Ojalá no se repitan los errores del inicio de la reforma y se siga trabajando y colaborando de buena fe con el proceso de reformas, para que lleguen al Congreso proyectos técnicamente bien hechos, que tengan una tramitación que se concentre en el fondo y no en temas tangenciales a una mejor educación, como ha sido el caso hasta ahora.
En julio, el Ministerio dio inicio a Diálogos en Educación. Se prolongaron por el mes de agosto y el 8 de septiembre tuvo lugar el Plenario Final en Educación Superior. Por no haber participado, no puedo referirme a las otras áreas de educación primaria, secundaria, ciudadana, etc., pero sí puedo hablar con propiedad del buen resultado en Educación Superior, donde funcionaron cinco comisiones (o Mesas), las de Calidad, Financiamiento, Institucionalidad, Acceso y Carrera Académica y Funcionaria.
Cada mesa temática funcionó en forma distinta, pero sí tuvieron en común un clima de tolerancia y comprensión, partiendo del supuesto de que habíamos sido invitados para colaborar en la formulación de reformas y de políticas públicas, por lo que se buscó el consenso y los acuerdos a partir de propuestas distintas.
La metodología permitió un buen resultado: ya que los documentos finales se estructuraron sobre la base de acuerdos o consensos, disensos y nudos críticos a ser resueltos por el Estado o la ley. Incluso, la buena disposición se mostró en el hecho de que, en el plenario final, las objeciones hechas al documento emanado de la mesa de carrera académica llevó a su retiro y al encargo de una nueva redacción, aunque hasta el día de hoy se desconoce.
Lo llamativo no son las diferencias, sino el alto grado de consensos alcanzados en temas como calidad, financiamiento, institucionalidad y acceso. Al menos 15 conocidas organizaciones que representaban a rectores, institutos profesionales, centros de formación técnica y universidades estatales, tradicionales y privadas como asimismo a organizaciones de trabajadores, académicas, apoderados y estudiantiles participaron, además de algunas universidades individuales del llamado G-8. No todas terminaron, ya que a algunas se les pidió retirarse y otras decidieron hacerlo por voluntad propia, aunque en el caso de confederaciones estudiantiles como la Confech, alcanzaron a presentar sus documentos, propuestas y estar presentes en todas las reuniones donde se alcanzaron los consensos y disensos, salvo las últimas donde se hicieron las correcciones.
Lo más llamativo es que no se ha vuelto a saber ni se ha clausurado el trabajo en un evento semejante a la inauguración del ministro. Confiamos en que se está trabajando junto a la Unesco, que actuó como facilitadora, en un documento final que recoja todo lo que se trabajó en las distintas áreas, ya que yo solo conozco lo que se hizo en educación superior.
Aún más llamativo es al parecer el desconocimiento sobre este trabajo de los integrantes del Parlamento, partiendo por miembros de las Comisiones de Educación y, por cierto, aparentemente el desconocimiento que existe en los medios de comunicación y, por lo tanto, en la opinión pública.
Es una pena, ya que en una reforma educacional que se ha complicado tanto, donde ha sido tan difícil transformar los eslóganes de campaña en política pública y en leyes, aquí existe aquello de lo que probablemente se ha carecido: una columna vertebral hecha por los actores de la educación, quienes con buena voluntad y desde posiciones muy diversas han llegado a posiciones comunes que dan mayor viabilidad a propuestas que hoy no existen, al menos oficialmente.
[cita]Ojalá no se repitan los errores del inicio de la reforma y se siga trabajando y colaborando de buena fe con el proceso de reformas, para que lleguen al Congreso proyectos técnicamente bien hechos, que tengan una tramitación que se concentre en el fondo y no en temas tangenciales a una mejor educación, como ha sido el caso hasta ahora.[/cita]
Como a todos nos consta, el debate ha estado concentrado en dinero, propiedad, poder y similares, pero no en temas propiamente educacionales.
Para mí, lo importante de lo que se hizo a partir de la invitación del Mineduc es una experiencia quizás inédita en la historia, al menos reciente, de la cual debieran estar orgullosos y divulgar sus resultados.
Las diferencias no deben llamar la atención, ya que era lo esperable. La grata sorpresa fue la gran cantidad de acuerdos que se dieron entre estatales y privados, estudiantes, académicos y rectores y, sobre todo, un clima de respeto que se echa de menos en la actual crispación que se advierte en sectores políticos. También es relevante la concordancia en los nudos críticos que deben ser solucionados para que efectivamente exista una educación de mejor calidad y más equitativa.
