Publicidad

A días de la segunda vuelta de gobernadores, Karina Oliva y Claudio Orrego abordan el mayor de sus desafíos: terminar con la brutal desigualdad de la RM

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
Ver Más

El próximo 13 de junio, Karina Oliva y Claudio Orrego se someterán a la votación popular para definir quién de ellos tendrá la misión de ser el primer gobernador o la primera gobernadora de la Región Metropolitana, en cuyo cargo se mantendrá cuatro años quien venza, con posibilidad de ampliarse a ocho si obtiene la reelección. Tras aceptar una invitación de El Mostrador para dar a conocer a la ciudadanía sus posturas sobre cómo resolver la gran desigualdad en materia de justicia urbana, seguridad y medioambiente que caracteriza a la RM, los candidatos coincidieron en los diagnósticos y se diferenciaron en las propuestas de solución para resignificar Plaza Italia, acorralar al narcotráfico y terminar con las zonas de sacrificio, como la comuna de Tiltil, que padece de todas las externalidades negativas del progreso del Gran Santiago.


A menos de dos semanas de que se lleve a cabo la segunda vuelta de las elecciones a gobernadores regionales, El Mostrador reunió a los candidatos por la Región Metropolitana (RM), Karina Oliva (FA), por el pacto Apruebo Dignidad, y Claudio Orrego (DC), por Unidad Constituyente, a debatir sobre uno de los principales desafíos que enfrentará el gobernador o la gobernadora en su gestión de cuatro años al mando del Gobierno Regional: abordar la brutal desigualdad que existe en la RM y especialmente en la ciudad de Santiago, donde la inequidad es multidimensional.

Desigualdad urbana

“La Región Metropolitana nunca se ha planificado históricamente, siempre se ha ido construyendo en una lógica que incluso los urbanistas llaman expulsión de la gente desde la neuralgia del desarrollo hacia las periferias”, dispara a modo de diagnóstico la candidata del FA, Karina Oliva. Para la cientista política –que define su programa como «feminista y popular»–, una de las formas de reducir esta desigualdad es través de revertir la masculinización en el diseño de las ciudades y en cómo se enfrentan los problemas.

“Tenemos que abordar un proceso de masculinización, porque también la ciudad ha estado marcada bajo ciertos roles de género. Cómo está pensada la ciudad tiene un impacto en cuanto a quienes tienen la posibilidad de vivir en estos centros o comunas más cómodas”, sostiene.

Es clave, entonces, para Oliva, que la planificación urbana “tiene que tener como objetivo derrumbar las desigualdades en materia de género para contribuir a que las otras no sigan permeando y avanzar perfectiblemente hacia la democracia”.

Para Claudio Orrego, en cambio, la desigualdad urbana no solo se expresa en lo socioeconómico, sino «que fundamentalmente en los territorios”.

“Las 18 comunas rurales son comunas sin agua, sin buena locomoción. Las comunas de la zona sur de Santiago tienen menos dotación policial, menos presupuesto municipal. En cualquier lugar del mundo, los municipios de comunas más pobres, con más necesidades, tienen más recursos. Aquí ocurre exactamente al revés. Hay comunas donde se concentran ciertas actividades que son peligrosas o contaminantes, en otras no. Vivir en una comuna de la zona sur de Santiago, como La Pintana o San Bernardo, no tiene nada que ver con vivir en comunas del sector oriente, y hay dos cosas que lo agravan: no hemos medido bien la desigualdad urbana. Segundo, la ciudad está fraccionada”, señala el exintendente de RM en el segundo Gobierno de Michelle Bachelet.

El punto para Orrego es que la gobernación representa una oportunidad para rediseñar el territorio y, así, contribuir a disminuir la desigualdad y avanzar en justicia urbana.

“Por primera vez en la historia, vamos a tener un Gobierno de la región y de la ciudad que le va a responder a la ciudadanía, que no va a ser solamente un encargado del orden público, y que va a tener por objeto planificar la ciudad y la región de una manera integral. El gran rol de este gobernador va a ser planificar el territorio entero. La Gobernación es un instrumento de justicia territorial”.

Resignificación de Plaza Italia

Desde siempre el centro neurálgico para las celebraciones deportivas o concentraciones políticas ha sido Plaza Italia, Plaza Baquedano o Plaza de la Dignidad, como se la ha rebautizado simbólicamente tras el estallido social de octubre de 2019.

