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Los hijos políticos de compiten por el Gobierno español

Mariano Rajoy es »el elegido» de Aznar para la sucesión. Ha demostrado conocer el funcionamiento de la política y es capaz de salir airoso tras lidiar en las batallas más adversas. Como contrincante, José Luis Rodríguez Zapatero, seguidor de Felipe González, es reconocido como un innato estratega y aglutinador de liderazgos locales. Ahora intenta arrebatarle el poder al PP.


El 14 de marzo los españoles elegirán a su nuevo jefe de Gobierno. A tres semanas de que eso ocurra, el ambiente preelectoral poco hace pensar en la cercanía de los comicios. Candidatos con poco carisma, y competidores delfines de los rivales históricos como son Felipe González (PSOE) y José María Aznar (PP) hacen que estas elecciones sean una de las más fomes de los últimos años, aunque los resultados de éstas puedan terminar con el reinado popular o consolidar al gobierno de Aznar.



Mariano Rajoy intentará conseguir un nuevo mandato para el conservador Partido Popular (PP). José Luis Rodríguez Zapatero hará lo suyo para que el Partido Socialista (PSOE) vuelva al poder tras ocho años en la oposición.



Era uno de los favoritos y, aún así, su designación como candidato provocó sorpresa. La sencillez, discreción y templanza que caracterizan a Mariano Rajoy Brey hacían pensar que otros postulantes más "arrolladores" alcanzarían antes que él el cetro de la sucesión.



Pero la política suele ser más racional que pasional y José María Aznar optó por un auténtico profesional. El presidente recompensó así el trabajo y esfuerzo de uno de sus más leales compañeros de viaje, colaborador inseparable desde 1990, año de la refundación del Partido Popular. Mariano Rajoy sólo tenía 34 años cuando el sucesor de Manuel Fraga le confió la difícil tarea de lidiar y dialogar con las familias internas para sentar las bases de una nueva era para los populares.

En la contraparte, José Luis Rodríguez Zapatero. En el verano de 1976, un estudiante de Derecho quedaba fascinado cuando Felipe González, desde la tribuna mitinera, invocaba un naciente socialismo "sin rejas ni fronteras".



Las palabras de González cayeron en tierra fecunda. Con sólo 22 años y desafiando a históricos locales como Dionisio Nicolás y Fermín Carnero -hoy secretario regional de UGT- Rodríguez Zapatero accedió a la secretaría de la agrupación local de León. Es el primer paso en una escalada vertiginosa que le llevaría a 1986 a ser el diputado más joven del hemiciclo y revalidar su escaño en todos los comicios generales. Hoy intenta, después de ocho años, arrebatarle el poder al Partido Popular.



El "elegido" popular



Mariano Rajoy se ha convertido en el centro de todas las miradas. Esto es algo que siempre lo ha incomodado. Incluso llegó a decir, con la habilidad que lo caracteriza, que su principal problema como ministro -antes del Prestige– fue su boda con Elvira Fernández Balboa, en 1996, a la que acudió más de un centenar de periodistas.



Desde el inicio del mandato de Aznar, Mariano Rojoy ha ocupado importantes cargos, tanto en el partido como en el Gobierno. A sus 48 años, la amplia experiencia política que arroja su currículum -destaca su paso por cinco ministerios y la coordinación de las campañas electorales más exitosas del PP- parece ser la clave de su designación.



Rajoy es "el elegido" porque ha demostrado ser un auténtico todoterreno, gran conocedor del funcionamiento de la política y del Gobierno, capaz de salir airoso tras lidiar en las puestos de batallas más adversos.



Tras licenciarse en Derecho en la Universidad de Santiago (en Santiago de Compostela), dejó su puesto de corredor de propiedades para lanzarse a la arena política: en 1981, con 26 años, fue elegido diputado en Galicia. Era el inicio de una carrera que en marzo podría terminar en La Moncloa.



Demostró sus buenas artes electorales como director de campaña para las europeas (1994) y las municipales (1995). Tampoco defraudó a Aznar cuando éste puso en sus manos la responsabilidad de la campaña electoral de 1996, en la que los populares acabaron con 14 años de hegemonía socialista. No debió ser casualidad: también fue él quien dirigió la campaña que dio al PP la mayoría absoluta en las elecciones de 2000.