Así que me voy a permitir mencionar algunos de los consensos alcanzados, sin que la lista sea la definitiva:
a) Necesidad de una Superintendencia con un marco regulatorio claro.
b) Educación como derecho social.
c) Se debe implementar un Marco Nacional de Cualificaciones (lo que se necesita saber) como parte de una política nacional de largo plazo, y que sea discutido participativamente.
d) Garantizar la existencia de un sistema mixto.
e) Rendición de cuentas y control estricto e igualitario de todos los aportes estatales, para que el gasto sea efectivo, independientemente del tipo de institución.
f) El financiamiento debe estar vinculado a normas objetivas, y el mejoramiento debe asegurarse con proyectos concretos (convenios de desempeño) a ser concluidos en plazos determinados.
g) Se debe ayudar y no discriminar a quienes estudian en condiciones sociales y económicas desventajosas.
h) Debe haber preocupación por una acreditación que garantice el debido proceso y que sea un acompañamiento que transforme a la calidad en una tarea institucional permanente.
i) Se debe incrementar la importancia de la educación técnico-profesional.
j) Le educación cívica debe ser un objetivo de todo el proceso educacional más que un ramo específico. Es decir, formar mejores ciudadanos.
k) Garantizar la autonomía de las instituciones de educación superior, con libertad de enseñanza.
l) Mantener la distinción entre Universidades, Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica.
m) En el caso de las universidades, no se debe perseguir fines de lucro.
n) Asegurar el pluralismo y la libertad de cátedra.
o) Que los órganos de gobierno, sean definidos por cada institución en forma autónoma, de acuerdo al marco legal, el que debe levantar prohibiciones.
p) Ampliar el apoyo económico a gastos complementarios del arancel para alumnos que lo requieran (mantención, materiales de estudio, residencia).
q) Mecanismos y cupos de acceso deben ser transparentes y responder a criterios de calidad y equidad.
r) Mejorar el sistema de admisión a las universidades.
s) Establecer financiamiento estatal para programas de nivelación a estudiantes que ingresan con desventaja.
t) Establecer mecanismos de financiamiento para continuar estudios, terminar una carrera o iniciar una habiendo terminado la educación media hace años.
Yo agregaría dos cosas: una nueva institucionalidad que recoja a todas las instituciones de educación superior, ya que el Consejo de Rectores fue creado en la década del 50 para asesorar al Ministerio de Educación en condiciones históricas muy distintas, por lo que hoy es poco representativo y/o útil. Además, considero que la educación superior no debe verse en forma aislada, sino en forma sistémica, y vinculada a una pirámide que debe empezar en la educación preescolar, continuar en la escolar y secundaria para culminar en la primera, toda vez que las desigualdades territoriales y de cuna se marcan alrededor de los seis años y no a los 18.
Lo anterior es una selección, donde, insisto, lo más importante para la autoridad es aprovechar este ánimo de colaboración y los consensos alcanzados, ya que las diferencias son por todos conocidas. Ojalá no se pierda el trabajo hecho, y se aproveche este esqueleto para que sirva de base a un trabajo a ser continuado en diálogos técnicos que ayuden a esta etapa prelegislativa, donde no se avizoran grandes proyectos en los meses inmediatos.
Ojalá no se repitan los errores del inicio de la reforma y se siga trabajando y colaborando de buena fe con el proceso de reformas, para que lleguen al Congreso proyectos técnicamente bien hechos, que tengan una tramitación que se concentre en el fondo y no en temas tangenciales a una mejor educación, como ha sido el caso hasta ahora.
Ojalá no se desaproveche este avance, ya que así como se ha descubierto que existen limitaciones legislativas y políticas a la reforma, quizás en el futuro también existan las económicas.
Sin embargo, nada de lo anterior me preocupa tanto como el cambio en el sentimiento de muchos chilenos, ya que las prioridades cambian con velocidad en nuestro país, desde el momento en que “la caja de sorpresas” que trae consigo ser gobierno, en la feliz expresión de un subsecretario del Interior, así como ha puesto temas como la seguridad u otros, y la falta de proyectos llevó –a pesar de todo lo dicho– a un presupuesto de continuidad no muy diferente a los de años anteriores, lo peor que podría pasar es que se desaprovechara por errores compartidos este momento de gran apoyo para una mejor educación.
Enorme responsabilidad histórica se echarían sobre los hombros quienes estén por la confrontación por sobre la colaboración, cuando ya se ha aceptado la necesidad de una profunda reforma. Lo que corresponde asegurarse es que la calidad resultante sea mejor y no igual o peor que lo que hoy tenemos. Y eso se logra mejor a través del acuerdo y la colaboración.