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Envejecimiento: más allá de “El Agente Topo” CULTURA|OPINIÓN

Envejecimiento: más allá de “El Agente Topo”

Paulina Falcón
Por : Paulina Falcón Investigadora Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Fundación Ciencia & Vida.
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Dentro de la visión positiva, la extensión de la esperanza de vida de la población representa una gran oportunidad, que otorga más libertad a las personas en búsqueda de nuevos horizontes sin restricción de tiempo, como lo señaló en Instagram Sergio Chamy al momento de abordar por primera vez, en sus 87 años, un avión fuera de Chile. “Les cuento que me propusieron una nueva misión y no saben todas las vueltas que le di. No me decidía, pero pensé en la forma en que la gente habla de las personas mayores. Siempre pensando en las enfermedades, en el final de la vida… y me di cuenta que la clave es buscar nuevos comienzos y no pensar en lo que se acaba”. Una publicación que se hizo viral en todas las redes sociales y que convirtió a “Don Sergio” en tendencia mundial en Twitter. Esperemos que esta visibilización del envejecimiento sea más que un interés pasajero por una película, cuyo principal logro es que nuestra sociedad empatice con un hombre octogenario, que está demostrando que aún es tiempo de nuevos horizontes y que tras este éxito cinematográfico hay una realidad que debemos enfrentar. Porque el envejecimiento va más allá de “El Agente Topo”


El agente topo”, la película chilena nominada al Oscar como “Mejor Documental”, basa su éxito en abordar un tema universalmente difícil para la cultura occidental: la vejez. De manera real nos acerca a una etapa de la vida que muchos prefieren ignorar, principalmente por temor, porque sabemos que “llegar a viejo” en nuestra sociedad significa vulnerabilidad y abandono. Tal como lo refleja la cámara de Maite Alberdi a través de la percepción de “Don Sergio”.

Cuando escuchamos la palabra “viejo” inmediatamente pensamos en algo que ya no sirve o que hay que desechar, probablemente dejar en un lugar donde “no moleste”. ¿Pero qué pasa cuando el adjetivo “viejo” se aplica para referirse a una persona? ¿Cuándo comenzamos a creer que ser “viejo” era algo que debíamos evitar?

La revolución industrial, como proceso sociológico impactó no solamente en la economía, también en la forma en que el ser humano se percibía a sí mismo. El cuerpo, pasó a considerarse una máquina, un sistema económico, que junto al desarrollo de nuevas tecnologías abrieron paso a la era Moderna, una sociedad centrada en la producción, que consagró el individualismo y donde el interés no se dirigió a observar el envejecimiento y su complejidad.

Durante mucho tiempo, el territorio del entendimiento de la vejez emanó exclusivamente desde la geriatría, una disciplina de la medicina. En los últimos 60 años nació y se ha desarrollado de a poco el campo de la biogerontología, o el estudio de la Biología del Envejecimiento. Pero ni la geriatría ni la biogerontología se hacen cargo de la construcción cultural que la sociedad moderna ha forjado entorno a la vejez. En un mundo donde la población envejece, las enfermedades asociadas a esta etapa representan un desafío central para la salud pública. Con esto en mente, surge la pregunta ¿con qué fin realizamos investigación del ageing? ¿Queremos acaso ser eternos? Ciertamente tenemos el deber ético de morir.

Inevitablemente la investigación del campo del ageing va a conllevar mejoras en la salud de los grupos etarios mayores y su consecuente extensión de la expectativa de vida. Esto va a tener serias implicancias para la sociedad, algunas proyecciones son optimistas, mientras que otras no lo son tanto.

Dentro de la visión positiva, la extensión de la esperanza de vida de la población representa una gran oportunidad, que otorga más libertad a las personas en búsqueda de nuevos horizontes sin restricción de tiempo, como lo señaló en Instagram Sergio Chamy al momento de abordar por primera vez, en sus 87 años, un avión fuera de Chile. Les cuento que me propusieron una nueva misión y no saben todas las vueltas que le di. No me decidía, pero pensé en la forma en que la gente habla de las personas mayores. Siempre pensando en las enfermedades, en el final de la vida… y me di cuenta que la clave es buscar nuevos comienzos y no pensar en lo que se acaba”. Una publicación que se hizo viral en todas las redes sociales y que convirtió a “Don Sergio” en tendencia mundial en Twitter. Esperemos que esta visibilización del envejecimiento sea más que un interés pasajero por una película, cuyo principal logro es que nuestra sociedad empatice con un hombre octogenario, que está demostrando que aún es tiempo de nuevos horizontes y que tras este éxito cinematográfico hay una realidad que debemos enfrentar. Porque el envejecimiento va más allá de “El Agente Topo”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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