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Cambio de ministro en Hacienda: Arenas era el guardián del programa, Rodrigo Valdés velará por los fundamentos económicos

Cambio de ministro en Hacienda: Arenas era el guardián del programa, Rodrigo Valdés velará por los fundamentos económicos


A eso de las siete y media de la mañana, el hasta ese minuto ministro de Hacienda, Alberto Arenas, se reunió con su grupo más cercano de colaboradores para despedirse en las oficinas de Teatinos 120. Fueron no más de cinco personas, entre las que se contaba su jefa de gabinete, Andrea Palma. El resto del equipo ministerial no tuvo oportunidad de volver a verlo, al menos ayer lunes.

Dos horas después, el custodio del programa del Gobierno de Bachelet dejaba el cargo de ministro de Hacienda en manos de Rodrigo Valdés (PPD), quien hasta ese momento se desempeñaba como presidente del Banco Estado.

“Esto es más que un cambio de ministro de Hacienda”, comentó un analista, haciendo alusión a que Arenas había sido quien articuló los ejes programáticos que guiarían el accionar de lo cuatro años de la Mandataria.

Por eso, llamó la atención que Michelle Bachelet no lo reasignara al Ministerio Secretaría General de la Presidencia. Más allá de que se desconoce si existió esta oferta o no, sí se sabe que dentro de los escenarios que Arenas había previsto estaba el desechar tal posibilidad. “Era el Ministerio de Hacienda o nada”, dicen fuentes cercanas a él.

Si bien el cambio de caras al interior del gabinete es visto como una señal de esperanza por el sector privado, la Presidenta Bachelet mantuvo la ambigüedad en sus palabras. Más allá de agradecer la labor desempeñada, acentuar que se cumplió con las reformas comprometidas, y llamar a los integrantes del gabinete a trabajar, no hubo ningún acento sobre prioridades ni tareas inmediatas. Hay quienes se preguntan si esta falta de claridad es buscada o no, porque cualquier definición mayor por parte de la Mandataria significaría reconocer un fracaso aún más grande que el hecho de pedirles la renuncia a los tres hombres más cercanos a su persona hasta ahora: Rodrigo Peñailillo (Interior), Álvaro Elizalde (Secretaría General de Gobierno) y el ya mencionado Arenas.

En este sentido, la lectura era que el Gobierno estaba dando un giro al centro y la Nueva Mayoría daba un paso al costado y que las nuevas cabezas de serie del gabinete –Jorge Burgos en Interior y Rodrigo Valdés en Hacienda– eran señal suficiente para marcar un cambio de timón. Un observador político interpretaba: “Arenas era ante todo muy leal al programa y al Gobierno. Estaba dispuesto a sacrificar lo técnico por conseguir el objetivo programático. Valdés, en cambio, será leal a los fundamentos técnicos y le buscará una vuelta política”.

Esta percepción pública que se ha ido cimentando rápidamente, de que Valdés tratará de tener un mayor diálogo con el sector privado, enfrentará una de sus mayores pruebas en la Reforma Laboral. La pregunta que cabe hacerse es si la dupla que formará junto a la nueva ministra del Trabajo, Ximena Rincón, logrará sortear la presión de los parlamentarios más de izquierda en pos de la tan ansiada alianza público-privada.

“Seguramente en los primeros días habrá una gran expectación respecto a los cambios ministeriales, pero hay que tener cuidado con que ese ánimo se vea frustrado ante la realidad política”, dice una fuente que conoce los pasillos del Congreso.

Sobre todo porque los silencios del discurso presidencial no marcan necesariamente un cambio de cancha. “La Presidenta da sorpresas, tal como las dio cuando anunció las medidas de la Comisión Engel y, junto con ello, el inicio de un proceso de discusión constituyente”, apunta otra fuente.

La broma del mozo: '¿Todos cortados?'

Parte del equipo del Ministerio de Hacienda vio por televisión el cambio de gabinete. La tensión y la tristeza eran evidentes. Sólo la broma de un mozo logró aligerar el ambiente: “¿Todos cortados?”.

Como es obvio, el primer objetivo de Valdés después de la ceremonia en La Moneda fue darles una sensación de normalidad. Se reunió con los asesores y coordinadores en Teatinos 120 por unos 30 o 40 minutos, hizo cuatro o cinco preguntas sobre lo que venía en el día y les dio cierta seguridad de estabilidad laboral. Sí pidió que aquellos que no se sintieran cómodos con él, se lo dijeran lo antes posible para poder formar los equipos de trabajo definitivos.

