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Y si las grandes empresas fueran startups Opinión

Y si las grandes empresas fueran startups

Gabriel Weinstein
Por : Gabriel Weinstein Socio de Olivia
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En los últimos años las empresas establecidas y exitosas han tenido algunos contratiempos a la hora de intentar sumar la agilidad a su cartera de cualidades existentes, están demasiado acostumbradas a sus procesos, sus políticas, sus presupuestos, sus resultados y sus riesgos controlados.


Cada vez escuchamos más a menudo casos en los que jóvenes emprendedores han identificado un problema recurrente en la sociedad, han encontrado una solución ingeniosa y han tenido las agallas de crear un emprendimiento que transforme esa solución en un producto o servicio innovador. Tal vez los ejemplos más conocidos sean Uber, Airbnb, Netflix o Facebook.

Entrar en ese mundo del emprendedurismo es fascinante: adrenalina, ideas, energía, ilusiones y sueños.

Sin embargo, si logramos tomar distancia y ver ese escenario desde otra perspectiva, podríamos notar que se asemeja mucho al de un casino: muchas personas con ilusiones jugando en las maquinitas con realmente pocas probabilidades de éxito.

Así como en el casino las únicas máquinas que hacen ruido son aquellas que entregan un premio, en el mundo del emprendedurismo las únicas startups que hacen ruido y salen en las noticias, son aquellas que alcanzan el tan deseado éxito.

En el casino pareciera que todos están ganando por el constante ruido, en la vida real pareciera que todas las startups son sueños cumplidos cuando en realidad tan solo 1 de cada 10 iniciativas logran el éxito.

Según Forbes, las principales razones por las cuales estos emprendimientos fracasan son:

  1. No hay necesidad de mercado
  2. Se acaba el dinero
  3. El equipo no es el adecuado   Superado por la competencia
  4. Problemas de Precio/Costo
  5. Producto pobre
  6. Mal modelo de negocio
  7. Marketing pobre

Estas mismas pesadillas que suelen tener las startups son exactamente las cualidades que tienen las grandes empresas: buen marketing, un modelo de negocio que funciona, un buen equilibrio precio/costo, calidad del producto/servicio, talento con experiencia, dinero y demás.

Entonces, ¿por qué las empresas que “van ganando” son aquellos emprendimientos que mencioné al inicio?, ¿por qué los bancos les temen a las fintech?, ¿por qué las grandes organizaciones están desesperadas por innovar?

Porque el mundo está cambiando cada vez más rápido y las startups tienen algo que las organizaciones no: agilidad para cambiar.

En los últimos años las empresas establecidas y exitosas han tenido algunos contratiempos a la hora de intentar sumar la agilidad a su cartera de cualidades existentes, están demasiado acostumbradas a sus procesos, sus políticas, sus presupuestos, sus resultados y sus riesgos controlados.

¿Cómo lograr entonces que una empresa que confía en las recetas que le han funcionado correctamente hasta ahora y que la trajeron hasta aquí, cambie radicalmente su estrategia en pos de sobrevivir en un futuro VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo)?

Cada empresa, industria y cultura son un mundo, por lo que no hay una única fórmula para lograrlo, pero se comienzan a utilizar cada vez más los modelos híbridos: grandes empresas que funcionan como startups.

Los modelos híbridos permiten que ambos formatos coexistan en una sola organización.

La idea es que, dada la dificultad de las compañías para alterar el funcionamiento existente, comiencen a engendrar ideas que se irán convirtiendo en emprendimientos. La gestación de esos nuevos embriones a veces es dolorosa, molesta y trae nauseas. Incluso para evitar tantas sensaciones nuevas y desconocidas, algunos miembros de la organización intentarán gestionarlos como proyectos, pero saben que deben resistir esa tentación, porque si logran soportar todo ese malestar, es probable que le den vida una criatura que traerá grandes beneficios.

Si esto ocurre, entonces ese nacimiento estará alimentando a todo un futuro sistema de ideas, soluciones y emprendimientos que se potenciarán, coexistiendo con un sistema tradicional que poco a poco irá apagándose para dar lugar a un nuevo modelo.

Estos formatos híbridos se han convertido en el paso transicional entre la empresa típica del siglo XX y una organización ágil cuyo ADN es realmente innovador.

Entre todos los retos que esto plantea, tal vez uno de los más desafiantes sea conseguir a los padres de los nuevos emprendimientos, ya que difícilmente encuentren ese tipo de talento dentro de sus filas. Ir a buscarlos fuera es una de las soluciones más comunes, solo deben asegurarse que esa pareja ya haya pasado por la experiencia de haber criado proyectos previamente y así evitar los errores de cualquier padre primerizo.

Sin embargo, contratar a esos padres fundadores no es tarea fácil, ya que usualmente se le escapan a trabajar en una organización tradicional. Habrá que convencerlos de que el cambio en la organización es real, que tendrán libertades, autonomía y confianza; si no, no tendrán futuro en esa compañía y la compañía no tendrá futuro sin ellos.

Gabriel Weinstein
Socio y director de Innovación de OLIVIA

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

 

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