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Desempleo: Variable clave de 2002 es la recuperación de la demanda interna

Es posible sostener que no existe evidencia de un cambio de tipo estructural en la capacidad de generación de empleos de la economía chilena. Por lo tanto, una vez recuperado el nivel de actividad y de consumo de las personas el empleo debería retomar su ritmo de crecimiento anterior.


Todo el año 2001 estuvo marcado por la discusión del impacto de la Reforma Laboral, cuyos críticos planteaban que se produciría un encarecimiento del costo del trabajo y la consiguiente reducción de los empleos. Como eso aún no puede ser probado, ya que la reforma comenzó a regir en diciembre de 2001 -recién culminadas las elecciones parlamentarias- la discusión se recentró en los temas más relevantes para la generación de empleos y la reactivación nacional: el consumo interno y externo.

Persistente desempleo en sectores orientados al consumo interno



En efecto, recién en el año 2002 se tomó conciencia que la contracción del consumo interno estaba afectando seriamente el empleo. Mientras el consumo crecía sólo en un 1.4 por ciento (en lo peor de la crisis cayó en -3,1 por ciento), las exportaciones recuperaron un nivel de expansión de un 7.1 por ciento.



Aunque el consumo tuvo una importante recuperación durante 2000 (5.3 por ciento), que permitió que el empleo volviera a crecer, se desaceleró nuevamente en 2001, básicamente debido a una restrictiva política monetaria que previó posibles efectos inflacionarios posteriores al ataque a las Torres Gemelas.



Por otra parte, la escasa recuperación del consumo privado permitió básicamente reducir stocks e inventarios, por lo que recién la reactivación de la demanda interna en 2002, generará incrementos netos de la producción.



La reducción del consumo privado en relación a la década de 1990 (que fue siempre superior al 8 por ciento anual) afecta al 71 por ciento del empleo del país, creado especialmente por ramas como la construcción, el comercio y los servicios.



Esta situación perjudica también a las micro y pequeñas empresas de servicios o de bienes, que crean el 68 por ciento del empleo y producen casi exclusivamente para el mercado interno. De hecho, las empresas de menos de 50 trabajadores han perdido entre 1998 y 2001 cerca de 88 mil empleos. En tanto, las empresas de más de 50 trabajadores nunca expulsaron mano de obra (en términos netos), y en 2000 ya habían generado 24 mil empleos.



Empleo/producto en el sector exportador recuperado a niveles precrisis



El empleo directo creado por el sector de bienes transables o exportables se ha mantenido siempre en alrededor de la tercera parte del empleo total. Alcanzó su nivel más alto en 1993, con 1 millón 774 mil ocupados; sin embargo, en el período de precrisis ya había caído a mil 686 mil ocupados y llegó a mil 533 mil en el 2001.



Ya desde 1994, este sector ha crecido generando proporcionalmente cada vez menos empleos directos (Aunque probablemente se generen cada vez una mayor cantidad de empleos indirectos en transporte, comunicaciones, servicios financieros y otros sectores, en la medida en que se agrega mayor valor a las exportaciones), lo cual ocurre con antelación a la crisis internacional. Es decir, la elasticidad empleo/producto en este sector ha sido negativa desde 1994.



Cabe destacar que ni el nivel de las exportaciones ni del PIB diminuyó en el período postcrisis. Sólo en 1998 se observa cierta desaceleración de ambos, ya que las exportaciones crecen un 5.9 por ciento y el PIB exportable en un 2.6 por ciento. Desde 1999 en adelante ambas variables se recuperan normalmente, y el empleo en este sector sigue decreciendo a tasas similares a las de 1994 en adelante.







No existe evidencia de desempleo estructural en el sector que produce para el consumo interno e indirectamente para las exportaciones. Tampoco hay evidencia de que la recuperación del empleo se produzca en el sector exportador, al menos en el corto plazo.



La tendencia de la elasticidad-empleo de cada sector reafirma la orientación decreciente existente en el sector exportador respecto de la generación de empleos directos desde 1994, lo que contrasta con la elasticidad positiva del empleo que presenta permanentemente el sector ligado al consumo nacional (con excepción de 1999).



De acuerdo con este análisis, es posible sostener que no existe evidencia de un cambio de tipo estructural en la capacidad de generación de empleos de la economía chilena. Por lo tanto, una vez recuperado el nivel de actividad y de consumo de las personas el empleo debería retomar su ritmo de crecimiento anterior.



Este factor se potencia por la capacidad del sector exportador (con precios al alza y un tipo de cambio favorable), el que también demandará crecientemente servicios e insumos para las exportaciones, a medida que se vaya recuperando la economía internacional.



* Economista, ex subdirectora del INE.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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