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A propósito de la baja del buque madre de la fuerza de submarinos

Sólo en la medida que la Estrategia defina con precisión los medios a través de los cuales se pretende alcanzar los fines que ella se fija, será posible que el Congreso Nacional, en el proceso de aprobación presupuestaria, pueda conocer con razonable certeza y en forma ex ante, en qué se invertirán los recursos destinados a las capacidades estratégicas.


En días recientes ha sorprendido la noticia de la baja del Buque Madre de Submarinos “Merino”. Tanto el Gobierno, a través de su Ministro de Defensa, como la Armada, han señalado que dicho buque será reemplazado en sus funciones, por otras naves de guerra ya en servicio, entre las que se han mencionado el buque multipropósito “Sargento Aldea”, el transporte “Aquiles”, la fragata “Williams” y el patrullero oceánico “Piloto Pardo”. Es muy probable que esta noticia, como muchas otras relacionadas con el sector Defensa, no generará mayor comentario en la opinión pública, ni – mucho menos – en la Oposición.

A través de estas líneas se busca, en primer lugar, poner de relieve lo que significa la baja del buque en cuestión; en segundo lugar, llamar la atención respecto de la explicación dada como fundamento a dicha baja; en tercer lugar, insistir en el imperativo de contar con una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa, destacando la necesidad de que la ciudadanía y la clase política se preocupen en forma permanente por el sector Defensa.

Chile y su Fuerza de Submarinos

La baja del Buque Madre de Submarinos es una noticia sorprendente por diferentes razones: En primer lugar, porque una parte muy relevante de la capacidad de disuasión estratégica de Chile, en general y de su Armada, en particular, está constituida por su Fuerza de Submarinos. En años recientes se han hecho enormes inversiones para contar con 2 de los submarinos convencionales más modernos del mundo, esto es, con el “O´Higgins” y “Carrera” de la clase Scorpene([1]). Al mismo tiempo, los otros 2 submarinos nacionales([2]) han sido modernizados a un estándar similar a los anteriores. Los submarinos, a diferencia de los buques de superficie, pueden operar impunemente ante amenazas aéreas muy relevantes. Además, en el caso de los submarinos convencionales, son extremadamente difíciles de detectar, tanto para los buques de superficie, como para los submarinos nucleares e, incluso, para los aviones y helicópteros especializados en guerra antisubmarina.

En conflictos de alta intensidad, los submarinos convencionales cumplen un rol extremadamente relevante, al poder enfrentar con éxito las formaciones navales más poderosas, obligándolas a destinar ingentes recursos para protegerse de ellos. La Guerra Indo-Pakistaní de 1971 y la Guerra del Atlántico Sur de 1982, así lo demostró. Es por ello, que frecuentemente la Armada de EE.UU. invita a submarinos convencionales de distintos países, para que puedan entrenar a sus Grupos de Batalla de Portaaviones. De este modo, previo a sus despliegues internacionales, los portaaviones norteamericanos se enfrentan a los más difíciles oponentes. Con este propósito, Submarinos de Suecia, Perú y, por supuesto, de Chile, han visitado Estados Unidos en diversas ocasiones.

En conflictos de baja intensidad y en situaciones de crisis, los submarinos convencionales juegan también un rol relevante, al ser excelentes plataformas tanto para recolección de inteligencia([3]), para insertar y extraer fuerzas especiales del territorio enemigo, e incluso, para poder preparar la interrupción de las líneas de comunicaciones marítimas del adversario mediante el sembrado de minas inteligentes en sus puertos, canales y estrechos, que se pueden activar en forma remota si se llega a un enfrentamiento armado.

Para calibrar adecuadamente la relevancia del submarino convencional, en particular y de la guerra naval en general, se debe recordar que el mar constituye cerca del 70% de la superficie de la tierra y que más de 2/3 de la población mundial vive a menos de 160 kilómetros de éste([4]) y, en el caso de Chile, más del 88% de su comercio internacional se desarrolla utilizando el mar como vía de transporte.([5]) Por último, la situación de conflictividad que se vive a nivel mundial([6]), debe llamar a reflexionar en torno a si es acertado afirmar que las relaciones internacionales se agotan en meras relaciones comerciales.

Sin embargo, los submarinos convencionales tienen importantes limitaciones; entre ellas, cabe destacar una autonomía de hasta 50 días aproximadamente, una baja velocidad de tránsito entre su puerto base y su área de operaciones, así como una limitada capacidad de detección. Esta última falencia, a saber, la limitada capacidad de detección, se compensa o suple mediante la integración de los submarinos convencionales en una fuerza de tarea que se define como un concepto global([7]), conformado también por aviones de exploración aeromarítima de largo alcance y un adecuado sistema de mando, control y comunicaciones, que permita procesar adecuadamente la información de inteligencia operativa disponible. Como señala la Doctrina Marítima Nacional, el Buque Madre de Submarinos cumple no sólo funciones logísticas, sino también de mando y control.([8]). Las otras dos falencias, a saber, la limitada autonomía y la baja velocidad se compensan o suplen precisamente mediante un Buque Madre de Submarinos, como el que la Armada está dando de baja sin reemplazo.

