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¿Qué piensa la Democracia Cristiana?

¿Se podría decir que es un partido en lenta extinción? Probablemente es muy apresurado aún afirmar eso, pero al no avizorarse en su interior la búsqueda de caminos institucionales certeros y de acuerdo a los tiempos en que vivimos en cuanto a que hay que adecuar el discurso ideológico, la actual Democracia Cristiana seguirá siendo algo amorfo en sus postulados y desgastándose a ojos del ciudadano común.


Si hay algo que realmente llama la atención en el nuevo escenario político del país tras asumir el gobierno de la Nueva Mayoría encabezado por Michelle Bachelet, es el rol que cumpliría en éste el Partido Demócrata Cristiano.

En un primer análisis se podría inferir que en la coalición sucedania a la Concertación, representa a una parte importante del centro político del país, con postulados que se vinculan a las enseñanzas de justicia social que persigue la Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano Segundo, que aboga por transformaciones del modelo económico vigente imperante en el mundo y cosas por el estilo como se ha dicho hasta el cansancio desde que fuera fundada.

Sin embargo, nada de eso se encuentra perfilado hoy, en un planteamiento grueso, sólido, único, admitido por todos sus máximos o más importantes dirigentes. No se sabe de pautas emanadas de algún congreso ideológico importante que los ilustre, es común que sobre cualquier tema de interés nacional aunque sea medianamente importante, el demócrata cristiano que hable dice lo que él piensa y aunque éste sea el Presidente del partido, al poco rato aparecen otros altos dirigentes que lo contradicen abiertamente, que le enrostran que son sus propias ideas, etc.

[cita]¿Se podría decir que es un partido en lenta extinción? Probablemente es muy apresurado aún afirmar eso, pero al no avizorarse en su interior la búsqueda de caminos institucionales certeros y de acuerdo a los tiempos en que vivimos en cuanto a que hay que adecuar el discurso ideológico, la actual Democracia Cristiana seguirá siendo algo amorfo en sus postulados y desgastándose a ojos del ciudadano común. [/cita]

Y así, en cualquier orden de leyes que comienzan a discutirse en el Congreso, como son la Reforma Tributaria y Educacional, ambas pilares del gobierno según su programa y otras iniciativas de la Nueva Mayoría.

Siendo la Democracia Cristiana el partido mayoritario de la coalición gubernamental, el tema sin duda es muy delicado porque paralelamente, en términos de representación juvenil en diversos ámbitos y los más importantes en que se puede medir esta, como ser los estudiantes secundarios y universitarios, aparece como una minoría sin que desde allí resalte ningún dirigente. Y, en el ámbito sindical aunque pudiera estar algo mejor, aún es algo muy menor a lo que fue en los años de la lucha contra la dictadura militar.

¿Se podría decir que es un partido en lenta extinción? Probablemente es muy apresurado aún afirmar eso, pero al no avizorarse en su interior la búsqueda de caminos institucionales certeros y de acuerdo a los tiempos en que vivimos en cuanto a que hay que adecuar el discurso ideológico, la actual Democracia Cristiana seguirá siendo algo amorfo en sus postulados y desgastándose a ojos del ciudadano común. No es fácil encontrar en reuniones sociales o familiares -cualquiera puede hacer el intento- a alguien que diga certeramente qué piensa la Democracia Cristiana sobre el aborto, la gratuidad en educación, la legislación sobre vida en pareja, las modificaciones al sistema binominal, las leyes laborales y muchos otras inquietudes de los chilenos.

Con todos estos elementos, la prensa de derecha se ha podido dar un verdadero festín en estos primeros meses de gobierno. Y desgraciadamente, pese a todo ello, nada hace presagiar con certeza que las cosas cambiarán ostensiblemente en las próximas semanas y meses. Al interior de la Democracia Cristiana se seguirán enfrentando posiciones y personalismos y probablemente pasarán años antes que este partido tome la decisión de pararse como corresponde en el siglo 21: mirar su propio pasado y particularmente el ejercicio decuatro gobiernos de la Concertación en los que participó y terminaron entregando el poder a la derecha y reinventarse para a la vez, reencantar a muchos chilenos antes de convertirse en un partido sin mayor injerencia en el futuro del país.

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