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Insulza: «No tengo capacidad para describir» la tragedia de Haití

«No han quedado escuelas, ni hospitales, ni edificios públicos», dijo Insulza, que recorrió las calles de Puerto Príncipe en las que, dijo, no queda nada de lo que conocía. Desde la Catedral, o el hotel desde el que la OEA dirigió la última misión electoral en Haití. «No tengo un lugar de referencia de algo que yo conozco, es muy fuerte», indicó.


Sin palabras. Así se confesó este jueves el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, después de su viaje de dos días a Haití para evaluar la respuesta del sistema interamericano ante la tragedia que vive esa nación tras el terremoto del pasado 12 de enero.

«No tengo la capacidad oratoria para describir las cosas que han visto en la televisión», dijo Insulza ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en una sesión extraordinaria convocada para exponer la situación del país.

«No hay ninguna calle donde no se haya caído un grupo importante de viviendas, es impresionante ver la cantidad de edificios caídos que se vinieron abajo completos y que, curiosamente, no son los más viejos de la ciudad».

Así comenzó Insulza su relato en el que apeló a la necesidad de coordinación entre los múltiples países que colaboran con la nación caribeña y las necesidades de los haitianos.

«No han quedado escuelas, ni hospitales, ni edificios públicos», dijo Insulza, que recorrió las calles de Puerto Príncipe en las que, dijo, no queda nada de lo que conocía. Desde la Catedral, o el hotel desde el que la OEA dirigió la última misión electoral en Haití. «No tengo un lugar de referencia de algo que yo conozco, es muy fuerte», indicó.

El secretario general, que estuvo el martes y el miércoles en Haití, habló de la sensación «deprimente» que le produjo ver las principales plazas de la ciudad con campamentos atestados de gente que o no tienen casa o no se atreven a volver a lo que quedan de ellas por miedo a otro temblor.

La situación se hace acuciante puesto que en 60 días empieza la temporada de lluvias y, por eso, se sumó a las peticiones hechas por el presidente haitiano, René Preval, a la comunidad internacional para que envíe tiendas de campaña cuanto antes.

La situación es crítica también para los 880.000 huérfanos que ya existían antes del terremoto, a los que hay sumar ahora una cifra todavía desconocida, más otros 200.000 niños que trabajaban como empleados domésticos en casas que probablemente se derrumbaron y muchos de los cuales no tienen familia en Puerto Príncipe.

Entre los problemas subyacentes, Insulza destacó la atención postoperatoria a los heridos cuando abandonen el hospital, así como el éxodo de unas 400.000 personas hacia el campo.

«El tema de la emergencia va a estar por varios meses y hasta años», aseguró el secretario general de la OEA, quien dijo que en abril se conocerá la primera estimación de daños.

No obstante, señaló que hay lugar para la esperanza, «la gente no anda con la cabeza gacha, trata de encontrar algún lugar para lavarse, pese a la tremenda catástrofe, la gente quiere vivir».

Haití, que hace 16 días sufrió un devastador terremoto que destruyó su capital casi por completo y causó más de 170.000 muertos y tres millones de damnificados, depende ahora de la comunidad internacional para reconstruir un país empobrecido económicamente y carente de instituciones sólidas desde antes.

Durante su visita, Insulza se reunió con el presidente Preval, la ministra de Exteriores, Marie Michéle Rey, y con los embajadores de los países miembros de la OEA que también vivieron el terremoto.

Insulza contó el «caos» que se vivió en los primeros momentos tras el terremoto, en los que hasta las fuerzas policiales luchaban por sacar de los escombros a sus seres queridos y que afectó al equipo de dirección de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití.

La oficina de la OEA en Haití ha cedido parte de sus instalaciones al ministerio de Asuntos Exteriores y una ONG al ministerio de Justicia.

«El Gobierno, los funcionarios también estaban buscando a su gente, a sus seres queridos, no se encuentra una familia haitiana que no haya perdido familiares», lamentó el secretario que señaló que el único ruido que se oía por la noche era la gente que cantaba, algo que duró varios días.

En cuanto a la seguridad, destacó que «la situación estaba en orden». «No me tocó ni un movimiento, pese a que son plazas llenas de gente», señaló respecto a las revueltas que han comenzado.

Insulza también hizo referencia a la situación que se vivía antes de que llegaran los militares estadounidenses. «No había aeropuertos y nada funcionaba en la ciudad» y el aeropuerto recibe ahora entre 140 y 150 vuelos diarios.

Si los países no hubieran reaccionado enviando ayuda, cada uno en la medida de sus posibilidades, «la situación sería mucho más grave y el caos se podría haber desatado».

El secretario de la OEA dijo que la reconstrucción va a ser una «tarea inmensa» y consideró que, pese a la fragilidad del Gobierno haitiano, Preval «tiene capacidad de liderazgo y en torno a ellos» hay que coordinarse esta vez.

Por su parte, el embajador de Haití ante la OEA, Duly Brutus, agradeció a todos los países sus aportaciones y reiteró el llamamiento para enviar la «mayor cantidad de tiendas de campaña» antes de que llegue la temporada de lluvias porque «la gente tiene miedo».

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