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La Roja, sin la pasión del pueblo: en 15 años se perdieron 22 mil hinchas en el Nacional

La Roja, sin la pasión del pueblo: en 15 años se perdieron 22 mil hinchas en el Nacional

Chile venció al pentacampeón mundial en un estadio que no se llenó, y el técnico Sampaoli fustigó al público por la baja asistencia, sin profundizar en un análisis que responde más bien a distintos factores propios del mercado y a los cambios en la plataforma de “negocios».


En la quejosa rueda de prensa posterior al magnífico triunfo sobre Brasil, el seleccionador chileno se lamentó de que el público no colmara el estadio Nacional, así como de que “acá no se cuide tanto a Vidal como debiera ser” y de que “la prensa extranjera reconozca más que la de este país los méritos de su equipo nacional”, según deslizó Jorge Sampaoli entre el caudal de preguntas obvias y predecibles.

En rigor, el octavo triunfo de la historia sobre los brasileños permitió dimensionar la verdadera jerarquía del orgulloso campeón de América, a la vez que puso al descubierto una estadística preocupante y de dramática proyección. Entre la última victoria de La Roja (3-0), entonces dirigida por el técnico Nelson Acosta y la más reciente medió un lapso de 15 años en que se perdieron casi 22 mil espectadores de apoyo en el estadio Nacional.

Aquel memorable 15 de agosto de 2015, un total de 64.671 personas repletaron el coliseo de Ñuñoa para alentar a la escuadra comandada por Iván Zamorano y Marcelo Salas. Y este jueves, al Nacional llegaron solamente 42 mil hinchas, en un estadio cuya capacidad oficial se redujo actualmente a un aforo de 48. 665.

En el fenómeno, por cierto, confluyen diversos factores, que sin embargo resultan fácilmente identificables en la dinámica del mercado futbolero criollo. Uno de ellos, globalmente, es el alto valor de las entradas y la nueva segmentación del estadio –que ahora incluye codos en lugar de las antiguas galerías y categoriza la tribuna Andes, por ejemplo-, así como las incomodidades operativas que encuentra el público para acceder al estadio y los numerosos controles que terminan haciendo engorroso y lento un trámite que antiguamente no exigía tanta complejidades.

Empeñado en nivelarse con otras actividades de la industria del entretenimiento –los cines, principalmente- el fútbol chileno sólo mejoró la infraestructura de los estadios gracias al financiamiento estatal, pero no registra avances en cuanto a las comodidades que reclama el nuevo consumidor, que paga más y exige condiciones más ventajosas.

De pronto, el tema que impensadamente Sampaoli puso en el debate amerita buscar las fórmulas que contribuyan a atacar el mal en las próximas jornadas clasificatorias en nuestro país. Y, en tren de apoyo didáctico, algunas opciones para volver a llenar el Nacional podrían ser:

Que la Federación de Fútbol reduzca los precios de las entradas, lo que objetivamente no se hará porque ya se vendieron abonos y se fijó el valor del producto en el mercado.

Que Sampaoli y los jugadores destinen un margen de sus premios a subsidiar la diferencia en los precios y los nuevos valores de los boletos permitan una venta masiva de los tickets individuales, lo que también es bastante improbable.

Que el Gobierno, tal como ha subsidiado el Mundial Juvenil Sub 17 con recursos estatales destinados a solventar miles de entradas, haga una inversión similar para financiar la diferencia de público y reparta esas casi 8 mil localidades a colegios e instituciones de carácter social. Y el igual que las alternativas anteriores, ello parece utópico porque el Ejecutivo no estaría dispuesto a intervenir económicamente en una actividad de carácter privado.

Al fin, los espacios vacíos en el Nacional generaron una controversia imputable a las implacables leyes del mercado, después de un fantástico triunfo ante los mejores del mundo que, de nuevo, puso la mirada en la oferta y la demanda sobre una pasión que -también- alguna vez fue del pueblo.

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