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Chile 2020-2030: futuro esplendor Opinión

Chile 2020-2030: futuro esplendor

«El desafío de retomar un mayor crecimiento con miras a la próxima década debe venir desde diferentes áreas. Cuando lo pasamos mal muchas veces no es fácil ver el vaso medio lleno, pero la verdad es que la exitosa licitación eléctrica es un ejemplo de cómo debemos actuar, y debe servir para generar un optimismo mayor e impulsar otras medidas con este mismo fin».


Hace pocos días el Banco Central presentó su informe económico trimestral (IPoM). Tradicionalmente, el documento publicado en septiembre de cada año, además de ser presentado en la Sala del Senado, incluye una actualización de las estimaciones de las variables fundamentales de la economía chilena. Ellas simbolizan nuestra situación estructural, con un horizonte a mediano y largo plazos.

Para nadie es una novedad que estos parámetros han sufrido un deterioro en los últimos años, tanto para Chile como para el mundo desarrollado. Nuestra estimación, en línea con la del Banco Central, es que durante la presente década, el país ha perdido alrededor de un punto porcentual de crecimiento de mediano plazo. Por eso, qué hacer para cambiar el rumbo y aumentar la capacidad de crecimiento de la economía es hoy un debate abierto, que requiere del aporte de todos: técnicos, políticos, mundo empresarial, trabajadores, etc.

A pesar de las malas noticias y las bajas expectativas del día a día, tenemos antecedentes concretos para ser más optimistas, con el enfoque puesto en la próxima década. Ejemplo de ello es la exitosa licitación eléctrica, donde se obtuvieron precios históricamente bajos y con un gran interés reflejado en la cantidad de participantes. El resultado de este proceso representó un verdadero shock de optimismo, que tendrá un impacto directo sobre la productividad de la economía y nuestra capacidad de crecimiento. Sin duda, este hecho marca un precedente importante, particularmente por la pérdida de competitividad experimentada específicamente por este ítem durante los últimos años.

Sin embargo, hay ejes fundamentales en los que se debe trabajar a toda prisa. En primer lugar, existe la necesidad de avanzar en la descentralización del país. Una nación que basa la mayoría de sus actividades en una región está acotada a las posibilidades de mejora de esta. Así, impulsar el desarrollo de distintos polos en otras zonas o localidades del país se traduciría en un incremento importante en el potencial de crecimiento. Este hecho generaría un positivo impacto en obras de infraestructura y conectividad, las que directamente mejoran el dinamismo económico.

Por otro lado, el mercado del trabajo también presenta profundos desafíos. En primer lugar, se requiere reforzar las competencias de los trabajadores mediante una capacitación precisa y focalizada, una formación acorde a las necesidades de los trabajos actuales, y ojalá un sistema de certificación de competencias, las que sean reconocidas por el mercado laboral. Este reto también incluye incorporar a jóvenes y adultos en una etapa laboral más avanzada (más de 55 años) a la fuerza laboral. Es necesario volver a encantarlos e integrarlos en la forma actual de trabajar, actualizándolos en el uso de las tecnologías. Trabajadores con las competencias adecuadas, mejor instruidos y motivados, sin duda aportan a la productividad del país.

Como vemos, el desafío de retomar un mayor crecimiento con miras a la próxima década debe venir desde diferentes áreas. Cuando lo pasamos mal muchas veces no es fácil ver el vaso medio lleno, pero la verdad es que la exitosa licitación eléctrica es un ejemplo de cómo debemos actuar, y debe servir para generar un optimismo mayor e impulsar otras medidas con este mismo fin. Solo en cinco años más sabremos si hicimos bien las tareas o si todavía necesitamos de más tiempo y otros impulsos para tener un futuro más esplendoroso.

Camilo Vio
Economista Banco Santander

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