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Gemines ante el escenario económico y las lecciones de las primarias: resultados muestran que el populismo en Chile al parecer tiene un techo bajo ANÁLISIS

Gemines ante el escenario económico y las lecciones de las primarias: resultados muestran que el populismo en Chile al parecer tiene un techo bajo

La tesis que dice que la pérdida de apoyo al actual gobierno se explica, en gran medida, por el electorado que se sintió defraudado por que las reformas no fueron suficientemente profundas, pierde fuerza o al menos se acota. Por su parte, resulta interesante la figura de Felipe Kast, que representa sin duda una renovación de la derecha tradicional, una renovación que rompe en forma más definitiva con el legado histórico de la derecha vinculada a la dictadura, a los intereses de los grupos económicos, al modelo neoliberal más extremo. El aspecto más emocional, tiene que ver con un clima de pesimismo que se instala entre los agentes económicos que termina afectando sus decisiones económicas, ya sea de compra de bienes y servicios, inversión o contratación de mano de obra, a la espera que las perspectivas mejoren.


¿El Llamado de la Sensatez?

Aunque es necesario esperar a conocer el resultado definitivo de las elecciones presidenciales de noviembre, podemos adelantar que las recién celebradas elecciones primarias, a las que concurrieron las dos coaliciones políticamente más distantes, dejan algunas lecciones.

Primero, si la participación es un buen indicador, parece ser que el “techo” del Frente Amplio es más bien bajo, del orden del 15,0% del electorado, o quizás un poco más alto, si finalmente logran movilizar a un mayor número de adherentes. Ligado al resultado, aunque se sabía improbable, se confirma que al menos en esta vuelta el “podemos chileno” no tiene una factibilidad real de ser gobierno.

Segundo, la tesis que dice que la pérdida de apoyo al actual gobierno se explica, en gran medida, por el electorado que se sintió defraudado por que las reformas no fueron suficientemente profundas, pierde fuerza o al menos se acota. Al parecer, sólo una fracción minoritaria de quienes rechazan al actual gobierno, digamos el 15,0% que tendría el Frente Amplio, lo hace por la razón señalada.

Así, en una aproximación que no pretende ser exacta, si actualmente el gobierno cuenta con una desaprobación de 71,0%, según la encuesta Adimark de junio, sólo una quinta parte del rechazo lo representa el Frente Amplio, el resto es votante más tradicional, ya sea de la Nueva Mayoría decepcionada por la performance del gobierno o, principalmente, de la centro derecha.

Tercero, sí es relevante ese 15,0%, cuando se mide el daño electoral que le provoca a la Nueva Mayoría, parecido al sufrido por el partido socialista español (PSOE) por parte de Podemos. ¿Cuánto del electorado del Frente Amplio votaría por Guillier en segunda vuelta? Está por verse.

Cómo lo hemos expresado en informes anteriores, el populismo en Chile al parecer tiene un techo bajo, a diferencia de otros países latinoamericanos. Tenemos una importante fortaleza institucional, quizás la más importante, en el carácter responsable y ponderado de la sociedad civil, que no cree en grandes proyectos refundacionales.

En definitiva, los resultados electorales de la reciente primaria pueden entenderse, más bien, comoun llamado a la sensatez, un llamado a retomar un camino de progreso, asociado al crecimiento económico, que permitió a partir del año 1990 a mucha gente salir de la pobreza, incrementando rápidamente el tamaño de la clase media, aquella que al parecer se siente más satisfecha de lo que algunos piensan, con su mejoría gradual, pero sostenida, en materia de ingreso, acceso a bienes y servicios, y calidad de vida en general.

Sacar lecciones del resultado de la primaria de la Centro Derecha resulta algo más complejo.

¿Cómo interpretar la alta votación de Manuel José Ossandón? ¿Es también un voto “populista”?, o será más bien producto de un cierto magnetismo propio de la figura del Senador, que tiene una capacidad especial para conectarse emocionalmente con los sectores más populares.

Por su parte, resulta interesante la figura de Felipe Kast, que representa sin duda una renovación de la derecha tradicional, una renovación que rompe en forma más definitiva con el legado histórico de la derecha vinculada a la dictadura, a los intereses de los grupos económicos, al modelo neoliberal más extremo.

Una nueva derecha que no necesita disfrazarse de ideas socialistas cuando se trata de hacer propuestas para mejorar las políticas sociales, una nueva derecha moderna que pone en el centro la calidad de las instituciones y la eficiencia de las políticas públicas, como determinantes para lograr un desarrollo económico sostenido e inclusivo.

Una derecha que sólo se aleja de la social democracia moderna, representada por el partido “ciudadanos” de Velasco, por ser menos liberal en algunos temas valóricos.

Hasta ahora el gran perdedor es el conglomerado de gobierno, o lo que queda de él después del desprendimiento de la Democracia Cristiana y de la “desconocida” hecha a su líder histórico más emblemático, Ricardo Lagos. El resultado electoral de su candidato, Alejandro Guillier, que surgió como la alternativa pragmática porque “marcaba en las encuestas”, puede ser realmente poco decoroso.

