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Don Agustín y la «realidad mercurial»

Francisco Mendez Bernales
Por : Francisco Mendez Bernales Periodista y analista político
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Después de mucho tiempo, la televisión abierta dio el documental, El Diario de Agustín, el que habla de la participación de El Mercurio en la creación y omisión de noticias durante la dictadura de Pinochet.

Dicha pieza histórica revela lo que muchos siempre sospechamos, y por lo mismo tardó tanto en aparecer en pantalla. Ya que, como sabemos, Agustín Edwards sigue siendo uno de los empresarios mediáticos más influyentes del país, no sólo por el que muchos años fue llamado el “Decano” de nuestros medios, sino por la lo que podríamos llamar la “realidad mercurial” que se ha construido con el tiempo.

Si bien El Mercurio no tiene el tiraje que alguna vez tuvo y es el periódico favorito de una elite reducida, su línea editorial ha estado presente en nuestra realidad por años. Es una manera de concebir la sociedad, la farándula y la política que se expresa en cada uno de sus medios, casi castrando durante mucho tiempo la manera de hacer periodismo y de escribir de muchos periodistas.

Siempre intentando inmiscuirse de manera soterrada e inventando modas -la Zona de Contacto es una muestra clara- dentro de la cultura popular para así no parecer tan ellos, el grupo empresarial ha sabido mantenerse, como también ha logrado mantener su voz por sobre decisiones editoriales de otros medios y sobre la conciencia de profesionales del periodismo que parecen ser independientes, pero que lo piensan dos veces antes de tocar el tema de Edwards y la dictadura.

Y es que aún vivimos bajo esta realidad mercurial, aunque digamos lo contrario. Percibimos nuestra historia según los artículos que alguna vez publicó el principal diario del grupo de don Agustín, y leemos el espectáculo el deporte y-principalmente-la política según los vestigios de opiniones que dejó en nuestras cabezas.

Pero si habláramos solamente en pasado, seríamos injustos con su actuación hoy. Ya que es el principal brazo mediático de una derecha política muerta anímica y moralmente, y ha entrado en la batalla de las reformas del Gobierno, valiéndose de un patrimonio de objetividad que fue creando por años de la mano del poder.

Con su tono de cierta imparcialidad ante los cambios que se pretenden hacer en materia tributaria y educacional, entre otros, El Mercurio ha asumido la voz de una cierta casta para así instalar una sensación de miedo y de ingobernabilidad en Chile en estas materias. Pareciera que, más que causarle pudor sus intervenciones en la historia reciente de nuestro país, el grupo periodístico de Edwards Eastman continúa bajo la misma lógica transmitiendo sensaciones más que información pura con respecto a lo que sucede y a lo que contiene realmente cada reforma.

Personalmente me parece sumamente complejo que un medio de comunicación- como sucede en todas partes, no quiero pecar de ingenuo- siga haciendo política antes de comunicar los alcances de lo que sucede en los puntos más importantes del debate nacional. Pero como lo dije al comienzo, es parte de la realidad en el que nos hemos criado, porque todos somos un poco parte de lo que este medio construyó que era la dictadura, la transición y ahora la democracia. Por más que salgamos a las calles y hablemos desde la realidad, lo cierto es la cultura mercurial ya cosechó lo sembrado.

También me parece complejo transitar entre dos realidades, una que es la que vemos al salir a la calle, y otra que es la que dibujan quienes pretenden hacen no tan graves algunos abusos y sí extrapolar el alcance de ciertas medidas de un Gobierno que piensa diferente a ellos. Por lo tanto- y una vez visto el documental sobre la actuación del medio en los setenta y ochenta- es importante abrir los ojos, mirar, leer entre líneas y preguntarnos muchas veces qué tan real es lo “real”.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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