Aunque para ambos candidatos mantener esa condición pasa por resignificar ese espacio y dotarlo de un sentido cívico, Karina Oliva pone el acento en el reconocimiento de que allí hubo víctimas de violaciones de los derechos humanos, por lo que una de sus propuestas –junto con crear un centro cívico democrático donde la ciudadanía pueda encontrarse– es el levantamiento de un memorial por las víctimas del estallido. “El recuperar espacios de memoria por víctimas a violaciones de derechos humanos es fundamental en una recomposición democrática”, sostiene Oliva. Para ella, el concepto de «Dignidad» es lo que mejor refleja la confluencia de sentimientos y demandas que se expresaron de forma masiva durante y después del estallido en la llamada zona cero, por lo que debería cambiarse el nombre a Plaza de la Dignidad.

Para Claudio Orrego, en tanto, es relevante dejar «muy en claro» que la Alameda ni Plaza Italia partieron el 18 de octubre, sino que su historia es mucho más larga. En cuanto a la resignificación, el candidato democratacristiano propone que hay que reconocer que en el lugar, efectivamente, hubo violaciones de los derechos humanos, que también fue el espacio en el que se autoconvocó la marcha más grande desde el retorno a la democracia, la «marcha del millón», pero que también es el lugar donde el vandalismo y los disturbios han coexistido.

Respecto del nombre, Orrego adelantó que eso podría darse luego de una de participación ciudadana y que hay que hacerlo a «escala metropolitana».

«No es solamente el que vive o el que fue a protestar ahí, es la ciudad la que tiene que resignificar el lugar”, afirmó.

Desigualdad en la seguridad y en control de la delincuencia y el narcotráfico

Para abordar el tema de la desigualdad en materia de seguridad, Claudio Orrego sostiene que son cuatro las dimensiones que hay que tomar en cuenta. «Primero, la desigual distribución de recursos de los municipios. La segunda, es que Carabineros distribuye a los carabineros de manera desigual. Hay más carabineros por habitante en el sector oriente que en el resto de las comunas. Tercero, los carabineros que se envían a esas comunas no son los mejores. Y por último, los delitos no están igualmente concentrados”.

“El Gobierno tiene tres roles fundamentales: ejecutar el gasto del Gobierno regional. Segundo, el tema psicosocial. Chile invierte el 90% en represión y el 10% en prevención. Por último, el rol de coordinación. Tenemos que tener un consejo regional de seguridad pública”, propone el candidato de Unidad Constituyente. Si bien Oliva, del pacto Apruebo Dignidad, comparte la creación del Consejo de Seguridad, agrega que este debe ser paritario, no solo en cuanto a las decisiones sino también respecto de la comprensión del delito, dado, por ejemplo, que en delitos de microtráfico este está concentrado mayoritariamente en mujeres.

“El Gobierno regional tiene que generar condiciones para que la calidad de vida de las personas se mejore, pero también políticamente para mejorar los ingresos, para que el narcotráfico no sea quien llegue primero que el Estado”, reflexiona la candidata del FA.

Zona de sacrificio y desigualdad ambiental

Siendo la desigualdad ambiental una de las más trágicas, a los candidatos se les consultó sobre cómo focalizar sus atribuciones de planificación territorial para no condenar a las zonas de sacrificio como Titil a la muerte.

«El drama del Tiltil», apunta Orrego, no es «solamente la acumulación (de basura), además no tenían agua, no tenían un transporte, una pasarela para poder cruzar. Han mandado lo que nadie quiere en la región para acá y no se compensa”. Dado este diagnóstico, opina que claramente hay que repartir las cargas ambientales, pero también se requiere de fiscalización y compensación. 

“Un Estado raquítico en materia medioambiental borra con el codo todo lo que escribe con la mano”, reflexiona.

En opinión de Karina Oliva, cuando se habla de planificación, «tenemos que pensar en dos cosas elementales, primero, cambiar las matrices productivas de la Región Metropolitana y las matrices energéticas. No puede ser que en la Región Metropolitana, en pleno siglo XXI, mantengamos termoeléctricas a base de petróleo”.

“Cuando pensamos la planificación territorial, tenemos que pensarla no solo inmediatamente, sino que también pensar en el futuro. Tenemos que erradicar el paradigma del sacrificio”, sostiene.

Publicidad

Tendencias