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Banco Central: autonomía limitada MERCADOS|OPINIÓN

Banco Central: autonomía limitada

Andrés Sanfuentes Vergara
Por : Andrés Sanfuentes Vergara Economista, académico. Presidente de BancoEstado entre el año 1990 y el año 2000.
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La experiencia de más de tres decenios ha sido positiva, pues la relación Gobierno-BC ha resultado favorable, incluso en momentos críticos como 1989, 1993 y la actual situación, cuando se han reforzado mutuamente, por ejemplo, las esferas monetaria y fiscal. La coordinación entre las entidades de Gobierno con el Banco Central a nivel institucional ha funcionado positivamente, pues sus campos de acción están definidos con nitidez y cada uno actúa en lo propio, con la necesaria información mutua.


Uno de los temas centrales de discusión en el debate constitucional será la modernización del Estado en sus múltiples aspectos, dilatada en forma preocupante, siendo una de las causas del estancamiento del país. Es claro que una respuesta completa requiere de una definición previa, el régimen político en que se ubicarán los diferentes entes estatales, ya que el presidencialismo extremo vigente requiere cambios, ya sea hacia un sistema parlamentario o una disminución de las facultades presidenciales. Por lo tanto, con esas limitaciones, tratar una situación específica como es el Banco Central (BC), tiene inconvenientes.

Según la Constitución, el Banco Central es un organismo autónomo, con patrimonio propio y de carácter técnico, pero esta condición ha sido cuestionada desde dos puntos de vista: su independencia y, por otra parte, cómo ejerce su condición. Además, hay comentarios sobre su estructura orgánica y ubicación en la estructura del Estado.

La independencia está contenida en la Constitución de 1980, en que se determinan sus características fundamentales, sin embargo, solamente tuvo efectos prácticos con la aprobación de la Ley Orgánica Constitucional (LOC) del 10 de octubre de 1989, que estableció la normativa que la rige hasta hoy.

[cita tipo=»destaque»]El debate más serio se da con la política cambiaria, en el sentido que no es prioritaria, en beneficio de la monetaria. El tipo de cambio importa poco frente a la tasa de interés, lo cual se traduce en que el precio de la moneda extranjera arroja variaciones insólitas y los movimientos de capital con el exterior incluso son contracíclicos. Ese problema explicaría que las exportaciones chilenas se han estancado y el PIB no crece. ¿Con qué tipo de cambio puede calcularse un proyecto de inversión? Consulte a la adivina.[/cita]

Como se observa, fue dictada poco antes que asumiera el Gobierno del Presidente Patricio Aylwin, ocasionando la crítica que se trataba de otra ley de amarre de la dictadura, ya que condicionaba su modificación a una mayoría de los 4/7 de los parlamentarios en ejercicio, cuando en el Senado permanecía un grupo de parlamentarios designados por Pinochet.

La LOC determina la composición, funciones, atribuciones y organización del BC y buscaba limitar el poder de los gobiernos en la administración de sus políticas monetarias y fiscales, entre ellas, la prohibición de otorgar financiamiento al fisco. La función esencial de la institución es “velar por la estabilidad de la moneda y el normal desenvolvimiento de los pagos internos y externos”, de lo cual el “instituto emisor” ha privilegiado como elemento básico de su accionar mantener controlada la inflación (¿único?), descuidando otros fines como la estabilidad financiera, que incluye un mercado cambiario sin alteraciones.

Al inicio, varias preocupaciones existieron, especialmente entre los partidarios del nuevo Gobierno: esta isla autónoma en su coordinación con el Poder Ejecutivo, especialmente en momentos de dificultades económicas, a lo cual se agrega la cooperación con las políticas económicas que se ejecutan.

La experiencia de más de tres decenios ha sido positiva, pues la relación Gobierno-BC ha resultado favorable, incluso en momentos críticos como 1989, 1993 y la actual situación, cuando se han reforzado mutuamente, por ejemplo, las esferas monetaria y fiscal. La coordinación entre las entidades de Gobierno con el Banco Central a nivel institucional ha funcionado positivamente, pues sus campos de acción están definidos con nitidez y cada uno actúa en lo propio, con la necesaria información mutua.

En ese sentido, aparece reconocida la necesidad que una buena coordinación, tanto en lo público como en lo privado, debe establecerse con claridad una responsabilidad única en la actividad en cuestión. El Gobierno no interviene en la política crediticia del Central, y este, en el manejo presupuestario fiscal. Sin embargo, la LOC dice que “el Consejo, al adoptar sus acuerdos, deberá tener presente la orientación general de la política económica del Gobierno”.

La positiva experiencia de este caso ha sido reconocida tanto a nivel nacional como internacional, a pesar de que existen ámbitos que se pueden mejorar, como se menciona en algunos debates. Por ejemplo, hay voces que no aceptan la plena autonomía del Central y sostienen que debería depender del Ministerio de Hacienda para mantener un mando único. Sin embargo, se perdería la ventaja de los necesarios contrapesos en las políticas, con el peligro “de colocar todos los huevos en la misma canasta” y de buscar objetivos únicos o de corto plazo en las acciones políticas, con los riesgos naturales que implica.

Otra observación planteada es involucrar al BC en políticas adicionales, como reforzar el empleo laboral o el fomento productivo. Se ha propuesto incorporar al presidente del Consejo del BC a la CMF, dependiente de Hacienda. Sería menoscabo. Son casos en que no se valora la experiencia desalentadora de los comités intersectoriales en que no hay responsables designados, nadie a quien “pasarle la cuenta” (por ejemplo, los interminables años de la política de migraciones que por fin es ley; la anterior era de 1975, “el tiempo de la cocoa”). ¡Hay que modernizarse, muchas ideas añejas!

Se ha observado que el mecanismo de designación de los consejeros implica largas permanencias (10 años) en pares bianuales. Se puede discutir, pero hasta ahora el Consejo ha mostrado pocas discrepancias y espíritu unitario. No sería adecuado que los designara el Gobierno en su inicio.

Otro aspecto en debate es el tipo de control político que tiene el BC, circunscrito a la presencia del ministro de Hacienda a las sesiones del Consejo y su derecho a veto a algunos acuerdos de esa instancia. Por otra parte, el Banco debe presentar al ministro y al Senado una memoria anual y un informe acerca de las políticas y programas que aplicaría al año siguiente, así como una evaluación de las que está siguiendo.

El debate más serio se da con la política cambiaria, en el sentido que no es prioritaria, en beneficio de la monetaria. El tipo de cambio importa poco frente a la tasa de interés, lo cual se traduce en que el precio de la moneda extranjera arroja variaciones insólitas y los movimientos de capital con el exterior incluso son contracíclicos. Ese problema explicaría que las exportaciones chilenas se han estancado y el PIB no crece. ¿Con qué tipo de cambio puede calcularse un proyecto de inversión? Consulte a la adivina.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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