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Fetiches turísticos

Por: Guillermo Águila Tobar, administrador de empresas, Universidad de Santiago


 

Señor Director:

Hace unas semanas estaba en la pagina web de Sernatur y vi con sorpresa que ofrecía un paquete turístico denominado: «Territorio Arauco: un destino turístico por descubrir».

Entre otras cosas, ofrecía conocer la cultura indígena, sus costumbres y sus ritos, también pasar una noche en una ruca disfrutando de las comidas típicas del pueblo indígena…

Se me hace ineludible la crítica de este paquete turístico, más aún si el próximo 20 de febrero se celebra «El día mundial de la Justicia Social», establecido por la ONU el 2007; al parecer se desconoce que los pueblos indígenas fueron descubiertos hace 523 años.

De más está decir que todo estaba muy bien preparado para recibir a los turistas, quienes deben quedar contentos de «descubrir» cómo viven los mapuches, además con la rentabilidad económica y social del viaje.

El modelo económico neoliberal imperante en nuestro país a través del marketing, su poderoso brazo comunicacional, descubrió este nicho de mercado para obtener ganancias de este grupo étnico y hacer un fetichismo cultural, utilizando a los indígenas como objeto de observación y no como «seres humanos», lo que constituye una falta de respeto y un atropello a los derechos humanos

La realidad del pueblo indígena es que viven en la marginalidad, la exclusión, la discriminación y la pobreza. Lo que ocurre con este tipo de turismo, es que prioriza disfrazar la realidad en vez de conservarla. Un ejemplo de ello es la pérdida del dialecto, y las consecuencias que tiene el recibimiento de turistas que hablan diferentes idiomas son extremadamente dañinas para su lenguaje.

El pueblo indígena, para salir de esta condición, debe vencer su doble adversa condición: ser pobre y además ser indígena.

Obviamente los señores turistas no van a ver o no les permitirán ver esta cruda realidad. Sugeriría a Sernatur, basándome en esta «promoción», hacer dos paquetes turísticos: uno de grupos de turistas que visiten las comunas pobres y que conozcan sus hábitos de vida, su entorno, etc., y que pasen una noche en la casa de un pobre elegido al azar, que cenen y tomen desayuno a la mañana siguiente, de esta manera «descubrirían la pobreza en Chile», y otros grupos de pobladores que visiten, por ejemplo, la comuna de Vitacura y que también conozcan su hábitat, pasen una noche con cena y desayuno. Sería un tanto abismante la diferencia, ¿no?

Guillermo Águila Tobar
Administrador de empresas, Universidad de Santiago

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