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De socialistas, conservadores, liberales y otras posibilidades


El debate ideológico del momento se desarrolla alrededor de dos ejes cruzados. En torno al primero se discute sobre la forma de organizar y coordinar la economía, pudiéndose reconocer dos polos extremos: que decida la burocracia a través de comandos administrativos, o lo opuesto, que lo hagan las personas y empresas actuando en contextos de opción, a través, por ende, de mercados. Llamamos estatistas a los primeros y liberales a los segundos.



En torno al segundo eje se argumenta sobre la capacidad de las personas para resolver sobre asuntos de valor. A un lado se sostiene que las personas deben tener el máximo de libertad para decidir de acuerdo a su conciencia; al otro, que las personas deben sujetarse a un orden que viene dado por una legalidad externa e imperativa. Luego, mientras aquellos hacen de la autonomía su norma para elegir, éstos se rigen, en cambio, por una tradición.



Lo interesante es que ahora las personas empiezan a definirse en relación a esos dos ejes. Caben, por ende, cuatro posiciones fundamentales, cada una identificada dentro de un espacio bidimensional, según muestra el gráfico.



Si se hila más fino se verá, sin embargo, que esas cuatro visiones no agotan el abanico de posibilidades. Ser estatista-autonómico (como se presentan algunos connotados socialistas), o estatista-tradicionalista (como otros PS y un ala de la DC), o liberales-autonómicos (como un buen número de PPD), o liberales-tradicionalistas (como abundan en la UDI) significa poco en la práctica, pues hay muchas y muy diversas formas de manifestarse de cada una de esas categorías.



En realidad hay tantas posiciones posibles como combinaciones pueden darse a lo largo de ambos ejes del diagrama. Así, en el eje horizontal hay estatistas más o menos extremos, estatistas de viejo cuño y renovados, estatistas de alma y estatistas por conveniencia. Al otro lado hay neoliberales -que lo apuestan todo al poder de los mercados—, liberales moderados, liberales intervencionistas o más o menos privatizadores, ingenuos o interesados, igualitaristas o estamentales, y otros.



En el eje vertical encontramos una infinita gama de posiciones que va desde el conservantismo fundamentalista y moralmente monista abajo, hasta el autonomismo del todo va y el anarquismo moral arriba. La ubicación precisa de cada persona nace en consecuencia de su exacta ubicación respecto a ambos ejes y admite una amplia gradación de posiciones.



De allí, asimismo, que los nombres empleados en este debate -liberales, neoliberales, conservadores, socialdemócratas, socialistas, progresistas— digan cada vez menos, pues normalmente son unidimensionales y sólo toman en cuenta las posiciones extremas de los ejes. En breve, componen un mundo nada más que de cuatro compartimentos. Adicionalmente, quienes usan dichos nombres como proyectiles para defenderse o desacreditar al adversario se equivocan al considerar que entre los extremos de cada eje existe un verdadero abismo, como sucedía en los años ’60, en plena guerra fría.



Al contrario: dichos ejes se han transformado en continuos y sus puntas han dejado de ser barrica

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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