Los submarinos convencionales requieren de servicios especializados para operar. No sólo necesitan armas particulares, que no utilizan los demás buques de guerra, sino que tienen sistemas especializados que también son únicos, por lo que se requiere no sólo de personal especialista, sino también de talleres específicos para mantenerlos adecuadamente. Todo esto se traduce en que se requiera de una inversión relevante para construir una Base de Submarinos, razón por la cual, en el caso nacional, sólo existe una Base de Submarinos, ubicada en Talcahuano.

El Buque Madre de Submarinos embarca no sólo elementos logísticos específicos para el apoyo de la operación de los submarinos, sino que cuenta además con los diferentes talleres especializados que los mismos demandan, amén de las armas e insumos necesarios para reabastecerlos adecuadamente. Adicionalmente, proporcionan áreas de recreación y descanso para sus dotaciones. Al cabo de una patrulla, el submarino se reunirá con su Buque Madre, que lo reabastecerá de combustibles, armas, víveres, agua, gases diversos y los demás insumos que requiere en su operación normal; reparará y efectuará mantenimiento a sus diversos sistemas y componentes y permitirá que su dotación descanse en ambientes más amplios que los confines de un tubo de acero de 6 metros de diámetro, plagado de equipos, cables, tuberías y válvulas.

Tal como se ha publicado en la prensa, el Buque Madre permite, en el caso de Chile, que los submarinos ganen días – si no semanas – de patrulla, al ahorrarles la necesidad de regresar a su base en Talcahuano entre una patrulla y otra.

En una perspectiva estratégica, los tres vértices relevantes de Chile son Arica, Punta Arenas y la Isla de Pascua. Para la defensa de cualquiera de ellos existe una enorme diferencia si nuestros submarinos deben operar desde Talcahuano o si, por el contrario, pueden operar desde su Buque Madre, fondeado en ellos o en sus cercanías.

Para un hipotético caso de operación de cooperación internacional, en que se requiera, por ejemplo, de una plataforma ultradiscreta para recolección de inteligencia, Chile, de ser necesario, podría desplegar uno o más submarinos, junto con su Buque Madre, a – literalmente – cualquier parte del mundo.

Así, la Fuerza de Submarinos y su respectivo Buque Madre, conforma uno de los sistemas de armas de mayor capacidad estratégica con que cuenta el país.([9])

La explicación dada

Se ha señalado, como explicación por la baja del Buque Madre de Submarinos, que éste, con 45 años de edad desde que fue botado al agua en Suecia, ya cumplió su vida útil.

Si uno da crédito a esta explicación([10]), ello significaría que la nave en cuestión ha tenido un problema de obsolescencia, la que puede ser de 5 tipos: económica, táctica, logística, estratégica o total([11]). Gruesamente, la primera consiste en que el costo de reparación supera el costo de reemplazo; la segunda, en que sistemas más modernos tienen más capacidades que el sistema en cuestión; la tercera, en que ya no se fabrican o no es posible conseguir los repuestos de que se trata; la cuarta, en que han aparecido nuevas plataformas o sistemas que permiten cumplir en forma más eficiente y económica la tarea encomendada; y la última, no es sino la combinación de todas las anteriores.

Parece evidente que el Buque Madre de Submarinos que se dará de baja, no ha tenido una obsolescencia estratégica: su función es más relevante que nunca. Tampoco parece haber tenido una obsolescencia táctica, ya que su función propia no lo lleva a enfrentarse directamente a otros sistemas de armas. Por lo anterior, es evidente que tampoco haya padecido de una obsolescencia total.

Luego, sólo quedarían dos posibilidades: que se trate una obsolescencia logística o de una económica. A modo de ejemplo, si la nave hubiese tenido problemas con uno de sus motores diesel principales, imposible de reparar que lo tuviesen con un andar reducido a, por ejemplo, 9 nudos, estaríamos ante una obsolescencia económica, si su reparación fuese más costosa que la compra de un buque de reemplazo. Y ante una obsolescencia logística si dicho motor resultase imposible de reparar, por no existir los repuestos necesarios. Lo mismo podría decirse si la diferente salinidad de las aguas nacionales respecto de las aguas suecas, hubiesen afectado gravemente diferentes sistemas de abordo. Cualquier explicación en este sentido permitiría entender la razón de su baja. Pero también cualquiera de dichos problemas hubiese permitido anticipar la baja y gestionar la adquisición de un adecuado reemplazo.

Sin embargo, lo que no resulta para nada convincente, sino que más bien da para entender que han existido razones de otra naturaleza tras la decisión de la baja, es la afirmación de que el Buque Madre de submarinos será reemplazado, en sus funciones, por unidades ya en servicio.

En efecto, tanto el Gobierno, a través de su Ministro de Defensa, como la Armada, han señalado que dicho buque será reemplazado en sus funciones, por otras naves de guerra ya en servicio, entre las que se han mencionado el buque multipropósito “Sargento Aldea”, el transporte “Aquiles”, la fragata “Williams” y el patrullero oceánico “Piloto Pardo”.

