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Desde el apocalipsis a la guerra biológica: algunas versiones, más o menos conspirativas, sobre la pandemia Opinión

Desde el apocalipsis a la guerra biológica: algunas versiones, más o menos conspirativas, sobre la pandemia

Cristóbal Joannon
Por : Cristóbal Joannon Profesor del Instituto de Argumentación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
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Es imposible ir más allá de la cultura. Todo se vive localmente. Pase lo que pase en Chile, lo viviremos a la chilena. El asunto es serio, todos lo sabemos, pero abundará el humor y, por lo tanto, habrá alegría pese a todo. Así es como se ha generado todo tipo de teorías, algunas más conspirativas que otras, que es necesario saber para despejar la paja del trigo. Dos sitios webs norteamericanos pueden ser de gran ayuda: el de Centers for Disease Control and Prevention (conocido como CDC) y el de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.


Estos días nos hemos enterado de múltiples teorías sobre qué está pasando. En medios nacionales se ha hablado de una «pandemia de memes en internet». He consolidado aquí, con cierta neutralidad, algunas versiones que me han llamado la atención, en parte por su capacidad fantasiosa; no todas serían conspirativas. Dejo afuera ideas simplemente deschavetadas que incluyen elementos paranormales o de difícil clasificación. Esta es una suerte de catastro que podría tener alguna utilidad pública ante tanto ruido reinante producto de las habladurías y las fake news que se reproducen de manera frenética en las redes.

El virus no es intencionado

Estabilización de la naturaleza. Es sabia: hay demasiada gente en el mundo. Saltó un virus en un mercado de animales en China desde un murciélago a un extraño animalejo llamado Pangolín. Es una ternura. Parece increíble que la gente se lo coma. Más de alguien podría pensar que podría hacerse una especie de guitarrita con él. La propagación del virus es exponencial. Un darwinista podría explicarlo con claridad. Se trata de una reacción inmune de un sistema biológico cerrado llamado Tierra para atajar la propagación de un virus muy peligroso para ella: el ser humano. De manera que ha puesto a pelear un virus contra otro. Nosotros somos más inteligentes, pero podemos entrar rápidamente en pánico. Es un modo espontáneo que ella tiene para sobrevivir. Varios gurúes han hablado al respecto. Ella dispone de otros recursos, quizás más pavorosos, de los que es mejor ni enterarse. Luego de todo este caos el mundo volverá a ser como antes pero con menos gente. Tomará tiempo pero se retomará el rumbo: las personas finalmente tienen una forma de vivir bastante marcada. Nada puede detener el consumo, por ejemplo.

Es el Apocalipsis. Todos moriremos tarde o temprano en el corto plazo. Llegó nuestra hora. Está en la Biblia. Siempre se ha dicho pero la gente vive sin preocuparse de lo esencial.Nos hemos portado pésimo. No bastó con el diluvio. Toda la información que circula en la web es falsa. Es un virus mucho más devastador de lo que parece. Quizás se escapó desde un laboratorio y no han querido decirlo. Tal vez es la antesala de un meteorito del tamaño de Groenlandia que viene en camino que de paso podría sacar de órbita a la Luna. Los países que han cerrado sus fronteras han hecho lo correcto, pero en el fondo pretenden tapar el sol con un dedo. Nadie sabe qué está pasando en verdad. Hay que encerrarse o escapar ojalá ahora mismo, lejos, muy lejos. Disfrazarse de astronauta se justifica, pero a la larga la persona tendrá que sacarse el traje y la muerte lo estará esperando con una sonrisa y su afilada guadaña.

Este escenario a veces presenta un énfasis inquietante:

Usted tiene la culpa. Usted no escuchó a los predicadores ni a las agrupaciones religiosas preocupadas por este problema. Ellos no estaban perdiendo el tiempo. Usted no les abrió la puerta, no quiso oírlos pese al esfuerzo visible que hacían para decir una verdad arrolladora. Asúmalo: se equivocó. Si está asustado y no sabe qué hacer tendrá que aceptar que lo que le sucede es consecuencia de su escepticismo. Así es usted: siempre anda apurado subyugado por sus pequeños problemas. Ya es tarde. ¿Cómo es que ellos lo supieron con tanta precisión? No es el momento de averiguarlo, pero habrá que hacerlo en su momento si es que tal momento llega. Importante: quizás vuelva el Mesías o empiecen a sonar en las próximas semanas trompetas desde el cielo y se vean llamaradas de azufre y amoníaco. Si aparece un platillo volador no sería raro que sea el mismo que extinguió a la civilización maya.

El virus es intencionado

Fue diseñado por científicos. Gente con delantales que experimenta con monos y ratones. Gente que ha vivido de nuestros impuestos. Aquí entra el razonamiento tipo Sherlock Holmes: para saber quién fue es necesario plantearse quién se ve favorecido con este fenómeno que todos creen, equivocadamente, que es único: en la historia se ha repetido una y otra vez.

Tercera guerra mundial. Ya empezó. Sí, era con un arma biológica. Desde hace mucho se trabaja en ello. No es una bomba que se tira desde un avión. Se disemina como en las películas: en un mercado, en un tren, en un lugar lleno de gente. Revienta la economía global: todas las bolsas se van al suelo. No es improbable que las cosas vuelvan a la normalidad en el mediano plazo: hay que comprar ahora. Eso sólo lo pueden hacer los que tienen liquidez. Hay países en buen pie para hacerlo. Si China saca ventaja habrá que aplicarse en el estudio de ese idioma. Es difícil, pero con trescientos ideogramas bien memorizados es posible darse a entender y hacer negocios en sus términos.

