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Pueblo mapuche, una vida dramática Opinión Crédito: Archivo

Pueblo mapuche, una vida dramática

Andrés Sanfuentes Vergara
Por : Andrés Sanfuentes Vergara Economista, académico. Presidente de BancoEstado entre el año 1990 y el año 2000.
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La evolución de La Araucanía, antes de integrarse totalmente a la República de Chile, también tuvo etapas pintorescas, no solo conflictos, como en 1862, cuando fue coronado como rey Orélie Antoine I por los caciques nativos, a quienes conquistó de manera extraña. De vuelta a Francia, pretendió ser colega del soberano, lo cual obviamente no logró, aunque algunos analistas sospechan que habría planteado que podría establecerse una colonia francesa en América del Sur. Después de su fracaso, volvió a La Araucanía en 1870-71, pero el Gobierno chileno intentó encarcelarlo con la acusación de que estaba loco. Después de algunos meses logró que la diplomacia francesa lo enviara a su patria vía Argentina. Da para novelas.


El pueblo mapuche no es un Estado, nunca lo fue. Careció de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial autónomos, con poder y respetados. Lo más cercano fueron las reuniones para designar a los toquis en épocas bélicas, mandatados en sesiones de lonkos, en una especie de Parlamento pero solo en períodos de guerra. Cada cacique mandaba en su territorio y resolvía los conflictos locales en que debía mantener el orden de su comunidad. Siempre fue una colectividad dispersa.

Con los mapuches argentinos no solo compartían el mismo origen, sino que estaban asociados en el Gulumapu territorial desde la Colonia, con parecidas asociaciones e historias con los respectivos gobiernos nacionales, hasta ser derrotados en épocas similares.

El relato histórico sobre la incorporación de La Araucanía a la República de Chile abunda en imperfecciones y simplificaciones y solo en la segunda mitad del siglo XX empezó a mostrar su verdadera complejidad, alejada de la ingenuidad de los textos escolares de hace algunos decenios.

El río Biobío no constituía una muralla infranqueable. Los escritos recientes demuestran que existía un comercio permanente entre ambos lados del río y locales establecidos. Los mapuches vendían carne deshidratada, charqui, sal, ganado, trigo (hasta California y Australia), madera, platería, tejidos y telares, y compraban las manufacturas que se utilizaban en su vida diaria, como armas de hierro, herramientas, instrumentos de labranza, baratijas y vino.

La “Pacificación de La Araucanía” no fue un proceso en que el protagonista principal fuera Cornelio Saavedra, en la derrota a los mapuches y la asimilación al gobierno chileno. Es una imagen simplificada, pues el conflicto duró más de 20 años y con períodos intermedios de paz (1862-1883). El avance en el territorio se caracterizó por la construcción de fuertes muchas veces cercanos a los ríos regionales. Desde Traiguén (93 km), Angol (132 km) y Mulchén (152 km), la meta era llegar al actual Temuco. En la medida que se avanzaba hacia el sur, se incorporaba a las nuevas tierras agrícolas a colonos, granjeros y estafadores; el Gobierno vendía los predios utilizando las mercedes de tierras para cercanos e indígenas, con los cuales pactaba favores para tenerlos como partidarios, incluso con remuneraciones a los lonkos asociados. En este conflicto ambas partes disponían de espías de lado y lado, que les permitía conocer de antemano la preparación de los planes de combate.

Para conocer la realidad de La Araucanía en las primeras etapas, cuando se incorporaban colonos, nuevos agricultores, el bandidaje y las condiciones de vida de los mapuches, conviene leer a Francisco Grin (1888) y Gustave Verniory, que en sus condiciones de extranjeros presentan una visión objetiva de los acontecimientos de la época.

Los acuerdos de paz ocurrieron luego del comienzo de la Guerra del Pacífico, en la cual se concentraron los esfuerzos gubernamentales, lo que permitió que los mapuches pudieran lograr unión y poderío y trataran de destruir los nuevos fuertes, y constituyó el mayor estímulo para la unión combativa de los líderes mapuches.

Los mapuches, a pesar de su fuerte resistencia, terminaron derrotados y abusados por el despojo de su territorio y forma de vida. En cada caso perdían sus rucas y les robaban su ganado.

En este largo proceso se buscaron diversos tipos de aproximaciones que redujeran la tensión, como la actuación de los misioneros, en especial jesuitas, franciscanos y monjas, los capitanes de amigos y comisarios de naciones y los “parlamentos” para buscar acuerdos entre ambas partes, como el tratado de Tapihue de 1825, violado en varias ocasiones.

El conflicto se vio favorecido para las fuerzas gubernamentales con la llegada de militares con la experiencia de la Guerra del Pacífico, con armas modernas, a lo que se sumó la extensión de la red ferroviaria y el transporte marítimo, que facilitaba el desplazamiento de tropas.

La derrota mapuche trajo consigo efectos importantes, ya que intensificó la migración urbana hacia ciudades establecidas como Concepción y Santiago o nuevos centros, como Temuco. Las “reducciones” hacia las cuales fueron desplazados los indígenas, en el suroeste de La Araucanía, tenían tierras de baja calidad agrícola, con lo cual se generó pobreza en la vida rural, provocando la migración en la búsqueda de una mejor calidad de vida y trabajos calificados, evitando los abusos y pillajes de los chilenos invasores. Algunos buscaron refugio en Argentina, hacia Puelmapu. Con la salida de autóctonos se debilita la causa mapuche por un largo período, hay pérdida de valores culturales y se debilita la categoría de pueblo. Hacia fines de 2020, el 80% vivía en ciudades.

La evolución de La Araucanía, antes de integrarse totalmente a la República de Chile, también tuvo etapas pintorescas, no solo conflictos, como en 1862, cuando fue coronado como rey Orelie Antoine I por los caciques nativos, a quienes conquistó de manera extraña. De vuelta a Francia, pretendió ser colega del soberano, lo cual obviamente no logró, aunque algunos analistas sospechan que habría planteado que podría establecerse una colonia francesa en América del Sur. Después de su fracaso, volvió a la Araucanía en 1870-71, pero el Gobierno chileno intentó encarcelarlo con la acusación de que estaba loco. Después de algunos meses logró que la diplomacia francesa lo enviara a su patria vía Argentina. Da para novelas.

Referencias: Sergio Villalobos, José Bengoa, Pedro Cayuqueo, Guillermo Parvex, Claudio Gay, Martín Correa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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