Aunque Valdés dijo a la prensa que "tengo la pequeña desventaja de no haber sido parte del equipo ministerial, por lo que me queda trabajo para ponerme al día", conoce bastante bien al Ministerio de Hacienda. Fue Coordinador de Política Macroeconómica cuando Nicolás Eyzaguirre fue titular de esa cartera –en el Gobierno de Ricardo Lagos–; luego, bajo la presidencia de Vittorio Corbo en el Banco Central, asumió la Gerencia de Estudios en reemplazo de Felipe Morandé, cargo que también ocupó con José de Gregorio. Pero ya a esa altura había cumplido un ciclo y emigró al banco de inversión Barclays, en Nueva York. Estaba allí, cuando volvió a trabajar junto a Nicolás Eyzaguirre, pero esta vez en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre 2009 y 2012, es decir, en el peor momento de la crisis subprime, monitoreó el descalabro de Europa como subdirector del departamento europeo de ese organismo multilateral. Razones personales lo hicieron volver a Chile donde fue contratado por BTG Pactual como economista jefe de la región andina y Argentina.

Eso hasta el año pasado, en que fue nominado como presidente de Banco Estado. A quien quiera escucharlo le ha dicho que nunca imaginó las horas que le iba a llevar solucionar el problema de los cajeros automáticos y poner en marcha la idea de instalarlos en las comisarías para evitar los robos. Hubo un momento en que le destinó 3 de los 5 días de la semana a este lío. También se tuvo que enfrentar a los parlamentarios cuando comenzaron las críticas por los cobros de comisión a raíz de las transacciones de la CuentaRUT, pelea de la que salió bien librado. El banco siguió cobrando por el servicio a cambio de su masificación.

La pregunta que ahora se debe estar haciendo es cuál es el problema que le demandará más trabajo. La semana pasada el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, rompió el silencio en El Mercurio al señalar: “Quiero ser claro en esto: entendemos que una discusión desordenada, que no tenga como centro, como un eje principal el crecimiento económico, puede tener un impacto en el crecimiento, en el desarrollo del país”. Estas declaraciones fueron descalificadas un día después por el ministro Arenas.

Más allá de los ruidos políticos, la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) es un tema de preocupación. El FMI recortó su estimación a 2,7% para este año y suele ser más optimista que los economistas locales. Uno de los puntos de quiebre ha sido la caída en la inversión debido a la Reforma Tributaria, la que debe estar en régimen de aquí al 2017. Sin embargo, un escenario probable es que se intente realizar algunos cambios, porque Valdés en privado ha sostenido que le parece que es “conceptualmente débil”.

Ayer los sensores en Teatinos 120 trataban de tomar la temperatura de si la dupla Valdés-Micco potenciaba o no al Ministerio de Hacienda. La preocupación nace porque están conscientes de que la cartera a lo largo del año y después de la Reforma Tributaria ha ido perdiendo peso en la discusión política y económica, tanto así que los empresarios y los gremios la han tratado con una indiferencia nunca antes vista desde el regreso de la democracia. “Había un tema de relaciones humanas complicado”, define una fuente.

La otra sorpresa fue la continuidad del ministro de Economía. Así lo denota un comunicado del propio Ministerio que se titulaba: “Presidenta Bachelet confirma en su cargo al Ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes”. Este economista, que es bien evaluado técnicamente por sus pares, ha tenido que cargar con el peso muerto de ser afín al ex ministro y ex precandidato presidencial Andrés Velasco, a lo que se suma una escasa capacidad comunicacional, lo que ha terminado por volver a la cartera irrelevante. Sin embargo, hay quienes señalan que hay mayores posibilidades de que Céspedes reflote con Valdés a su lado, debido al estilo más abierto de este último.

La tragedia del SII

Lo que se vuelve un entuerto difícil de resolver es el estado en que se encuentra el Servicio de Impuestos Internos (SII). Si bien el organismo es autónomo, depende de Hacienda y ya el cuestionamiento resulta insostenible.

Para ser justos, los problemas vienen desde hace tiempo y se iniciaron con el caso de Johnson, a raíz de las pérdidas tributarias que dudaron de la idoneidad del entonces director Julio Pereira, el cual fue finalmente absuelto por Contraloría.

No obstante, el daño estaba hecho. Pocas veces, la prensa había tomado conocimiento de cada uno de los funcionarios del servicio, de sus lazos políticos y su pugnas internas. Lo que hasta ese momento se veía como una entidad infranqueable, mostraba una serie de puntos débiles. Ya en este Gobierno, asumió un nuevo equipo que se caracterizaba por ser –la gran mayoría– funcionarios de carrera, que había salido durante la época de Pereira y que ahora venía a hacerse cargo de la implementación de la Reforma Tributaria. Proyecto cuyo autor intelectual es Michel Jorratt, es decir, el director del SII y hombre de confianza de Arenas.

Sin embargo, el fraude al FUT que derivó en el caso Penta, que estalló en la arista SQM y de ahí a las boletas de la empresa de Giorgio Martelli, ha hecho que el propio director se vea cuestionado porque aparece como emisor de boletas a la sociedad a cambios de informes tributarios. A lo que se suman las filtraciones a la prensa que dan cuenta de una pugna entre el subdirector jurídico, Cristián Vargas, y el resto del SII, cuyo golpe más fuerte fue el viernes pasado con un reportaje de Ciper Chile.

Sea cual sea la verdad de lo sucedido, ayer el SII se querelló contra Jovino Novoa, Giorgio Martelli y Clara Bensán. Tanto la figura del director como del subdirector jurídico del organismo le quitan seriedad a una entidad que debe caracterizarse por su reserva y fiabilidad. Atributos que ha perdido en poco tiempo.

Volver a la esencia

Hay dos ejes que deberían tomar preponderancia con la llegada de Rodrigo Valdés al Ministerio de Hacienda: crecimiento y transparencia.

Dada la formación técnica del nuevo ministro, quien es ingeniero comercial de la Universidad de Chile y PhD en Economía del MIT, el discurso macroeconómico tendría que volver a ganar peso dentro de la agenda diaria. En este sentido, el área que dirige Claudio Soto –quien es el coordinador macroeconómico del Ministerio de Hacienda– tomaría un vuelo que hasta ahora ha estado perdido en el trafago de llevar a cabo el programa de Gobierno comprometido por la Presidenta Bachelet.

Soto no es un técnico cualquiera. Ingresó en 1995 al Banco Central, estuvo por un tiempo en el FMI, y luego coincidió con Valdés cuando se desempeñó como jefe del Departamento de Modelos y Proyecciones del instituto emisor. Posteriormente, en 2008, tomó la gerencia de Análisis Macroeconómico de la misma entidad, responsabilidad que dejó para irse a Hacienda cuando asumió Arenas. Con ese currículo llama la atención que hasta ahora esa área sea uno de los puntos débiles de la cartera.

El otro eje estará dado por la transparencia que guarda relación con las mejoras en el mercado de capitales. Área que lleva Bernardita Piedrabuena. Esta doctora en Economía de la Universidad de Chile, quien es pareja de Nicolás Eyzaguirre –actual ministro de Educación–, tiene el peso técnico para coordinar dos reformas relevantes: el perfeccionamiento del proyecto de ley que crea la Comisión Nacional de Valores, cuyas indicaciones se están redactando; y la reforma a la Ley General de Bancos, que no ha sufrido cambios profundos desde 1997. Ambos cambios apuntan a mejorar la autorregulación, elevar el poder de fiscalización de los reguladores y la transparencia del mercado de valores que ha estado tensionada por los escándalos corporativos.

Fue justamente Nicolás Eyzaguirre quien recomendó a Valdés para el Ministerio de Hacienda. Sin embargo, ello no significa que sea un “mandado” del ministro de Educación. “Valdés vuela solo”, acotan.

Por el momento, están todos embelesados con el nuevo ministro en las cuatro manzanas que rodean a La Moneda. Le encuentran más virtudes que defectos. “Es transparente e inteligente”, dicen. “Obsesivo. Acaba de correr los 42 kilómetros en la maratón de Santiago”, agrega otro. Este entrenamiento explica su aspecto delgado y los varios kilos de menos que tiene desde hace varios años si se lo compara con la época en que trabajaba en el Ministerio de Hacienda.

En estos años ha creado lazos en el sector financiero, no así con los empresarios y sus gremios. Sin embargo, la mitad de la pega está hecha cuando los banqueros y los economistas que asesoran los directorios dan buenas referencias de él.

“Los vasos comunicantes son casi inmediatos”, se sostiene.

La primera reacción del mercado fue de optimismo. La bolsa cerró ayer 0,95% arriba, pese a que los índices internacionales presionaron a la baja. Ello se debe a que hay algo que es difícil de aquilatar todavía y donde las apuestas tienden a doblarse: más allá de la competencia técnica, de lo que Valdés hasta ahora ha dado muestras es de inteligencia emocional. “Ojalá que eso lo pueda llevar a Teatinos 120”, agrega una fuente.

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