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La alianza entre Ignacio Agüero y Héctor Noguera por el patrimonio oral

El documentalista y el actor se inmiscuyen en la comunidad de Villa Alegre para buscar de boca de sus habitantes la historia del pueblo. El resultado es La mamá de mi abuela se lo contó a mi abuela, un documental que, desde un lugar casi anónimo, dibuja sin pretensiones una idiosincrasia claramente chilena.


En realidad, Ignacio Agüero no es la persona más indicada para promocionar sus documentales. No es que no sea objetivo para evaluarlos y exagere demasiado sus virtudes. El problema es que entiende demasiado bien las razones de una persona para no ir a ver, por ejemplo, su última cinta La mamá de mi abuela se lo contó a mi abuela, que desde hace una semana se exhibe en el Cine Arte Alameda. De hecho, efectivamente cree que no ha tenido mucho público.



"Me parece predecible que no vaya nadie", dice Agüero. Pero en realidad no es tan predecible: primero que nada, Ignacio Agüero es uno de los documentalistas chilenos de mayor experiencia, es ampliamente reconocido por pares y crítica y entre sus realizaciones se cuentan al menos dos obras de probada calidad, Cien niños esperando un tren (1998) y Aquí se Construye (2000). Pero además, la cinta tiene un pequeño gancho taquillero: el actor Héctor Noguera es el gestor de la historia que cuenta La mamá de mi abuela se lo contó a mi abuela.



Noguera de hecho es el responsable de que este documental exista, pues fue él quien invitó a Agüero a filmar un proyecto que venía haciendo hace un par de años. Tras montar una obra en el pueblo La Compañía, en la VI Región, se reunió con una serie de jóvenes del pueblo que le contaron historias sobre el lugar y nació entonces la idea de poner en escena esos relatos con ayuda de los mismos lugareños. Lo mismo hizo en Pitrufquen, IX Región, invitado por la municipalidad, tres años atrás.



"Me contó lo que había hecho en un pueblo que se llama La Compañía y en Pitrufquén. La manera como me lo contó me pareció fascinante, súper atractivo. Se pasó. Lo que él quería era repetir esa experiencia en otro lugar o incluso en alguno de los mismos lugares, pero filmarla. Tenía interés de que quedara, pero lo único que podía hacer era contarlo", cuenta Agüero.



La mamá de mi abuela…



El proyecto de Noguera básicamente consiste en encontrar las historias trasmitidas oralmente que dan cuenta del origen y desarrollo de un pueblo específico. Y con esa materia y ayudado por los mismos pueblerinos, ponerlo en el escenario: que el pueblo se cuente a sí mismo. En el caso de La mamá de mi abuela se lo contó a mi abuela el lugar escogido es Villa Alegre, VI Región, una localidad escogida por Agüero por sus ventajas visuales, y que casualmente es la tierra natal de Noguera. El actor, de hecho, es hijo ilustre del lugar.



El proyecto de Agüero es ligeramente distinto, aunque sigue y acompaña al actor en su búsqueda, y también realiza hallazgos propios. Lejos de las tablas, lo que hace el director es instalar su cámara en un ángulo abierto y escuchar, recorrer, dar vueltas, retratar. Viejos lugareños, sacerdotes, jubilados, toman la palabra en forma honesta y cuentan lo que es su lugar, una historia que les contaron. Tomando el ritmo de Villa Alegre, una calma y parsimonia domina la cinta que antes que nada es observación y registro.



Nada raro en Ignacio Agüero en realidad. Nada raro que le haya atraído justamente una historia que se está perdiendo, un modo mítico de habitar que continúa latiendo lejos de las urbes y apartado del registro obsesivo que domina en la cultura actual. Al igual que como en esta ocasión siguió a Noguera en una experiencia específica, el realizador ya había puesto su cámara tras Alicia Vega durante un taller de cine a niños de una población marginal en Cien niños esperando un tren. Y así como ahora en La mamá de mi abuela se lo contó a mi abuela quiere rescatar una parte de una vieja forma de vivir, en Aquí se construye hizo un trabajo casi patrimonial al filmar la plaga de construcciones en Santiago que partían echando abajo una vieja casona.



"Como resultado aparecen esas relaciones posibles de hacer. Al terminar la película uno ve esa relación. Pero al ponerse hacerla, no están. Solamente lo interesante para mi de hacer esta película es meterme en un espacio desconocido y conocerlo. Ese es el único interés, el gran estímulo de iniciar un proyecto es tener el evento y el pretexto que te logren instalar en un espacio desconocido. Una investigación en el rodaje; rodaje en la investigación", dice Agüero.



En efecto, la cinta es una investigación que a ratos bordea la antropología. Pone en primer plano una voz que cuenta lo que le contaron, revelando y ocultando orígenes y devaneos de una comunidad. Una comunidad que en este caso es Villa Alegre, pero podría ser cualquiera de Chile y en ese sentido, es probablemente una de las cintas del año que con menor pretención termina por dejar al expuesto algo propiamente nacional.



Crisis y persistencia



"Qué motivo tiene alguien para irlo a ver: no hay ningún motivo. No tiene una apelación temática que le interese por la contingencia o por una experiencia personal", asegura Agüero, con una sinceridad totalmente anti publicitaria. Por el contrario, piensa, los otros dos documentales que está exhibiendo el Cine Arte Alameda, Malditos: Fiskales ad Hoc, de Pablo Insunza y Actores Secundarios de Pachi Bustos y Jorge Leiva, sí se conectan con el público porque cuentan una historias que sucedieron durante los ochenta, básicamente en Santiago.



– ¿Entonces por qué lo hiciste?
– Porque es una historia interesantísima. Nunca hago un documental pensando en cuánta gente la va ir a ver. Sí reconozco que no hay un motivo particular que lleve a la gente a ver esta película. No hay grandes actores, no hay ni sexo ni nada de eso.



Sin embargo, Agüero igual la hizo; obtuvo plata del Fondart, auspicio del Consejo Nacional de la Cultura, del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) y además pidió préstamos que de hecho aun no termina de pagar. «Estoy en una pequeña crisis. Financiera, que se transforma en una crisis personal. Pero al final el único camino es persistir no más. Persistir. Tratar de hacerlo más barato. Lo bueno es terminar, que exista una película y empezar una próxima», dice.



La próxima de hecho ya tiene nombre y una línea dramática clara: «Geometría y Misterio de Barrio», título de una obra del artista plástico Juan Castillo, básicamente pretende ser un recorrido azaroso por la ciudad de Santiago a partir de las personas que tocan el timbre en la casa de Agüero. Vendedores, gente que pide algo, que pregunta por el viejo dueño, etc. «Si ellos golpean la puerta de mi casa, yo voy a ir a golpear la puerta de la casa de ellos», cuenta y empieza ya a buscar financiamiento.



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