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Cosas de «Señores Políticos»


Hoy en la tarde fui a jugar tenis (dobles), perdí, llegué a tiempo de ver cómo un equipo uruguayo eliminaba a uno chileno de la Copa Libertadores, cosa que no me alteró en absoluto, porque es lo que he venido viendo desde que tengo uso de razón (si bien algunos aseguran que no he alcanzado aún ese estado) y, sin mucho ánimo, debido a todo lo anterior, comencé a ver un noticiero de TV.

Ahí me enteré de tres cosas: una, que el Presidente de la República, hablando muy sueltamente ante un auditorio de parejas de la tercera edad de Puente Alto, creo, le decía que era partidario de la estabilidad del matrimonio y que éste, naturalmente, era la unión entre un hombre y una mujer, dispuestos a tener los hijos que vinieran. Todo eso me pareció muy bien.

Después vi algo que me pareció todavía mejor: se anunciaba un proyecto de reforma constitucional de los senadores Chadwick y Longueira para dejar bien precisado en la Carta que el matrimonio sólo podía ser entre un hombre y una mujer.

Pero a continuación el noticiero presentó una escena de la franja electoral donde aparecía el candidato Piñera junto a una pareja homosexual, asegurándole que ellos tendrían todos los derechos a que aspiraban, el principal de los cuales es, como todos sabemos, el de contraer matrimonio con personas de su mismo sexo.
Y, en fin, después se anunció que el excelente proyecto de los senadores Chadwick y Longueira había sido retirado por ambos el mismo día en que fue presentado.
Todo lo bueno que había presentado el noticiero en un comienzo se había ido al diablo.

¿Qué explicación tiene todo lo anterior? Yo les voy a decir: que el Presidente piensa lo que les dijo a los matrimonios de Puente Alto, pero en la campaña presidencial él necesitaba votos, todos los votos posibles y, entre ellos, los de los homosexuales. Entonces les dijo a éstos lo que querían oír, aunque él no lo pensaba así; y posiblemente por eso muchos de ellos le dieron sus votos. Pero ahora ya él está elegido y los homosexuales no se los pueden retirar, de modo que no tiene problemas para decir lo que piensa, y lo hace.

Y los senadores Chadwick y Longueira quisieron, a su vez, ser consecuentes con lo que piensan, y presentaron su proyecto.

Pero entonces alguien les debe haber recordado a todos ellos, Presidente y senadores, algo elemental: que los homosexuales no sólo votan en las elecciones, sino también en las encuestas; y como éste es un gobierno «encuestocrático» y deseoso de tener el máximo apoyo posible (o, mejor dicho, de no seguirlo perdiendo), estos arrestos de honestidad intelectual, de andar diciendo lo que se piensa en conciencia, son una imprudencia muy grande y hará perder apoyo en las encuestas. Y por eso los senadores retiraron su moción rápidamente y no sería extraño que el Presidente hiciera en su mensaje de pasado mañana un anuncío que sea del agrado de la comunidad gay.

Esto es lo que se llama «la política». Y porque ella es así, en las encuestas los organismos formados por los políticos (los partidos) ocupan el último lugar entre todas las instituciones, en el escalafón del prestigio ciudadano.

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