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FMI:  Repunte de la economía será moderado por «persistentes debilidades internas» Advierte sobre el clima empresarial y la gobernabilidad

FMI: Repunte de la economía será moderado por «persistentes debilidades internas»

La entidad dice que la región tocó fondo en 2016 y espera que la actividad económica retome el ímpetu en 2018 en la región, «pero a un ritmo más lento de lo que se había previsto, en tanto que se proyecta que el crecimiento a mediano plazo permanezca alrededor de un modesto 2,6 por ciento». Para Chile mantuvo sus proyecciones de crecimiento en 1,7% para este año y 2,3% para 2018. Destaca eso sí que los exportadores de metales, como Chile y Perú, parecen ya haber llevado a cabo el ajuste al shock negativo. Señala como prioridades «eliminar los cuellos de botella estructurales para respaldar y estimular el crecimiento», así como «mejorar la educación y la calidad de la infraestructura, promover más la participación laboral de la mujer donde esta sea baja, y realzar el clima empresarial y la gobernabilidad».


El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a apuntar al escenario interno de Chile como uno de los factores que inciden en la desaceleración del país y el bajo crecimiento.

De acuerdo a una publicación en el blog de la entidad internacional, firmada por Alejandro Werner (Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI), indica que «pese a cierta mejora de las condiciones externas, las perspectivas para Chile siguen siendo moderadas debido a persistentes debilidades internas».

Sin embargo, detalla que desde el organismo mantienen las perspectivas de crecimiento para el país en 2017, donde prevén un alza de 1,7%, «apenas una leve mejora con respecto al 1,6 por ciento registrado en 2016», según señalan, y un 2,3% para 2018.

En el análisis destacan además que en muchos países de la región «las perspectivas están dadas por el ajuste que están experimentando los saldos externos y fiscales en respuesta a un fuerte shock en los precios de las materias primas», donde precisa que «el déficit en cuenta corriente de la región se corrigió en 2016 después de que alcanzara un máximo en 2015. En el caso de los exportadores de materias primas, los exportadores de metales (como Chile y Perú) parecen ya haber llevado a cabo el ajuste al shock negativo de los términos de intercambio».

Agrega que «la divergencia de los resultados de crecimiento está disminuyendo porque las profundas contracciones en algunas de las economías más grandes están llegando a su fin, pero aún se observan diferencias importantes entre las tasas de crecimiento».

«En América del Sur, el crecimiento tocó fondo en 2016», es la conclusión respecto al curso recién pasado, precisando que «factores internos, agravados por un fuerte shock en los términos de intercambio, hicieron mella en el desempeño económico de la región y dieron lugar a marcadas recesiones en algunas de las principales economías».

Pese a esto, dice que «espera que la actividad económica cobre aún más ímpetu en 2018, pero a un ritmo más lento de lo que se había previsto, en tanto que se proyecta que el crecimiento a mediano plazo permanezca alrededor de un modesto 2,6 por ciento».

Entre los principales riesgos de la región vuelve a exponer a los factores internos, como preocupaciones por temas de corrupción en algunos países y elecciones en el horizonte, así como un agudizamiento de los riesgos externos, «en particular una mayor incertidumbre acerca de las políticas en el resto del mundo, una creciente ola de nacionalismo económico en las economías avanzadas y un potencial endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. Las perspectivas de cada país dependerán de la interacción entre estos factores externos e internos».

El análisis agrega además que «las condiciones externas están mejorando gracias a un leve repunte de la demanda de países de importancia clave y una cierta recuperación de los precios de las materias primas, así como a condiciones financieras relativamente favorables».

Añade además que «tras las elecciones en Estados Unidos, las perspectivas de un crecimiento más alto y un probable estímulo fiscal en ese país deberían beneficiar a sus socios comerciales. Pero los cambios previstos en la combinación de las políticas fiscales y monetarias de Estados Unidos (incluido un ritmo más rápido de normalización de la política monetaria) y la incertidumbre acerca del carácter y al alcance de otros cambios en las políticas estadounidenses pueden afectar la inversión y el consumo».

Alerta eso sí que «dado el carácter estructural en la disminución de los precios de las materias primas y la moderación del producto potencial, los países deberían persistir en el ajuste fiscal. Algunos han implementado planes al respecto, pero es necesario avanzar más, teniendo en cuenta que en muchos casos los saldos fiscales primarios se mantienen por debajo de los niveles necesarios para estabilizar la deuda».

Enfatiza en que «con este ajuste en curso y una proyección de moderado crecimiento a mediano plazo —2,6 por ciento —, es esencial eliminar los cuellos de botella estructurales para respaldar y estimular ese crecimiento».

Las prioridades en ese sentido deben ser «mejorar la educación y la calidad de la infraestructura, promover más la participación laboral de la mujer donde esta sea baja, y realzar el clima empresarial y la gobernabilidad».

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