Con todo, al parecer la globalización va mucho más allá de ser un fenómeno puramente económico o cultural. La globalización se hace cada vez más patente en la semejanza y contemporaneidad de los procesos políticos.

Cuando se analiza el actual cuadro político chileno, aún muy líquido e incierto, es imposible no hacer un paralelo directo con fenómenos observados en otros países, donde destaca el ejemplo de España y Francia.

– Expectativas Económicas Deterioradas, a pesar del Eventual Cambio Político

Cuesta conciliar la mantención de expectativas empresariales tan deprimidas con un escenario económico externo y regional que objetivamente ha mejorado, con un precio del cobre que se sitúa en niveles cada vez más atractivos y con un cambio político cada vez más probable, que debería reponer, como prioridad programática, el crecimiento económico.

El recientemente publicado indicador de expectativas empresariales IMCE, construido por ICARE y la Universidad Adolfo Ibáñez, registra un retroceso en el mes de junio, ubicándose ahora en sólo 43,2 puntos, es decir muy por debajo del nivel 50, considerado neutral, y en su peor nivel desde diciembre del año pasado. Se agrega un factor aún más preocupante, porque más que percepción se refiere a decisiones empresariales, las colocaciones del sistema financiero a las empresas, que llevaban un par de meses repuntando, en mayo registran una importante recaída.

¿Cómo interpretar estos malos indicadores? Evidentemente no tenemos las respuestas certeras, pero podemos esbozar varias posibles causas.

Primero, los números recientes de actividad económica han sido malos, y se han situado por debajo de lo que el mercado estaba esperando, de manera que obligan a corregir nuevamente a la baja la proyección de crecimiento para el año.

Segundo, el bajo crecimiento de los últimos años y la sostenida caída en la inversión, está teniendo un efecto rezagado negativo sobre el mercado laboral, con una precarización en su calidad (aumento relativo del empleo por cuenta propia) y una tasa de desocupación que se ubicará el presente año en su mayor nivel desde 2011.

Tercero, y este es un punto que vale la pena desarrollar algo más, a pesar de la alta probabilidad de un cambio político “pro crecimiento”, los frustrados buenos augurios de años recientes, en que siempre se esperaba una recuperación en el crecimiento a partir del próximo año, han instalado una especie de desesperanza más sostenida, en parte más bien emocional o subjetiva, y en parte por elementos, digamos, “más racionales”.

El aspecto más emocional, tiene que ver con un clima de pesimismo que se instala entre los agentes económicos que termina afectando sus decisiones económicas, ya sea de compra de bienes y servicios, inversión o contratación de mano de obra, a la espera que las perspectivas mejoren.

Así, se desencadena una especie de profecía auto-cumplida, en que la sumatoria de decisiones de ese tipo termina materializando un bajo crecimiento sostenido. Frente a esto, señales pro-crecimiento por parte de la autoridad y, en menor medida y en forma transitoria, políticas fiscal y monetarias expansivas, pueden hacer algún aporte.

Sin embargo, objetivamente no queda espacio para mayor estímulo fiscal, simplemente porque no hay recursos, y la política monetaria ha sido fuertemente expansiva desde hace varios años, intensificándose algo más en los últimos meses.

La parte más racional, detrás del desánimo y el deterioro de expectativas, guarda relación con el hecho que el sólo cambio en la tendencia política y las buenas intenciones en materia de crecimiento del probable próximo gobierno, no aseguran su éxito.

Por un lado, se han instalado en el electorado muchas expectativas que involucran incrementos de gasto público, particularmente en materia de educación superior, y es evidente que no están los recursos para cubrirlas adecuadamente. Esto, per se, es un elemento desestabilizador, que puede dificultar la gobernabilidad del próximo gobierno.

Agreguemos la oposición política, probablemente dura, que realizará la facción más de izquierda de la Nueva Mayoría, o lo que quede de ella, junto con el emergente Frente Amplio, y tendremos un escenario parlamentario que no contribuirá mucho a materializar reformas que realmente apunten a recuperar un mayor crecimiento.

Recordemos que, como lo muestran las encuestas, tres reformas emblemáticas del actual gobierno, la Tributaria, la Laboral y la Educacional, son mayoritariamente rechazadas por la población, por lo que el próximo gobierno debería retomar el tema, e introducir reformas a las reformas, para hacerlas más robustas, concitar mayor respaldo y darles mayor probabilidad de que se sostengan en el tiempo.

Ese objetivo, sin un parlamento que permita generar acuerdos amplios “razonables” en cada una de esas reformas, es un desafío importante. Así, un análisis racional, puede concluir que temas centrales que afectan la toma de decisiones empresariales, particularmente regulación laboral y tributaria, pueden quedar “abiertos” e inciertos por un período largo de tiempo, lo que evidentemente lleva a los más conservadores a seguir postergando decisiones de inversión.

Aunque evidentemente el fenómeno es más acotado, el desafío de lograr reformas pro crecimiento manteniendo la gobernabilidad, que tendrá un probable próximo gobierno de centro derecha, tendrá algunos elementos en común con los que ha enfrentado el Presidente Macri al otro lado de la cordillera, como herencia de los gobiernos Kirchneristas.

(NdR – este análisis se publicó en la edición de julio del informe mensual de la influyente consultora Gemines)

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