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Isapres: el miedo a mejorar

Guillermo Paraje
Por : Guillermo Paraje Profesor Escuela de Negocios Universidad Adolfo Ibáñez, activista en la causa contra el tabaco
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La estrategia de meter miedo para cuidar el negocio resulta más clara todavía cuando se defiende el derecho de que las clínicas privadas ofrezcan seguros complementarios. Cuando se discutió en la Comisión prohibir que los prestadores comercialicen estos seguros, se tuvo el aval de todos los Comisionados (incluyendo los de las tres Isapres), excepto de la representante de la Asociación de Clínicas. Resulta económica y sanitariamente absurdo que las Clínicas ofrezcan estos seguros. Esto induce al sobreuso de prestaciones médicas e incrementa los costos del sistema de salud.


A casi un mes de la entrega del informe de la Comisión Asesora Presidencial para la reforma de las Isapres, de la cual formé parte, se siguen discutiendo sus implicancias. Este hecho, que debiera ser positivo porque el tema merece un debate profundo por su importancia, se ve atenuado por la aparición de la estrategia más usada para frenar cambios: meter miedo.

La Comisión tuvo, como se sabe, dos propuestas: una de mayoría que apunta a que en el largo plazo exista en Chile un Seguro Nacional de Salud; y otra de minoría (que suscribí) que apunta a que en el largo plazo exista un sistema de multiseguros en el que los privados tengan una participación en al aseguramiento básico. Pero existe también una propuesta de reforma inmediata que tuvo un alto consenso (16 Comisionados estuvieron de acuerdo en sus puntos fundamentales) que apunta a corregir los indudables problemas que tienen las Isapres y transformarlas en aseguradoras que funcionen con la lógica del seguro social.

Esta propuesta eliminaría las preexistencias y la cautividad al interior del sistema Isapre, transformaría el seguro privado en un seguro solidario de largo plazo, reduciendo la incertidumbre que hoy tienen los que están en Isapres. Incertidumbre por el precio de sus primas (que suben unilateralmente todos los años) e incertidumbre sobre si van a poder pagar sus seguros el día que se jubilen y sus ingresos se reduzcan.

[cita] La estrategia de meter miedo para cuidar el negocio resulta más clara todavía cuando se defiende el derecho de que las clínicas privadas ofrezcan seguros complementarios. Cuando se discutió en la Comisión prohibir que los prestadores comercialicen estos seguros, se tuvo el aval de todos los Comisionados (incluyendo los de las tres Isapres), excepto de la representante de la Asociación de Clínicas. Resulta económica y sanitariamente absurdo que las Clínicas ofrezcan estos seguros. Esto induce al sobreuso de prestaciones médicas e incrementa los costos del sistema de salud. [/cita]

La propuesta de corto plazo elimina esto. Y esta propuesta, que responde cabalmente al mandato de la Presidenta, es histórica no sólo por el consenso que tuvo dentro de la Comisión sino porque representantes del sistema privado (los gerentes de Banmédica y Consalud, las dos Isapres más grandes) la suscribieron. Ninguna de las Comisiones anteriores había logrado esto.

Ante ello, los grupos que van a ver mermados sus negocios comienzan a meter miedo. Economistas connotados hablan, por ejemplo, de “sueños que se pueden acabar”, prediciendo un fin al sistema de Isapres e ignorando que si este sistema no se reforma y no adopta principios de seguridad social se termina solo. No va a hacer falta ninguna reforma para que las Isapres desaparezcan por la presión continua que han puesto los tribunales de justicia sobre ellas. Por otro lado, los representantes de las Clínicas privadas hablan de que la propuesta acabaría con la libertad de elección al forzar a las Isapres a constituir redes de prestadores. Esto es derechamente falso. La formación de redes no implicaría que las personas deban atenderse obligatoriamente dentro de estas redes. Sólo implica que la atención dentro de las redes sea más barata, pero si las personas desean atenderse fuera de ellas pueden hacerlo. Resulta curioso que en nombre de la “libertad de elección” pretenda impedirse que sean las mismas personas las que elijan entre atenderse dentro o fuera de la red a costos diferentes. Adicionalmente, se mete miedo diciendo que los médicos perderían mil millones de dólares al año. Si eso fuera así, y lo pongo en duda porque los cálculos son opacos, implicaría que los pacientes ganarían esos mil millones de dólares. ¿Estaría mal eso? ¿Sería erróneo que actores del sector privado, que es de los más caros del mundo, resignen parte de sus ingresos y que eso se transfiera a los pacientes a través de menores costos de las prestaciones?

La estrategia de meter miedo para cuidar el negocio resulta más clara todavía cuando se defiende el derecho de que las clínicas privadas ofrezcan seguros complementarios. Cuando se discutió en la Comisión prohibir que los prestadores comercialicen estos seguros, se tuvo el aval de todos los Comisionados (incluyendo los de las tres Isapres), excepto de la representante de la Asociación de Clínicas. Resulta económica y sanitariamente absurdo que las Clínicas ofrezcan estos seguros. Esto induce al sobreuso de prestaciones médicas e incrementa los costos del sistema de salud.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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