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Esquirlas políticas

Jorge Sharp y Líber Muñoz
Por : Jorge Sharp y Líber Muñoz Ambos Directores del Centro de Pensamiento y Acción Política CRISOL y miembros de Izquierda Autónoma.
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Sin embargo, esa política que denosta lo que no entiende y que siente arrogantemente que posee la única forma válida para gobernar, paradójicamente en algún punto tiene cierta coincidencia con los bombazos que tanto rechaza: ambos reducen la política al acto o la acción de unos pocos, expulsando de ésta a las voluntades colectivas.


Los recientes episodios de bombazos en la capital y otros puntos del país han generado un desenfreno policial y mediático que impide observar con detenimiento y claridad los efectos que estos repudiables acontecimientos han provocado en la política.

Desde una arista estrictamente política, es de cierta forma irrelevante saber quién o quiénes fueron los autores de los bombazos o indagar sobre sus motivaciones. Lo importante, por tanto, es evaluar estos hechos por su peso político, cómo impactan en el escenario político y de qué manera los distintos actores y fuerzas se acomodan y actúan en éste.

Una cuestión que resulta evidente a primera vista es que a la coyuntura política actual, dominada por el debate sobre el carácter de las diversas reformas en curso, se le ha incorporado la agenda de seguridad interior-terrorismo. Estos temas, de no estar siquiera en posiciones secundarias en la agenda del gobierno, los partidos y el movimiento social, hoy pasan a estar en un primer plano. Así, provocan como efecto un nuevo y definitivo aplazamiento del debate constitucional, se han convertido en una conveniente distracción respecto al curso legislativo que está tomando la reforma educacional –de hecho, fue un oportuno velo al rechazo de la Nueva Mayoría siquiera a discutir gran parte de las indicaciones propuestas por el movimiento estudiantil– y han dejado definitivamente en el anonimato político al caso Cascadas y al hasta ahora más escandaloso caso de colusión económica de la historia de Chile llevado a cabo por empresas del rubro avícola.

[cita]Sin embargo, esa política que denosta lo que no entiende y que siente arrogantemente que posee la única forma válida para gobernar, paradójicamente en algún punto tiene cierta coincidencia con los bombazos que tanto rechaza: ambos reducen la política al acto o la acción de unos pocos, expulsando de ésta a las voluntades colectivas. [/cita]

Pero también los bombazos se producen en un momento del ciclo político chileno en que la pérdida de legitimidad social de la cual hoy la institucionalidad burguesa-estatal no logra sacudirse, la desafección ciudadana respecto a las opciones políticas tradicionales y el profundo malestar social provocado por un modelo económico profundamente desigual que ha mercantilizado diversos ámbitos de la vida, se han profundizado, especialmente a partir de las movilizaciones sociales de los últimos años.

En este contexto, la movilización estudiantil del año 2011 es un punto de inflexión, ya que precisamente a partir de la conjugación de los elementos antes mencionados, ha permitido el ascenso de fuerzas sociales que, con altos grados de organización y propuesta programática, vinculan nuevamente, a través de la acción colectiva, lo político con lo social y cuestionan profundamente la estrecha manera de hacer política que tiene el bloque binominal.

De esta manera, lo anteriormente señalado, sumado a la mayor apertura de la ciudadanía a realizar cambios profundos en la estructura política, económica, cultural y social del país, ofrecen en el presente la posibilidad de superación de las bases sobre las cuales se irguió la transición y dejar atrás sus formas políticas.

Las esquirlas políticas de la serie de bombazos de las últimas semanas, dan paso a un campo de enfrentamiento propicio y fértil para la vuelta de la política de la transición, que ya en el pasado gestionó la incertidumbre y miedo generado por la tutela militar. No es que estos sectores políticos, transversales al sistema de partidos (se anidan no sólo en la derecha sino que también en la Nueva Mayoría), no hayan estado antes al acecho, sino que más bien estos eventos les ofrecen nuevas condiciones para profundizar su idea de que el único y mejor Chile posible es el que ofreció durante los noventa la Concertación y que la Nueva Mayoría expresa al “nuevo ciclo político”, pese a que hoy este conglomerado está más cercano a la premisa de que los cambios hay que hacerlos “en la medida de lo posible”

De hecho, esta coyuntura también permite develar lo falso de la idea de que el carácter del gobierno se encuentra en disputa, ya que tanto la vieja guardia concertacionista, más refractaria a los cambios, como los nuevos jóvenes bacheletistas, supuestos promotores de cambios estructurales, a la hora de llamar al orden y la unidad nacional son una sola voz, impulsando conjuntamente la necesidad de fortalecer los aparatos de seguridad del Estado y profundizar el control policial sobre nuestras vidas.

Por eso, demuestran una particular belicosidad con el significado histórico del 2011, que no es otro que la superación ideológica y política de la transición (por tanto, de ellos mismos), a través de la sostenida campaña de deslegitimación al movimiento estudiantil. Su objetivo es realizar una forzada e ignorante relación, apoyada en todo momento por distintos medios de comunicación, entre estudiantes y violencia, como si bombas, grupos antisistémicos, colectivos estudiantiles, movimiento estudiantil y las demandas por una nueva educación, fueran parte de un todo que debe ser rechazado.

Sin embargo, esa política que denosta lo que no entiende y que siente arrogantemente que posee la única forma válida para gobernar, paradójicamente en algún punto tiene cierta coincidencia con los bombazos que tanto rechaza: ambos reducen la política al acto o la acción de unos pocos, expulsando de ésta a las voluntades colectivas.

Por eso, las fuerzas políticas de cambio y las fuerzas sociales, no deben perder de vista que una de las condiciones fundamentales para obtener paz y verdadero cambio social es la apertura del proceso político hacia las mayorías, que no es otra cosa que defender, reivindicar y profundizar el significado ideológico y político del 2011.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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