Esta explicación es, a lo menos, curiosa: en el entendido que a la Armada de Chile no le sobran buques, lo que se pretende hacer es, en buenas cuentas, “desvestir un santo, para vestir a otro”.

No parece plausible que en una situación de crisis internacional que afecte la seguridad exterior del país o de guerra exterior([12]), se pueda prescindir del buque insignia de la Escuadra, como lo es la fragata “Williams” o de los buques que conformarán el núcleo de una Fuerza de Tarea Anfibia, como lo son el “Sargento Aldea” o el “Aquiles”, o que la labor de Buque Madre de Submarinos podrá ser desempeñada eficazmente por un patrullero oceánico que no puede llevar los torpedos pesados que requieren nuestros submarinos para reabastecerse.([13]) Por ello, “algo huele mal en Dinamarca”.

La ausencia de una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa

El programa de gobierno de Michelle Bachelet no hizo ninguna referencia a la necesidad de contar con una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa, a pesar de que ella está contemplada en el proyecto de ley de Financiamiento de las Capacidades Estratégicas de la Defensa Nacional, destinada a derogar la Ley Reservada del Cobre, en actual tramitación en el Congreso Nacional.

Dicha estrategia, en los términos de dicho proyecto, que se encuentra en segundo trámite constitucional, debe consignar “una definición de las capacidades estratégicas de la Defensa que sean indispensables para cumplirla adecuadamente.”([14]) No se trata entonces, de que ella recoja una definición meramente conceptual de las referidas capacidades. No se trata de contar con una reedición de los Libros de la Defensa, en que sólo se realiza una exposición del quehacer y del rol del sector Defensa y de las Fuerzas Armadas.

Por el contrario, a partir de la situación en que se encuentra el país desde el punto de vista de sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas a su Seguridad Externa y a su Defensa, dicha Estrategia deberá señalar cuáles son los objetivos nacionales que, a través de ella, se pretenden alcanzar, para – finalmente – consignar cuáles son los caminos o vías, y los medios a utilizar, para alcanzar tales objetivos nacionales.

Luego, puesto que el inciso 2º del artículo 102 del proyecto, vincula la posibilidad de utilizar el Fondo de Contingencia Estratégico, a la verificación de “una oportunidad ventajosa para anticipar la compra en el mercado de material bélico capaz de lograr las capacidades estratégicas de defensa definidas en la Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa”, la estrategia debe definir de tal modo las capacidades estratégicas indispensables para cumplirla adecuadamente, al punto que sea posible verificar, en forma anticipada, si ella puede ser cumplida o lograda a través de la materialización de una determinada (y concreta) oportunidad ventajosa que aparezca en el mercado.

Sólo en la medida que la Estrategia defina con precisión los medios a través de los cuales se pretende alcanzar los fines que ella se fija, será posible que el Congreso Nacional, en el proceso de aprobación presupuestaria, pueda conocer con razonable certeza y en forma ex ante, en qué se invertirán los recursos destinados a las capacidades estratégicas.

Ello conlleva también y como es evidente, que en la estrategia se recoja el proceso de modernización o reemplazo de las capacidades existentes, para que no ocurra lo que acaba de suceder con el Buque Madre de Submarinos, a saber, que éste se dé de baja sin que se contemple un reemplazo adecuado y sin una explicación completa ni satisfactoria.

El punto en cuestión no es baladí. A través de la baja del Buque Madre de Submarinos, una de las principales capacidades estratégicas del país se verá gravemente reducida, como ya se ha explicado. El país ha hecho un enorme esfuerzo en dotarse de dicha capacidad, contando con sistemas de primer orden a nivel mundial: contamos con submarinos convencionales que se encuentran entre los mejores del mundo, dotados de los más modernos torpedos pesados y misiles antibuques. Sin embargo, a pesar de la inversión pública realizada, por una razón no precisada, el gobierno actual ha decidido mermar dicha capacidad, dando de baja el Buque Madre de Submarinos, sin que se proceda a su reemplazo mediante otra nave análoga o equivalente.

A modo de conclusión

La conformación de una Fuerza de Submarinos, mediante submarinos convencionales de categoría mundial y un Buque Madre de Submarinos, ha permitido que Chile cuente con una capacidad estratégica de enorme relevancia. Dicha capacidad resulta útil tanto en caso de guerra externa como de crisis internacional que afecte la seguridad exterior del país, y en operaciones de cooperación internacional.

La baja del Buque Madre de Submarinos se produce sin una explicación convincente y sin un adecuado reemplazo. En este sentido, la ausencia de una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa impide entender y justificar la decisión del gobierno, especialmente por la pérdida de la capacidad estratégica que supone el que no exista un reemplazo adecuado.

Finalmente, este tema, al igual que otros relevantes del sector Defensa dicen relación con inversiones fiscales enormes, que deben responder a lo que son propiamente Políticas de Estado, que no pueden depender del gobierno de turno, para cuyo efecto deben estar debidamente consensuadas y recogidas en una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa o en otro instrumento análogo, que justifique adecuadamente las decisiones que se tomarán en el sector.

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