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Inteligencia política

Es lamentable que, mientras mejor están los candidatos en las encuestas, menos explican el país que quieren. Esto se agrava si no tienen trayectoria política anterior, pues impiden a la gente hacerse una idea sobre lo que pretenden si llegan a gobernar.


Durante los próximos meses nos veremos bombardeados de numerosas opciones de candidatos presidenciales, a veces difíciles de diferenciar unos de otros. La disciplina partisana ha sido reemplazada por las características específicas y atributos personales de los candidatos (y su reflejo en las encuestas). Pero ello no quiere decir que, para ganar, no deberán demostrar un alto nivel de inteligencia política.

¿Qué quiero decir con inteligencia política? Por cierto no estoy pensando en su significado académico, sino que me refiero a la capacidad de los candidatos de comprender que, para ganar, no basta con ser cálido y simpático, sino que con ser capaz de exponer convicciones, ideas y valores. Más importante aún, se requiere explicar cuál es el proyecto de país que se propone para el futuro. Olvidarlo es no entender que los votantes tienen sus propias convicciones y que no les basta con una sonrisa bonita.

[cita]La experiencia, convicción y trayectoria en la defensa de ciertos principios e ideas es la manera que tienen los candidatos para diferenciarse unos de otros, es la forma en que la gente se siente interpretada y cautivada. En efecto, si se trata sólo de simpatía, hay varios candidatos que se camuflan entre sí.[/cita]

Si bien el electorado, en la mayoría de los casos, decide con grandes asimetrías de información, sabe leer muy bien a los candidatos (y lo hace con un mayor grado de precisión que el que éstos suponen). En definitiva, ganará quien tenga la inteligencia (política) para no despreciar a los votantes.

En momentos en los cuales la clase política tiene fija su mirada en las encuestas, es crítico que los candidatos se atrevan a decir quiénes han sido, quiénes son y cuáles son sus convicciones. De lo contrario, existe el riesgo de elegir a un presidente sin siquiera conocerlo. Es lamentable que, mientras mejor están los candidatos en las encuestas, menos explican el país que quieren. Esto se agrava si no tienen trayectoria política anterior, pues impiden a la gente hacerse una idea sobre lo que pretenden si llegan a gobernar.

La experiencia, convicción y trayectoria en la defensa de ciertos principios e ideas es la manera que tienen los candidatos para diferenciarse unos de otros, es la forma en que la gente se siente interpretada y cautivada. En efecto, si se trata sólo de simpatía, hay varios candidatos que se camuflan entre sí.

Sin duda las primarias serán el escenario ideal e impostergable para ver quién tiene lo necesario para liderar el país, leer los nuevos tiempos y terminar de consolidar la democracia en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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