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Tráfico de influencia: los “Malles” no son menores

Esperemos que los terrenos de Arica no sean regalados otra vez a precio de huevo y la transacción sea realizada dentro del marco legal, esto dependerá del Contralor Ramiro Mendoza, del apego a la probidad que por ley está obligado a cuidar de otros y principalmente de él, pues es sospechoso que, cuando la mayoría de la gente va a la notaría para hacer las transacciones de compra y venta, Falabella deba hacerlo en Contraloría. Pues, de no ser así, será que algo huele muy Mall, no sólo en Dinamarca o el Congreso.


Un  grupo de políticos contratados por la ciudadanía para producir las leyes en el Congreso Nacional ha reaccionado de forma furiosa porque un canal de televisión mostró que algunos de ellos (no sabemos bien cuántos) esconden sus sociedades empresariales. Este enojo trata de justificar lo injustificable,  a pesar que todos sospechábamos, pero no todos denunciamos. Las formas de corrupción en la política son insondables y cruzan a todos los gobiernos  que se dicen diferentes, pero pagan con propiedad pública los aportes voluntarios para sus campañas, lo que Longueira, cuando no estaba deprimido denominó “Acuerdos de Estado”.

El tema del tráfico de influencias es conocido en la política actual (le ponen nombres en inglés como lobby y eso hasta da categoría). Reiteradamente aparecen los mismos nombres,  modos y formas de actuar para “el logro de metas” y sabemos que basta con investigar solo un poco, incluso solamente con la información disponible en los medios de comunicación masiva o en la red de redes, para descubrir cuáles son los titiriteros de verdad, los reales patrones.

Por ejemplo, uno se encuentra con irrefutables “coincidencias”. Insisto, sólo como ejemplo, podemos ver que Falabella  tiene la particularidad de comprar terrenos muy baratos para construir sus malles. También se descubren datos como que esos terrenos, por lo general, son “fiscales” y uno se explica cómo es que han proliferado esos mercados de la modernidad, esos malles, justamente, en sitios donde antes había liceos, terrenos portuarios, de ferrocarriles, todos con compras directas, en algunos casos al Ejercito de Chile, sin pasar por licitación.

[cita]Esperemos que los terrenos de Arica no sean regalados otra vez a precio de huevo y la transacción sea realizada dentro del marco legal, esto dependerá del Contralor Ramiro Mendoza, del apego a la probidad que por ley está obligado a cuidar de otros y principalmente de él, pues es sospechoso que, cuando la mayoría de la gente va a la notaría para hacer las transacciones de compra y venta, Falabella  deba hacerlo  en Contraloría. Pues, de no ser así, será que algo huele muy Mall, no sólo en Dinamarca o el Congreso.[/cita]

Es el caso de 30 mil metros cuadrados en Arica, comprados a esa rama de las FF.AA., con primera vista al mar a tres mil pesos el metro cuadrado, negocio que hoy está en Contraloría para su aprobación.  No es de extrañar  que sea tan barato, el precio acá en Valparaíso es casi ridículo  se venden en 2,25 UF, terrenos que costaron 19 UF el metro cuadrado (cualquier semejanza con la “venta” de empresas del Estado es también mera casualidad). Y quienes saben de esto dicen que el valor de esas propiedades, con esas características, no debiese ser menor a 50 UF el metro cuadrado. Esos son los datos que hoy tenemos, pero si vamos por más, descubriremos cómo ha sido en otros casos. En particular, nos interesa saber si en otras regiones opera esta especie de subsidio al Mall que se ha dado en Valparaíso, donde los mismos mencionados se llevan contratos millonarios para mantención de espacios públicos.

Entonces, uno también se pregunta ¿cómo es posible, cómo es que Contraloría no detenga este proceder? Bueno, para el caso en referencia, este organismo, “independiente”, pero concubino del poder, determinó, en el gobierno de Lagos, que los malles son actividades portuarias. Así, lograron alargar las concesiones de 10 a 30 años y, como el hambre de “progreso” es insaciable, en la actual administración se cambió de un soplo la noción que teníamos de un dictamen en derecho para dejarla en la mera opinión.

Sí, el 30 de mayo de este año, el Contralor Ramiro Mendoza emitió el dictamen 33.426 en el cual, en síntesis (y como lo difundieron diversos diarios nacionales en la fecha)  el órgano fiscalizador sostuvo que el proyecto Mall Barón infringe la normativa al no enfrentar una vía troncal. Hasta ese momento la interpretación de un dictamen de la Contraloría en Chile era única: una sentencia de carácter judicial que pronuncia un tribunal o un juez, que permite dar por finalizado una causa o un litigio, pues lo que hace el dictamen es reconocer el derecho de alguno de los intervinientes en el proceso, estableciendo la obligación a la otra parte de aceptar la resolución y respetarla. Pero, en menos de dos meses, el propio contralor nos sorprendió con una interpretación vulgar del término, al asegurar que su dictamen era una mera opinión, la cual, por cierto, no obligaría.

Se intenta así hacer un traje a la medida para que Falabella siga apropiándose de cuanto terreno fiscal encuentre o le guste a muy bajo precio, para construir sus templos de consumismo todo a crédito (y usura).

La polución corrupta, el tráfico de influencias no es propiedad privada de nuestro alicaído Parlamento, la actividad dudosa que obliga a estar atentos y a seguir cada acto también se encuentra en los servicios públicos y muchas veces nos encontramos con que la probidad es una mentirilla para la galucha. Es lo que hemos descubierto en el caso de las andanzas de Falabella dirigida por Juan Cuneo Solari. En Antofagasta los terrenos eran portuarios; en Valparaíso lo mismo; en Viña del Mar, de Bienes Nacionales, no hubo licitación; en Arica, provienen del Ejército, compra directa sin licitación; en Concepción, eran de Ferrocarriles del Estado; en Los Angeles se construye un Mall sobre los terrenos de un liceo. Estos datos recién se están conociendo y serán puestos a disposición y conocimiento de la comunidad.

Esperemos que los terrenos de Arica no sean regalados otra vez a precio de huevo y la transacción sea realizada dentro del marco legal, esto dependerá del Contralor Ramiro Mendoza, del apego a la probidad que por ley está obligado a cuidar de otros y principalmente de él, pues es sospechoso que, cuando la mayoría de la gente va a la notaría para hacer las transacciones de compra y venta, Falabella  deba hacerlo  en Contraloría. Pues, de no ser así, será que algo huele muy Mall, no sólo en Dinamarca o el Congreso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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