José María Aznar siempre ha contado con él en puestos clave de su gabinete. Mariano Rajoy ha sido ministro de Administraciones Públicas, de Educación y Cultura, vicepresidente primero y ministro de la Presidencia, del Interior, Portavoz del Gobierno… Y como tal, ha tenido que dar la cara en situaciones más que embarazosas, desde la gestión de los pactos de investidura firmados con los nacionalistas hasta la dirección de la lucha antiterrorista, la reforma de la política de extranjería, la crisis del Prestige o la guerra de Irak. Pese a todo esto, sigue siendo uno de los ministros mejor evaluados por los españoles.



Pese a que por atributos políticos no se queda, su timidez ante los medios ha hecho que se lo catalogue como "astuto, discreto y socarrón".



Dicen de los gallegos que por sus respuestas es imposible saber lo piensan. De esto suele dar una buena muestra Rajoy: no hay rueda de prensa en la que no dé una respuesta enrevesada e irónica que deje a los presentes congelados unos segundos. Aunque su estilo pueda ser "impopular", es su principal arma de seducción.



El "estilo" Rajoy se ha impuesto en España. Tanto así que en la calle, cuando se pregunta por su opinión sobre Rajoy, la mayoría de la gente contesta con una respuesta al estilo del elegido: "ni bien ni mal, sino todo lo contrario".



Rajoy es serio y tranquilo. Tiene fama de entenderse bien con todos, y eso incluye la oposición. Incluso, tras la caída del régimen de Sadam Husein -en la guerra que España apoyó- buscó el apoyo de la oposición, reuniéndose con su ahora contrincante José Luis Rodríguez Zapatero.



Según analistas políticos españoles, la elección de Aznar sobre su sucesor se basó en "un intento de buscar a alguien que caiga bien a todos".



Sin embargo su "profesionalidad" política, ahora le puede jugar en contra. En España, la política no vive su mejor momento y la complicada relación de Aznar con el Congreso puede restarle votos.



Un joven veterano



José Luis Zapatero se define como una persona de gustos sencillos. Su bebida favorita es la Coca-Cola, disfruta escuchando música clásica, celta y Supertramp. Comenzó a militar en el PSOE a los 18 años y con sólo 22 años empezó a impartir clases de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de León.



Insiste en que Felipe González debe ser el presidente del partido, con independencia del secretario general que resulte elegido. Su insistencia no es gratuita. Su relación con el ex jefe de Gobierno español comenzó en 1976 y desde ahí nunca más se separaron.



Con una historia familiar socialista, con una convicción ideológica fundada en la "tragedia" -tal como él lo describe- del fusilamiento en agosto de 1936 del capitán Lozano por negarse a traicionar a la República. "Durante años, yo fui el nieto del capitán Lozano, era una especie de halo protector cuando comenzaba mi militancia, con 18 años, en las Juventudes Socialistas".



Hoy, Rodríguez Zapatero es el líder de la corriente Nueva Vía y el cuarto político en presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE.



A los 22 años accedió a la secretaría de la agrupación local de León. Es el primer paso en una escalada vertiginosa que le llevaría a 1986 a ser el diputado más joven del hemiciclo y revalidar su escaño en todos los comicios generales.



"La primera vez que entré en el Congreso ocupé la tribuna, como integrante de la mesa de edad. Recuerdo que busqué con la mirada a Felipe González, Adolfo Suárez y Fraga… Eran los grandes referentes", recuerda hoy el candidato presidencial.



Pese a que su perfil de joven capitalino y titulado superior, casi de niño bien de León, no se conjugaba con ninguna de las líneas del socialismo leonés, anclado en el proletariado minero, el bercianismo y un campesinado de izquierdas, sus innatas dotes de estratega siempre abierto a la negociación y su capacidad para aglutinar los liderazgos locales, marcados por la arrogancia y el enfrentamiento interno, lo llevaron a dirigir la Federación Socialista Leonesa en 1988, gracias al denominado pacto de la mantecada.



Su trayectoria en la política local está plagada de acuerdos y pactos de la más diversa índole. El talento para la negociación y la facultad de hacer converger los intereses más dispares no sólo han determinado su historia, sino que resultan cruciales ante su futuro.



Con 39 años, casado y con dos hijas, es un joven veterano de la política que no ha dejado escapar las riendas de la organización provincial. Su notable ambición nunca se ha visto desbocada por la temeridad. Es el rostro de esa generación política, que se ha visto relegada durante años por la perdurabilidad de los líderes de la Transición y que ahora cree llegado su momento "sin rejas ni fronteras".

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