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En búsqueda de la Igualdad de Género, ¿Dios mediante?

Gisele Feldman
Por : Gisele Feldman Ingeniero Comercial PUC y especialista en temas de género
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Si queremos construir una sociedad donde las mujeres tengan igualdad de oportunidades y las niñas también sueñen con ser líderes, debemos empezar por generar las condiciones para que lo que se espere de una mujer, desde lo profesional a lo religioso, y los incentivos que se le den a esa niña mientras crezca, sean iguales a los que se le dan a un niño.


Las mujeres somos más de la mitad de la población chilena y damos luz al 100% de ella. Sin embargo, si hacemos el mismo trabajo que un hombre sólo recibimos una fracción de su sueldo. Nosotras asumimos la mayoría de los costos al momento de tener hijos: nuestros planes de salud son más caros que los de los hombres en edad fértil y si una empresa ofrece sala cuna, va a ser orientada para sus trabajadoras mujeres, lo que también encarece su contratación en términos relativos frente al hombre. Sobre estas diferencias y otras más se centró la charla sobre paridad de género en el Encuentro del Foro Económico Mundial que se llevó a cabo en Lima hace algunas semanas.

Nos sentamos en mesas redondas asignadas de forma aleatoria para intercambiar opiniones. La discusión la lideró el destacado académico de Harvard, Ricardo Hausmann. En cada una de las mesas, un líder guiaba la conversación interna para luego compartir las conclusiones entre todos los participantes. El resto de la mesa se conformó por varios personajes, entre los que destacaban empresarios, un Senador Mexicano y su esposa, un Sacerdote de la Iglesia Católica y un Rabino ortodoxo.

[cita]Si queremos construir una sociedad donde las mujeres tengan igualdad de oportunidades y las niñas también sueñen con ser líderes, debemos empezar por generar las condiciones para que lo que se espere de una mujer, desde lo profesional a lo religioso, y los incentivos que se le den a esa niña mientras crezca, sean iguales a los que se le dan a un niño.[/cita]

Cada integrante de la mesa alcanzó a hacer una intervención contando su propia experiencia respecto al tema de igualdad de género. La autocomplacencia era la tónica. Los empresarios contaron lo bien integradas que están las mujeres en sus empresas, los políticos hablaron del creciente acceso a cargos de liderazgo que tienen las mujeres en América Latina, los banqueros de los programas de microcrédito disponibles para ellas; hasta que el Padre José Alejandro Solalinde Guerra intervino diciendo: “Tenemos que reconocer que la Iglesia Católica ha jugado un rol negativo en la equidad de género” y agregó, “tal como la religión judía ya tiene algunas Rabinas, nosotros nos tenemos que actualizar”. Declaración que al Rabino ortodoxo no le causó mucha gracia, ya que las distintas corrientes del judaísmo tienen posiciones encontradas respecto a la participación de la mujer, siendo la ortodoxa la más restrictiva de ellas. Seguido a este comentario, la discusión y anécdotas religiosas que vinieron desviaron gran parte del tiempo hacia experiencias personales de los participantes. Curiosamente, varias mujeres educadas en colegios religiosos habían querido ser líderes religiosas de niñas.

Con este pequeño ejemplo nos damos cuenta de lo arraigado que está el machismo en nuestra cultura. No se me había pasado por la mente (hasta que este notable sacerdote mexicano lo mencionó) que una de las instituciones más poderosas del mundo no acepta el liderazgo femenino en sus filas, o lo define de forma muy diferente para ellas. Uno tiende a explicar el fenómeno del machismo desde una perspectiva sociológica o económica, ¡Qué difícil es enfrentarlo desde una perspectiva religiosa!

De acuerdo al Censo de 2002 (para no citar el de 2012, por razones obvias) más del 90% de la población chilena adhiere a algún credo. Evidentemente, la solución para nosotras no es alejarse de las instituciones religiosas, sino por el contrario, intentar generar espacios para la igualdad en éstas y así motivar que se adapten a nuestros tiempos, tal como el Padre Solalinde lo propone.

Si queremos construir una sociedad donde las mujeres tengan igualdad de oportunidades y las niñas también sueñen con ser líderes, debemos empezar por generar las condiciones para que lo que se espere de una mujer, desde lo profesional a lo religioso, y los incentivos que se le den a esa niña mientras crezca, sean iguales a los que se le dan a un niño.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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