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Entre el miedo y la fantasía: la crisis de Corea del Norte vista desde dentro El régimen que tiene a EE.UU. a punta de amenazas

Entre el miedo y la fantasía: la crisis de Corea del Norte vista desde dentro

Un líder de 29 años en una nación pequeña, aislada y pobre amenaza a la mayor potencia militar del mundo y tiene en jaque al planeta entero. Pero no es posible entender las acciones del líder sin comprender cómo las interpreta uno de sus principales destinatarios: la propia población de su país, hermético y enigmático, cuya visión del mundo es fruto del aislamiento y del culto monolítico a la dinastía Kim.


Un líder de 29 años en una nación pequeña, aislada y pobre amenaza a la mayor potencia militar del mundo y tiene en jaque al planeta entero.

Lo que podría parecer el argumento risible de una mala novela es la realidad que los televidentes del mundo ven con preocupación e incredulidad, intentando comprender qué hay detrás de la escalada belicista de Corea del Norte y sus amenazas crecientes de atacar a Estados Unidos y Corea del Sur.

Pero no es posible entender las acciones del líder norcoreano Kim Jong-un, según analistas, sin comprender cómo recibe ese mensaje uno de sus principales destinatarios: la propia población de su país, hermético y enigmático, cuya visión del mundo es fruto del aislamiento y del culto monolítico a la dinastía Kim.

Para quien vive en Corea del Norte, «la actual crisis genera temores profundos y reales», asegura el periodista estadounidense Blaine Harden, quien ha entrevistado a innumerables prisioneros que huyeron de los gulags o campos de trabajo forzado en territorio norcoreano.

«La propaganda en Corea del Norte es efectiva», le dijo a la BBC Harden, autor del libro «Escape del Campo 14».

«La campaña propagandística comienza en la escuela pero también está basada en un pasado real. Durante la Guerra de Corea, Estados Unidos bombardeó duramente a Corea del Norte, cerca del 85% de la infraestructura fue transformada en cenizas. Eso ocurrió entre 1950 y 1953, hace mucho tiempo, pero para los norcoreanos, aislados del mundo, fue ayer».

«Cuando Kim Jong-un anuncia que aviones estadounidenses de combate están sobrevolando otra vez la península coreana, eso produce un miedo muy real en la población y ese miedo es muy útil para un líder que quiere mantener su poder».

El «peligro» de los DVDs

La vida en Corea del Norte es «miserable para muchos», según Harden.

«Incluso para la élite. Se ha dicho que la élite norcoreana vive peor que el trabajador promedio en Seúl. La gran mayoría de la población fuera de la capital, Pyongyang, no tiene electricidad la mayor parte del tiempo y un tercio de la población padece hambre».

Para el autor estadounidense, «la gente no sabe que la imagen que presenta el gobierno puede no ser real. Están aislados del mundo, aunque durante la hambruna de los 90 la frontera con China se hizo semiporosa y entraron algunas radios y DVDs y algunas personas saben que su país es muy pobre en comparación con Corea del Sur y el resto de Asia».

Sin embargo, asegura Harden, «sin acceso a internet, ni Twitter ni Facebook ni algo así, no es posible que aquellos con un poco más de información puedan compartirla. Están socialmente atomizados y la omnipresencia de la policía secreta los mantiene así»

Barbara Demick, periodista del diario Los Angeles Times y autora del libro «Nada que envidiar, vidas reales en Corea del Norte», asegura que la restricción en el acceso a la información es uno de los pilares sobre el que se sostiene el gobierno norcoreano.

«El régimen está aterrorizado de la industria pirata de DVDs, porque permiten que la gente se asome al mundo exterior», dijo Demick en declaraciones con motivo de la publicación de su libro en 2010.

«Películas como ‘Lo que el viento se llevó’ o ‘Titanic’ no son el problema, porque están ambientadas en el pasado. El problema son las telenovelas o series que muestran el estilo de vida moderno en otros países», afirmó la periodista.

«Cuando los norcoreanos ven telenovelas, especialmente surcoreanas, que muestran a la gente común con sus microondas y refrigeradores desbordantes de comida, se dan cuenta de que sí tienen algo que envidiar», señaló Demick, cuyo libro se refiere a una canción popular para niños en Corea del Norte, que se titula «No tenemos nada que envidiar en el mundo».

En el país asiático «las frecuencias de radio y TV están bloqueadas más allá de las transmisiones estatales y es un crimen acceder a una transmisión del exterior. Los norcoreanos piensan que viven en el mejor país del mundo y que, a pesar de sus dificultades, otros están peor», indicó Demick.

Incluso durante la hambruna de la década del 90, cuando se estima que falleció hasta una décima parte de la población, se mantuvo el mito, señaló la periodista. El gobierno informó al pueblo que la escasez se debió a un bloqueo y otras acciones de Estados Unidos.

«Herramientas de Stalin»

¿Qué sucedería si el pueblo norcoreano tuviera acceso al mundo exterior?

«El régimen militar recibe apoyo por la percepción popular de que es temido y respetado internacionalmente. Si fueran sometidos al ridículo se sentirían bajo mayor presión de hacer algo para hacer creíble su retórica», afirmó B. R. Myers, analista de la Universidad Dongseo en Corea del Sur y autor del libro «La carrera más clara: cómo se ven los norcoreanos y por qué eso importa».

Harden señala que otro elemento clave para moldear la percepción del pueblo norcoreano es la militarización de la sociedad.

El gobierno «usa algunas de las herramientas inventadas por Stalin, que las transmitió a Kim il Sung, el fundador de Corea del Norte, especialmente tener un ejército gigantesco en el que sirve durante varios años de su vida la mayoría de la población y donde la propaganda es fundamental».

«También hay un enorme aparato de seguridad que se estima en 270 mil efectivos, de modo que en cada ciudad, pueblo, aldea y probablemente edificio de apartamentos hay espías del gobierno. Y hay además seis grandes campos de trabajo forzado con una poblacion de entre 150.000 y 200.000 personas», dijo Harden.

«La mayoría de la gente sabe que esos campos existen, por lo que cumplen un rol crucial para la dinastía Kim, eliminando o aislando a los pocos que se atreven a hablar y asustando a todo el resto de la población para que permanezca en silencio».

El secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel, dijo esta semana que Pyongyang representa un peligro «real y claro» para Washington y sus aliados. Mientras la crisis se intensifica, el resto de la opinión pública internacional despierta a un hecho nada risible: las percepciones populares y los pilares del poder en un pequeño país asiático puede tener graves consecuencias en el resto del mundo.

 

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