Toda regla tiene una excepción que la confirma: en este caso se trató de la convocatoria transversal de la Asociación de Municipalidades de Chile del 15 de diciembre, que generó una entusiasta participación y que dio sustento social a la convocatoria al proceso de cambio constitucional. Sin este sustento, todo el proceso podría haber sido leído solo como una maniobra desesperada de la clase política por salvarse.
Para quienes niegan la importancia de la comunicación organizacional –en este caso política–, el Chile de 2019 es un verdadero laboratorio que demuestra cuán mal se pueden hacer las cosas en este ámbito.
En efecto, uno de los elementos desencadenantes del estallido social lo constituyeron las declaraciones destempladas de altos representantes de Gobierno: “Van a hacer vida social de madrugada en los consultorios”; “compren flores”; “levántese más temprano para aprovechar una tarifa más conveniente”; “reclaman cuando suben el pasaje del Metro pero no cuando suben los tomates”.
Luego, la aseveración reiterada del Presidente de la República de que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, sin identificarlo hasta el momento, contribuyó a caldear más los ánimos en la opinión pública.
Como si fuera poco, el ominoso informe “Big Data”, con sus conclusiones absurdas y del que nadie se ha querido hacer cargo, y las declaraciones presidenciales sobre montajes y participación extranjera en las imágenes de violaciones a los DDHH por parte de la policía, enrarecen aún más el ambiente.
Por el lado de la oposición las cosas tampoco andan bien. La sola consigna “El pueblo unido avanza sin partidos”, muestra hasta qué punto toda la clase política se encuentra cuestionada. Por su parte, las “funas” a representantes políticos como Boric y Auth muestran un canibalismo inconducente en las filas opositoras.
Pero toda regla tiene la excepción que la confirma: en este caso se trató de la convocatoria transversal de la Asociación de Municipalidades de Chile del 15 de diciembre, que generó una entusiasta participación y que dio sustento social a la convocatoria al proceso de cambio constitucional. Sin este sustento, todo el proceso podría haber sido leído solo como una maniobra desesperada de la clase política por salvarse.
Pero fue una excepción. Nadie garantiza que en el año entrante las cosas mejoren en materia de comunicación política. Sobre todo si los actores siguen siendo los mismos. Quienes además parecen no entender que las redes sociales son una caja de resonancia de todo acto comunicacional.