El movimiento estudiantil viene reclamando, con perseverancia y valentía, contra el lucro, la mala calidad y la segregación en la educación. Es una crítica contra el capitalismo neoliberal que privilegia el lucro por sobre los derechos ciudadanos. Sin embargo, esta crítica quedó corta. En realidad, al observar las masivas ofertas, con transacciones de colegios subvencionados, se ha superado de largo el liberalismo decimonónico, y por cierto el neoliberalismo en curso.
Chíchikov y su criado recorren la estepa rusa con el propósito de comprar almas. Es la novela de Gogol, “Las Almas Muertas”, que nos cuenta que durante el Imperio Ruso los siervos eran considerados propiedad del terrateniente y podían ser comprados, vendidos o hipotecados, como un bien. Para contar los siervos se utilizaba la palabra «alma», los que se inscribían en los registros de propiedad.
Chíchikov se propuso comprar “almas muertas”, vale decir siervos ya fallecidos, no incluidos en el censo. Porque la entrega de tierras por el gobierno zarista estaba condicionada a quien justificara posesión de un número determinado de siervos (almas). Con ello accedía a tierras y a beneficios adicionales. Es la historia de la servidumbre, pero también de un tramposo que quiso aprovecharse de resquicios para beneficio propio. Esta historia, a pesar de ubicarse en el siglo 19, no está tan lejana del Chile de hoy.
En nuestro país, el colegio la Señora de Lourdes de la Florida se vende en $ 315 millones, lo que ha sido destacado como gran noticia en CNN. En Temuco ocurre algo similar; se trata del colegio Nazareth. En ambos casos la oferta pone de manifiesto el número de profesores, auxiliares y alumnos, incluidos en la venta. Pero, ello no es novedad. Al revisar internet observamos una larga oferta de ventas de colegios, incluidas almas estudiantiles, profesores y personal administrativo. A mayor número de alumnos se eleva el valor de la transacción. Igual que en el caso de las ventas de tierras en la Rusia imperial, en que la transacción incluía a los siervos de la gleba. Y por cierto, con más alumnos el subsidio estatal aumenta y el “financiamiento compartido” por las familias acrecienta el negocio.
[cita]El movimiento estudiantil viene reclamando, con perseverancia y valentía, contra el lucro, la mala calidad y la segregación en la educación. Es una crítica contra el capitalismo neoliberal que privilegia el lucro por sobre los derechos ciudadanos. Sin embargo, esta crítica quedó corta. En realidad, al observar las masivas ofertas, con transacciones de colegios subvencionados, se ha superado de largo el liberalismo decimonónico, y por cierto el neoliberalismo en curso.[/cita]
El hecho ha sido comentado por el ex ministro de Educación, Sergio Bitar, con una insensibilidad que ya no sorprende. Explicó que no constituía ningún drama este tipo de transacciones, de legitimidad incuestionable. Nos dice basta que sea una “operación transparente” (SIC), debidamente informada al Ministerio de Educación. Y, agrega, que quienes critiquen estas transacciones pecan de populistas; término utilizado por la clase política envejecida para descalificar argumentos que atacan su ideología e intereses. Esa lógica argumental no se aparta de la que imperaba en la Rusia zarista. Cuando se producían las ventas de tierras, incluidos los siervos —las almas— bastaba con informar al registro de propiedad del Imperio para que todo funcionara según las reglas establecidas. Chíchikov, eludió las normas al comprar almas muertas. Algo así como la elusión en el sistema impositivo. O más directamente, algo así como dar por presentes a los ausentes en las escuelas para que los sostenedores reciban íntegramente la subvención estatal.
Los estudiantes movilizados han denunciado implacablemente que la educación particular subvencionada por el Estado sólo sirve para otorgar ganancias a sus dueños. El lucro manda. A ello se ha agregado un nuevo beneficio para sus propietarios: el “pago compartido”, realizado por las familias que creen que entregando más dinero de su presupuesto podrán mejorar la calidad para la educación de sus hijos. Lamentablemente se equivocan. El subsidio estatal y el copago, entregado por las familias, no mejoran la calidad de la educación. Sólo encaren, con costo a las familias y a los contribuyentes. Pero, lo peor de todo, es que ese tipo de educación ha acentuado la segregación social en los niños. El movimiento estudiantil viene reclamando, con perseverancia y valentía, contra el lucro, la mala calidad y la segregación en la educación. Es una crítica contra el capitalismo neoliberal que privilegia el lucro por sobre los derechos ciudadanos. Sin embargo, esta crítica quedó corta. En realidad, al observar las masivas ofertas, con transacciones de colegios subvencionados, se ha superado de largo el liberalismo decimonónico, y por cierto el neoliberalismo en curso. Se ha retornado al feudalismo, al venderse los colegios, incluidos profesores, administrativos y estudiantes. Es el mismo sistema que imperaba en la Rusia zarista: siervos de la gleba, las almas del Imperio ruso, que se vendían junto con la tierra. Sólo un paso más y el lucro se extenderá a las almas muertas.