Publicidad
¿Y el chorreo? Desigualdades siguen creciendo en todos los países Opinión

¿Y el chorreo? Desigualdades siguen creciendo en todos los países

Alexis Guardia
Por : Alexis Guardia Economista. Universidad de Chile. Doctor en Economía. Universidad de Paris IX Dauphine
Ver Más

Si los datos confirman que las desigualdades en el seno de los países crecen rápidamente, la teoría del derrame del crecimiento económico desde la cima a la base de la sociedad, tiene poca base empírica. El crecimiento económico, con todo lo importante que es, no es la panacea que saneará los temas del empeoramiento de la distribución del ingreso.


Las desigualdades en el seno de los países crecen rápidamente casi en todos ellos, con una concentración cada vez más grande de los ingresos y la riqueza en la cúspide de los mismos. En efecto, a mediados del mes de diciembre del 2017 apareció el primer informe del World Wealth & Income Database, asociación compuesta por una centena de economistas de distintos países.

Este informe presenta la evolución de la distribución del ingreso y de la riqueza o patrimonio al nivel mundial para el periodo 1980 y 2016; cabe observar que durante este periodo se registraron dos fenómenos de relevancia: la globalización del comercio mundial y del movimiento de capitales y, por otra parte, la transferencia masiva de la riqueza pública hacia el sector privado en muchos países cautivos del proceso de desregulación.

De tal suerte que, según el informe señalado, el nivel de activos públicos netos (es decir, una vez deducida la deuda pública) es actualmente negativo en Estados Unidos, Reino Unido, y apenas positivo en Francia, en Alemania y el Japón. En Rusia y en China los activos públicos pasaron de un 60-70% en los años ochenta a 20-30% actualmente.

Este informe incluye 70 países en lo que se refiere a la distribución del ingreso y 30 países en cuanto a la distribución de la riqueza. Incorpora a países desarrollados y países emergentes, y en menor medida países menos desarrollados.

Lo que hace la diferencia de esta información respecto a las encuestas sobre ingresos a los hogares que entregan organismos como Banco Mundial, OCDE y ONU, es que ellas se completan con información fiscal o tributaria de cada país y se compatibilizan con la información de las cuentas nacionales, lo que no se había hecho nunca antes.

Como es sabido en el mundo de las estadísticas económicas, las encuestas de hogares subestiman considerablemente los ingresos de los más acomodados y por ello el ajuste referido es muy importante para examinar la evolución de la distribución. Al decir de Piketty, “las organizaciones internacionales se han interesado más en los ingresos de los pobres que en el de los ricos”.

Los resultados más importantes de este informe son:

a) Las desigualdades de ingresos durante el periodo indicado han aumentado en todos los países estudiados, y las desigualdades de riqueza o patrimonio también. Desde los años 80 el 1% de las personas más ricas del mundo ha capturado el 27% del crecimiento del ingreso contra el 12% para el 50% de los más pobres. Al nivel del conjunto de países examinados, el 1% más rico está compuesto de 70 millones de individuos (la población de Francia). Ese mismo 1% captaba al nivel total el 16% del ingreso del conjunto de países analizados para la misma fecha y actualmente lo hace con un 20%. Por cierto, las desigualdades progresan de manera diferenciada y se da dentro de un proceso de convergencia, pues también se reducen las desigualdades, al nivel de ingreso por habitante, entre países. Se ha abierto así un espacio, especialmente para países del Asia, que registran persistentes tasas elevadas de crecimiento, como los de la economía china, y el Sudeste Asiático y otras llamadas economías emergentes.

b) En cuanto a las clases medias, es decir, el conjunto situado entre el 1% y el 50% más pobre, ellas han registrado el más débil crecimiento, particularmente las clases medias del mundo desarrollado. Por cierto es discutible esta definición estadística de clases medias. Por otra parte, el nivel de pobreza en los países emergentes se ha reducido debido al fuerte crecimiento del ingreso y del empleo, aunque de manera completamente diferente entre China, India y Brasil. Según los autores del informe, el aumento de las desigualdades parece haberse moderado a partir del 2007 debido a la lenta convergencia de los ingresos medios entre diferentes países.