Hong Kong. Es una insurrección imparable. Podría quitarle a China lo que más aprecia: la paz social, eso que en Chile está en suspenso. Revueltas como la chilena en un país con tanta gente iría contra la unidad del imperio más antiguo del mundo. De manera que se lanza un virus. Inmediatamente es detenido: en pocos días se construyen hospitales. Hay filmaciones de drones que muestran a decenas de bulldozers trabajando sin parar, incluso de noche. Mensaje para el país: somos capaces de contener esto. Mientras tanto Occidente colapsa. «Nosotros hacemos bien las cosas. Nadie más». Los que quieren separarse de China estarían equivocados. Las cosas en Hong Kong empiezan a calmarse.

Cuando todo vuelve a la normalidad en el mundo, la gente comienza a preferir la tecnología china. Es objetivamente más confiable. Vale lo mismo o es más barata que la occidental y está hecha por genios, los mismos que detuvieron el Apocalipsis con una efectividad demostrada.

Ataque privado. Aquí no hay países en juego. Lo hizo gente mala que quiere enriquecerse. Egoístas patológicos. Les pagaron a científicos o quizás robaron el virus corrompiendo a un guardia que tenía las llaves del laboratorio. Incluso pueden ser ellos mismos los creadores de la enfermedad. No les importa que el mundo se venga abajo mientras puedan conseguir lo que quieren. Comprarán barato. Se harán millonarios. Vivirán en islas en la mitad del mar en una fiesta permanente. Netflix hará un documental sobre ellos.Ahí algún biólogo experto sugerirá, mientras manipula tubos de ensayo y probetas con líquidos azules, que los que soltaron el patógeno también tienen la vacuna y el antiviral (y posiblemente otro virus bajo la manga en caso de que este consiga ser controlado).

Hay también una versión menos maligna: son personas que quieren hacerle un aporte a la humanidad y especialmente al planeta. Tienen las prioridades cambiadas, pero es su manera de pensar: se dieron cuenta que sólo con este tipo de cosas es posible bajar la sobrepoblación, causa principal de la crisis ecológica. Lamentan el fenómeno de masas que se ha desatado pero no se arrepienten.

Salvar el neoliberalismo. El virus en realidad fue liberado por Estados Unidos, el país donde el capitalismo ha funcionado de manera milagrosa, aunque haya graves problemas que nadie quiere ver ni asumir. Es un recurso desesperado para salvar a un pequeño país que padece una crisis que podría generar un efecto en cadena mundial: Chile. El neoliberalismo ahí entró en crisis. En ese lugar no hay cómo detener la violencia callejera. Se libera el virus y se apaga gradualmente la revuelta. No importa si hay que contaminar al planeta completo y poner justamente en riesgo el capitalismo. No queda otra. Todos en sus casas con miedo. Familias reunidas, abrazadas, junto a una vela. En las ventanas se ven luces de helicópteros. Con megáfonos se hacen llamados a la calma desde tanques a los que les han pintado cruces rojas. No es una serie: usted ahora está viviendo en tiempo real algo histórico, nunca visto. Son como unas vacaciones en modo pesadilla. ¿Cambiar la Constitución justo en el momento en que todo se cae a pedazos? ¿Arriesgar la vida en una protesta donde podríamos contagiarnos? Esas cosas no pasan en Occidente.La gente defiende ideas, pero no está dispuesta a dar su vida por ellas.

Esto no es nada

Se trata de una bronquitis fuerte y extraordinariamente contagiosa, sí, pero el fenómeno mismo sólo ocurre en nuestras mentes. Esta es la primera alucinación colectiva global, mucho más expresiva que la crisis del año 2000 de los computadores, en la que finalmente sólo fallaron unos pocos sistemas aislados. Esta vez prendió de verdad. Todos picaron. Comenzó la Edad de la Ficción Total. Más de un filósofo ha hablado de esto. Las redes están generando problemas verdaderamente serios. Magnificaciones descabelladas. Habrá que legislar pronto, darle una forma razonable a todo este desorden.

El fenómeno se parece en algo al atentado a las Torres Gemelas (y su eventual guerra nuclear) y a los grandes incendios recientes del Amazonas y de Australia, pero es algo mucho más cercano, más real. Es necesario tomar medidas radicales. Mientras más radicales, mejor. Un presidente que cierra sus fronteras, inspirado en películas de zombies, da una importante señal de decisión. Se acabaron por ahora los vuelos en avión. Habrá que vivir por un tiempo de otra manera. «Aquí nadie sobra, no importa si la economía se hace trizas». La posibilidad de su reelección crece también exponencialmente o subir su nivel de aprobación en las encuestas.

Una reflexión final

Es imposible ir más allá de la cultura. Todo se vive localmente aunque la crisis sea global. Pase lo que pase en Chile lo viviremos a la chilena. El asunto es grave, todos lo sabemos, pero no sería extraño que abunde el humor y por lo tanto habrá alegría pese a todo.

Barack Obama, un hombre de cuya inteligencia y prudencia nadie dudaría, recomienda escuchar a los científicos. Mientras más certeza menos miedo. Dos sitios webs norteamericanos pueden ser de gran ayuda: el de la Centers for Disease Control and Prevention (conocido como CDC) y el de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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