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El factor “político” en la desigualdad social

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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Como un recurso de “auto-preservación”, nuestro 1% más rico y sus protectores políticos deberían considerar lo señalado recientemente por The Economist: que a los países con mayor diferencia de ingresos, les va peor en todos los indicadores sociales, incluyendo más criminalidad y anomia social.


Como bien lo señala el destacado analista internacional y ex director de la prestigiosa revista “Foreign Policy”, Moisés Naím, la desigualdad será un tema central en la agenda internacional de este 2012. El Foro Económico Mundial, en su reciente informe sobre “Riesgos Globales” coincide también con esta apreciación, y señala a la creciente desigualdad social como un factor altamente desestabilizador, que amenaza con “dar vuelta los avances conseguidos con la globalización, y provocar la emergencia de una nueva clase de estados críticamente frágiles”.

Ahora, no es ningún misterio que en este tema, Chile tiene uno de los peores registros en el mundo, y es esto básicamente lo que subyace a la gran movilización social que hemos visto desde el año pasado. La sociedad chilena, en su gran mayoría (como lo reflejan las encuestas) ya no cree en el discurso y promesas de una “élite endogámica” que se beneficia a sí misma, y que se ha enriquecido como nunca desde las privatizaciones emprendidas durante el régimen dictatorial. Ahora, si bien este es un fenómeno mundial asociado a lo que algunos han llamado “el lado oscuro de la globalización” (un reciente artículo del “Los Ángeles Times”, constataba que los seis herederos de Waltmart serán más ricos que todo el 30% más pobre de Estados Unidos) no es menos cierto que su impacto es distinto, dependiendo del modelo socio-político existente en diversos lugares del mundo.

[cita]Como un recurso de “auto-preservación”, nuestro 1% más rico y sus protectores políticos deberían considerar lo señalado recientemente por The Economist: que a los países con mayor diferencia de ingresos, les va peor en todos los indicadores sociales, incluyendo más criminalidad y anomia social.[/cita]

Hoy, nuevamente algunos nos dicen que la solución es meramente “técnica”, y que tiene que ver con asegurar un crecimiento sostenido, y elevar la calidad de la fuerza de trabajo del país (a través de un salto cualitativo en el sistema educacional). Por cierto que estas son condiciones indispensables para abordar el problema, pero en este análisis se omite el componente “político” que hace que algunos países sean mucho más desiguales que otros, no obstante tener índices similares de riqueza y desarrollo. Por una parte, diversos estudios de cientistas políticos y sociólogos han demostrado que “la política” sí incide en las desigualdades, cuando a través del “lobby oculto”, el financiamiento de campañas, y la puerta giratoria (donde altos funcionarios públicos pasan después a empresas relacionadas) grupos poderosos consiguen que se legisle a favor de sus intereses. Así por ejemplo, Paul Pierson y Jacob Hacker demuestran en el subtítulo de su reciente libro, como en Estados Unidos el poder político en Washington hizo “más ricos a los ricos y le dio la espalda a la clase media” al modificar la regulación financiera y laboral, además de la impositiva, a favor de los empresarios.

Por otra parte, cuando se compara a los países nórdicos de Europa con Estados Unidos, podemos ver que los primeros tienen sociedades más inclusivas, menos desiguales, y con derechos garantizados para todos sus ciudadanos. ¿Cuál es la diferencia?: En estos países hay un Estado con fuertes capacidades regulatorias, sindicatos y sociedades civiles altamente organizadas, hay acuerdos más simétricos entre gobierno-empresarios y trabajadores, hay una tributación a la riqueza y a las grandes empresas muy superior a los países con economías neo-liberales, y hay una educación “pública” virtualmente gratuita y de alta calidad para todos.

Ciertamente todo esto cuesta, pero hay una decisión política que los que más tienen, deben hacer un aporte permanente muy superior al que hoy hacen estos mismos sectores en nuestro país. Por último, como un recurso de “auto-preservación”, nuestro 1% más rico y sus protectores políticos deberían considerar lo señalado recientemente por The Economist: que a los países con mayor diferencia de ingresos, les va peor en todos los indicadores sociales, incluyendo más criminalidad y anomia social.

Entonces, cuando se hable sobre este tema, contemos la historia completa, y ello nos permitirá por tanto, hacer una opción de largo plazo sobre el verdadero debate que debe haber: en qué tipo de sociedad queremos vivir, y que están dispuestos a hacer aquellos que se han beneficiado más con el desarrollo alcanzado en estos años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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