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Limpieza húmeda versus limpieza seca, un desafío solar para combatir la huella de carbono CULTURA|OPINIÓN

Limpieza húmeda versus limpieza seca, un desafío solar para combatir la huella de carbono

Actualmente la forma preferida para lavar paneles es mediante una hidrolavadora manual. Esto requiere consumo de agua que paradójicamente… no tenemos (por lo menos no en las zonas con escasas precipitaciones). Aquí entramos en un “loop” un tanto contradictorio… ponemos paneles para mejorar el medio ambiente y para limpiarlos usamos agua y eso hace que dicho recurso disminuya tristemente. Agua que, aunque no lo parezca, es un recurso más escaso que la electricidad.


Actualmente Chile se encuentra atravesando una sequía innegable, que puede observarse en los reportes anuales de la Dirección Meteorológica de Chile. La sequía actual se inició en 2008 y dura hasta la actualidad. En la Región Metropolitana, todo el año 2019 y parte de 2020 han sido catalogados como extremadamente secos.

Lo anterior, junto con el cambio climático, no nos entrega una buena perspectiva a futuro, ya que un aumento de la temperatura promedio hará que la sequía se intensifique aún más.

La única alternativa es disminuir nuestra huella de carbono, y es algo que se está iniciando de forma muy paulatina, no sólo en el mundo sino también en nuestro país. Entonces alguien podría decir, ¿qué tiene que ver el agua con la huella de carbono? Bueno, resulta que para que un panel solar funcione de forma óptima es necesario limpiarlo y con qué lo haremos… no hay duda… con agua potable.

En general, un panel solar se ubica en regiones que usualmente son áridas, con un promedio de insolación alto y pocas precipitaciones anuales. Claro que nada impide instalar paneles en Valdivia o Puerto Montt, pero la radiación solar en dichas zonas puede llegar a ser de 50% a 60% de lo que llega a Santiago. En cambio, en las regiones del norte las condiciones son altamente favorables para aprovechar el recurso solar.

Por lo anterior, resulta óptimo que en las regiones del norte podamos aprovechar el sol al máximo, mientras que hacia el sur hagamos lo mismo con el viento. Pero claro, las zonas áridas no están libres del polvo y la tierra que se depositan sobre los paneles y hacen que su eficiencia disminuya. No solo eso, sino que la acumulación de suciedad en distintos lugares de un panel puede generar que el mismo comience a fallar. Entonces no queda más que limpiarlos.

Actualmente la forma preferida para lavar paneles es mediante una hidrolavadora manual. Esto requiere consumo de agua que paradójicamente no tenemos, por lo menos no en las zonas con escasas precipitaciones. Aquí entramos en un “loop” un tanto contradictorio: ponemos paneles para mejorar el medio ambiente y para limpiarlos usamos agua, y eso hace que dicho recurso disminuya tristemente. Agua que, aunque no lo parezca, es un recurso más escaso que la electricidad.

Claro que para el usuario de autoconsumo amparados por la ley de Netbilling 20.571 y su reemplazo/actualización 21.118, lavar los paneles no significa mucho más de lo que uno gasta al lavar un auto. Pero, ¿qué hay sobre las empresas, escuelas o instituciones que apuestan a un desarrollo sustentable? Estas organizaciones poseen un consumo muy por encima de una casa promedio. Ahí la cosa se vuelve algo más desafiante, lavar sus paneles puede costar hasta 1,5 dólar por kilowatt y eso es sólo por el servicio, aquí no estamos contando el gasto de agua.

Actualmente existen soluciones de limpieza en seco, pero son extremadamente costosas, estamos hablando de robots especializados que barren los paneles de la misma forma que estas aspiradoras robot que dan vueltas solas por la casa.

Pero no todo son problemas, existe una luz al final del túnel. Como toda tecnología nueva, al principio tal vez no es alcanzable para todos, pero tenemos la infraestructura y la capacidad de desarrollo e innovación para poder generar estas tecnologías aquí en Chile. Es cuestión de tiempo hasta que podamos tener nuestros propios sistemas de limpieza “Made in Chile”.

Mientras estas soluciones, que ya existen, llegan a nuestra puerta, lo que podemos hacer ahora es comenzar a cuidar el agua lo más posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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