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El reloj estrella de la financiación colectiva


Al estadounidense Eric Migicovsky la idea de diseñar un reloj inteligente se le ocurrió mientras montaba bicicleta en Delft, Holanda, cuando hacía su año de intercambio universitario.

Su sueño se hizo realidad este jueves al lanzarlo en el Consumer Electronics Show (CES, por sus siglas en inglés) en Las Vegas.

Cuando pensó en el reloj por primera vez Migicovsky quería ver sus llamadas y mensajes de texto mientras montaba sobre dos ruedas y sin sacar su celular del bolsillo. Se le ocurrió que la solución perfecta sería crear un reloj que tuviera esa función.

Después de algunos años y de varios intentos, finalmente se sintió listo para lanzar su reloj al mercado y para el 2011 se fijó una meta: fabricaría mil relojes con 100.000 dólares.

Los inversores de Silicon Valley le cerraron las puertas, así que optó por colgar su propuesta en la página de financiación colectiva Kickstarter, una de las principales a nivel internacional.

«Encontrar financiación en las grandes empresas nos fue imposible, nadie quiere financiar proyectos de hardware en este momento, a excepción de las personas que los quieren comprar», le dijo Migicovsky a la BBC en su momento.

La respuesta del público barrió con todas las expectativas. En apenas una hora ya se había cubierto la suma requerida (la mayoría de los proyectos necesitan semanas o incluso meses para llegar a la cantidad a la que se aspira).

Y el éxito apenas despegaba. Al final de la campaña (30 días después) , 69.000 personas habían contribuido con un total de US$10,2 millones de dólares al sueño de Migicovsky.

Pebble, el reloj que todavía no existía, había logrado vender 85.000 ejemplares, el mayor éxito de la era de la financiación colectiva.

El atractivo del producto

Pebble tiene una pantalla de tinta electrónica similar a la de los libros electrónicos, que consume muy poca energía (se dice que su batería puede ser autónoma por hasta siete días y es recargable vía USB) a la vez que ofrece una excelente calidad de lectura.

Hasta ahí, y si se tiene en cuenta que los relojes inteligentes no son nuevos en el mercado –ya existen para fines deportivos– el reloj no ofrece nada innovador.

Pero el encanto del producto radica en que Pebble es compatible tanto con el iPhone como con el sistema operativo Android.

Se puede conectar al celular de forma inalámbrica y funciona como un satélite de éste: los usuarios tienen acceso a sus mensajes de texto, al correo electrónico, a la predicción del clima y a opciones de reproducción de música.

Migicovsky y su equipo también le confiaron el alcance del producto al público, permitiendo que los desarrolladores lo dotaran de múltiples aplicaciones.

La clave del éxito

Para Valentí Acconcia, consultor de crowd funding a nivel personal y profesional, el gran éxito de Pebble va mucho más allá del atractivo del producto.

«Cualquier proyecto de crowdfunding tiene que ir atado a una estrategia de venta específica», le explicó a BBC Mundo.

«En el caso del reloj Pebble, hay dos razones claves que lo llevaron a convertirse en el mayor éxito de financiación colectiva. La primera es que el video que promovía el producto estaba supremamente bien desarrollado y se explicaba por sí solo, generando credibilidad».

«La segunda es la gran estrategia de comunicación que hubo detrás. La presencia en las redes sociales y otros medios de promoción fue enorme».

Ambos factores hicieron que se generara una bola de nieve que resultara en el éxito que ha tenido, apuntó, tras hacer énfasis en la importancia de la «preventa» en este tipo de iniciativas.

Acconcia aclaró que la mayoría de compañías de crowd funding, entre ellas Kickstarter, no ofrece ningún tipo de asesoramiento relacionado con estrategias de venta o de promoción, por lo que el éxito de los creadores depende en gran parte de su propio ingenio.

Pero no todo ha sido color de rosa para las compañías que se dedican a la financiación colectiva. El retraso en la entrega de muchos de los productos que se financian, comienza a afectar su credibilidad.

El reloj Pebble no es la excepción. Su entrega – prevista para otoño de 2012 – se hará realidad a finales de este mes.

Acconcia explica que este tipo de retrasos se deben a que las campañas muchas veces generan un volumen de pedidos mucho mayor al previsto por los creadores de los productos, excediendo su capacidad de producción.

Por eso, opina, «se deben limitar las recompensas a la hora de vender los productos. Mejor un éxito controlado que un éxito desmesurado».

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