c) En lo que se refiere a la distribución de riqueza o patrimonio poseído por los individuos, es decir, bienes inmobiliarios, activos financieros o partes de empresas, según los autores el nivel de las desigualdades de patrimonio es 20% a 30% menos elevado que el observado a comienzos del siglo XX. Una explicación, en el caso de Europa (particularmente Francia y Reino Unido), es que las clases medias tuvieron masivamente acceso a la propiedad inmobiliaria. Sin embargo, después de los años ochenta, particularmente en los Estados Unidos, el 1% más rico poseía el 39% del patrimonio de los hogares en 2014, cuando el mismo era solo de 22% en 1980.

Una conclusión importante es que los diferentes países y regiones del mundo presentan situaciones muy heterogéneas, y el crecimiento de las desigualdades se efectúa a ritmos diferentes según los países; este es un aspecto muy útil para no generalizar o deducir leyes generales. Así, por ejemplo, en Europa el año 2016, la parte del ingreso nacional capturada por el 10% más acomodado era de 37% contra 41% en China, 47% en América del Norte y 55% en la India y Brasil.

Correctamente, aunque no exclusivamente a nuestro entender, los autores del informe sostienen lo siguiente: “Son las instituciones y las políticas públicas las que juegan un rol en esta evolución”. Así, por ejemplo, Estados Unidos y Europa, a pesar de un nivel de apertura comercial comparable, no tienen en absoluto la misma trayectoria en la distribución. Si los niveles de desigualdad eran similares en 1980, la brecha se abrió mucho más rápida y fuertemente entre Europa y Estado Unidos. “En los países emergentes, India y China, tienen también divergencias», después de los años 1980 la primera muestra un alza en las desigualdades mucho más marcada que la segunda.

Por otra parte, Estados Unidos es el más desigual de los países ricos. En 2014, el 1% de los americanos más ricos capturaban más de 20% del ingreso nacional contra el 12,5% para el 50% más pobre. Cabe recordar que durante el siglo XX la sociedad americana fue durante un largo período más igualitaria que la vieja Europa. El cambio obedece en buena medida a los movimientos de desregulación y baja de impuestos comprometidos en la presidencia de Ronald Reagan, reduciendo la progresividad de los impuestos, congelando el salario mínimo y manteniendo elevadas desigualdades de acceso a la educación y la salud. La reciente reforma tributaria de D. Trump apunta en el mismo sentido.

Después del colapso del denominado “socialismo real” (partido único y planificación centralizada de la economía) en Rusia, la parte del ingreso nacional captada por el 50% de los hogares menos acomodados se redujo de 30% a 20% después de 1989, mientras que la del 1% más rico pasó de 25% a 45%. Cifras que, por los vacíos de información, es necesario manejar con prudencia, según los autores del informe.

Por último, en el Medio Oriente se sitúan los campeones de las desigualdades, con una población equivalente a la de Europa Occidental, allí los componentes del 10% más acomodado captan el 60% del ingreso nacional. Le siguen Brasil (donde no se pagan impuestos sobre los dividendos) y la India con un 55%. En el caso del Medio Oriente, por cierto la renta petrolera profundiza las diferencias entre países, pues los Estados del Golfo, ricos en hidrocarburo, captan la mitad del ingreso regional, en tanto ellos representan solo el 15% de la población.

Si los datos confirman que las desigualdades en el seno de los países crecen rápidamente, la teoría del derrame del crecimiento económico desde la cima a la base de la sociedad, tiene poca base empírica. El crecimiento económico, con todo lo importante que es, no es la panacea que saneará los temas del empeoramiento de la distribución del ingreso, pues finalmente si los beneficios del crecimiento van al 5% o 1% de los más ricos las tensiones sociales y políticas aumentarán inevitablemente. Naturalmente la conclusión no puede ser que nada se puede hacer. Sin duda, pasar a una economía inclusiva exige un debate político y económico en profundidad de la economía que se trate y de la evolución de la economía internacional y de los espacios de cooperación que ella exige.

Alexis Guardia B.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias