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Hora de decisiones para el sector forestal chileno


Las plantaciones forestales en Chile han generado crecimiento económico y empleo, no obstante, es inevitable la controversia producto de los impactos ambientales y sociales negativos asociados a ellas, desde que el Estado las promovió a gran escala a partir de los 70.

Sin duda, se trata de un tema país que involucra directamente al bien común, representado en aspectos como el territorio, el agua, los derechos de las comunidades indígenas, el bosque nativo, la biodiversidad y el desarrollo local. 

En los últimos cinco años, principalmente por la presión de los mercados internacionales y los países compradores de celulosa y papel, así como también por movimientos sociales nacionales, se han evidenciado cambios en el desempeño y accionar de las empresas forestales. Estos han estado asociados, por un lado, a la adhesión a sistemas de certificación de producción responsable, tales como FSC, el cual es promovido a nivel mundial por WWF; y también debido a modificaciones en las políticas institucionales.

En concreto, hoy es posible afirmar que en Chile ha disminuido la sustitución de bosque nativo relacionada con la actividad de plantaciones forestales y se ha reforzado su protección, además de avanzarse en el resguardo de las riveras de los ríos y en la participación de las partes interesadas, entre otros aspectos.

No dejan de ser avances importantes, pero esto es sólo el inicio de un largo camino hacia la sustentabilidad del sector y, por lo mismo, los impactos de estas mejores prácticas aún no son percibidos por todos los actores del enorme territorio que ocupan las plantaciones forestales en el sur del país.

No se debe perder de vista, además, que estos procesos ocurren en un contexto global que nos exige tomar decisiones e iniciar acciones como país. Las proyecciones muestran claramente que las plantaciones forestales y los bosques nativos, al igual que todos los recursos asociados, como suelo y agua, van a estar sujetos a una fortísima presión producto del incremento en el consumo humano. 

El crecimiento esperado de la población, el alza de ingresos en los países en desarrollo y nuevas tecnologías que harán posibles otros usos, hacen muy probable que, de aquí al 2050, la extracción de madera desde bosques y plantaciones se triplique, según lo consigna el Living Forests Report, publicado por WWF en 2013. Así las cosas, uno de los grandes desafíos de la humanidad será hacer más con menos. 

Chile debe definir cómo enfrentará esta mayor demanda: si lo hará con más plantaciones tradicionales, como ha ocurrido hasta el momento, o si abriremos la puerta a propuestas como Nueva Generación de Plantaciones, concepto desarrollado por WWF y que designa plantaciones que se diseñan, localizan y manejan en forma armónica con la naturaleza y el ser humano, aportando a la conservación y protección de  los valores naturales de los ecosistemas, manteniendo la integridad de estos, y asegurando una efectiva participación de las partes interesadas, como las comunidades aledañas, y respetando también sus derechos y forma de vida. 

Otra manera de enfrentar este mayor consumo sería con bosques naturales, aumentando la cantidad de superficie manejada. Son las cartas que están sobre la mesa; debemos construir acuerdos y tomar una decisión a nivel país respecto a cuántas plantaciones vamos a tener, dónde y de qué tipo; cuánto bosque nativo queremos manejar y dónde vamos a localizar los distintos tipos de usos de suelo, dilemas que requieren una decisión técnica y política en la cual deben dialogar y participar múltiples actores.

Este escenario no debe plantearse como una película en blanco y negro que deje sólo dos opciones abiertas: SÍ a las plantaciones o NO a las plantaciones. Se trata de un proceso mucho más complejo, respecto al cual varios actores ya están reflexionando y promoviendo acciones, como podrá verse próximamente en marzo, cuando Santiago acoja la reunión anual de la plataforma Nueva Generación de Plantaciones (NGP, por sus siglas en inglés).

Sea cual sea el camino escogido, para WWF es imprescindible que se vele en forma estricta por la conservación de los recursos hídricos, el respeto a los derechos de las comunidades indígenas  –incluyendo sus derechos territoriales–, el resguardo del bosque nativo y la biodiversidad, y el impulso al desarrollo local.

Cecilia Alcoreza
Coordinadora Programa Bosques de WWF Chile

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