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Los cuidados del sacristán van a matar al señor cura


Es probable que si hubieran dejado tranquila a «La Polar», se habría solucionado el problema que la propia firma dio a conocer. El directorio se dio cuenta de que una mala gestión de créditos había conducido a que la calidad de éstos se hubiera presentado inflada, lo que lo llevó a estimar una provisión extraordinaria de 416 millones de dólares para reflejar la realidad.

La noticia, obviamente, tenía que generar un impacto negativo en el precio de la acción. Aparentemente el mercado ya antes intuía lo que estaba sucediendo, porque las cifras de endeudamiento de los clientes de «La Polar» cuadruplicaban los de otras firmas del rubro y eso había hecho caer a menos de la mitad la cotización bursátil. Pero el directorio, al cual se habían incorporado personas reconocidamente capacitadas, estaba dando pasos para la rectificación.

Hasta que todos (Estado, prensa, políticos, opinólogos, faranduleros) decidieron meterse en el asunto, lo que se ha traducido en gran merma de las ventas de «La Polar» (sus tiendas están semidesiertas en la precisa semana anterior al «Día del Padre», que debería ser de las mejores del año).

Los tenedores de bonos y bancos acreedores de la tienda se ponen nerviosos y seguramente restrictivos a la hora de prestarle recursos, justo cuando más los necesitaría para salir del paso.

Y entran a la liza mis queridos colegas abogados, lo cual es la guinda de la torta, porque, como dice hoy en carta a «El Mercurio» Rafael Caviedes, presidente de la asociación de isapres, en los juicios contra éstas los cotizantes terminan cobrando un tercio de lo que debe pagarse a los abogados por concepto de costas. Entonces, nuestra noble profesión pasa a ser parte del problema (recargando el pasivo) y no de la solución.

El pánico en la bolsa obliga a suspender la cotización de las acciones y como, a raíz de todo esto «La Polar», se ha convertido en leprosa, ello conlleva un disuasivo para que alguien con espaldas anchas y conocedor de que ella es potencialmente, con irregularidades en los créditos y todo, un buen negocio, asuma el rol de controlador justamente cuando las acciones están más baratas y ello abriría perspectivas de rentabilidad auspiciosas.

Pero si la gente no quiere ya entrar a «La Polar», los juicios se multiplican, los bancos le restringen el crédito y el capital de trabajo y se van todos los gerentes que conocen la empresa y no sólo los que provocaron el desaguisado, entonces «los cuidados del sacristán van a matar al señor cura».

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