de sus figuras centrales. Así, desde dicho think tank salen sus colaboradores más cercanos, como Jorge Ramírez, que se desempeña como director de estudios del equipo de asesores, al igual que su jefa de gabinete. El ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, también compartió labores en Libertad y Desarrollo con Larroulet, al igual que la ministra de Energía, Susana Jiménez, de Educación, Marcela Cubillos y el titular de Economía, José Ramón Valente.

A pesar de su bajo perfil, es sabido en La Moneda que el espacio donde Larroulet goza de mayor dominio es la Segpres. La relación con el ministro Gonzalo Blumel es de larga data, forjada durante el primer Gobierno de Piñera, donde el hoy secretario de Estado fue su jefe de gabinete. Esta estrecha relación –agregaron desde Chile Vamos– marca “sobremanera su poder en la agenda legislativa” del Gobierno piñerista, lo que genera permanentes tensiones y roces con algunas bancadas del oficialismo.

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