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Una Política de Museos, para todos los museos

Luis Alegría
Por : Luis Alegría Académico, Universidad SEK.
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A propósito de una serie de anuncios que involucran a los museos, siendo quizás, a la fecha, la de mayor revuelo la gratuidad de los museos de la DIBAM, pero a la que se debe sumar, ahora último, la reingeniería de los Fondos de Cultura, donde lamentablemente no se menciona nada respecto de los museos, pensamos que este es el mejor escenario, en mucho tiempo, para una discusión fructífera sobre la importancia de una política nacional de museos.

Eso sí, como un requisito básico, es clave, que esta sea producto de una discusión abierta, sin secretismos, con la mayor generosidad posible y fundamentalmente partiendo desde cero, es decir, sin diseños previos, que condicionen sus resultados.

Lo anterior, debido a que, considerando la realidad diversa, desigual y fragmentaria del campo de los museos en nuestro país, especialmente deficitaria en el desarrollo de la disciplina museológica, se hace necesario y vital una política pública sobre los museos, que en mi opinión debe contener dos ámbitos de gestión.

[cita] Aprovechando la reingeniería de los Fondos de Cultura, es que están dadas las condiciones para proponer al país la implementación de un Programa Nacional de Acreditación de Museos. Este creo que debiera ser el componente más importante de toda la política nacional de museos. La principal tarea del Consejo Nacional de Museos de Chile será velar por la correcta implementación de este Programa Nacional de Acreditación de Museos.[/cita]

Un primer ámbito, proponer una institucionalidad y un marco regulatorio para el desarrollo de los museos del país, es decir, comenzar por hacernos la pregunta sobre cómo entendemos los museos en Chile. Porque es importante la institucionalidad, pues debido a las diversas realidades de museos del país, contamos con museos públicos de distinto tipo, los 26 museos de la DIBAM, pero también están los museos de otras instituciones públicas, como las universidades, fuerzas armadas, municipios, hospitales, empresas públicas, etc., entre otros, además de los museos privados, dentro de los cuales encontramos los pertenecientes a empresas o fundaciones, pero también podrían caer en esta categoría lo museos locales o barriales, algunos de tipo comunitario, junto con otros que son parte de una iniciativa individual. Por otro lado, existen los museos mixtos, como ha sido la tónica de los últimos años, lo que incluye a los museos MIM, de la Memoria, entre otros.

Algunos de estos reciben aporte del Estado, aunque son los menos. Es importante considerar que se habla de un universo de más de 200 museos en todo el país, según la base Musa:  www.basemusa.cl. Por ello, lo preocupante de la buena medida de reingeniería de los Fondos de Cultura, es que esta no consideré un fondo específico para los museos. Parte de nuestro problema es que no contamos con un catastro fidedigno que nos permita decir cuál es la realidad de los museos de Chile, situación clave y básica para pensar una política pública de esta envergadura.

Pero  vuelvo sobre el punto, creo que uno de los mayores déficits en nuestro país es que no se cuenta con un marco regulatorio e institucionalidad para los museos. Por ello, creo que se requiere la creación de un organismo rector, de lo contrario la política de museos seguirá siendo un conjunto de buenas palabras, pero no un documento de gestión, de política pública.

Un ente rector de los museos involucra, desde mi perspectiva, la creación de  un Consejo Nacional de Museos. Organismo colegiado, integrado por representantes del mundo de los museos en relación a su especificidad: públicos, privados, pequeños, grandes, nacionales, locales, de arte, historia, tecnología, etc. Su membresía debería ser resultado de la diversidad y las variadas instituciones que se vinculan con los museos. Su composición, asimismo, debería ser rotativa y elegida de manera democrática. Este Consejo debe ser pensado como una instancia que regule el campo de los museos, por ejemplo, evaluar la solicitud de creación de nuevos museos, no para restringirlos sino para, por ejemplo delimitar su alcance, si serán nacionales, regionales, locales, comunitarios, etc. Impulsar la implementación de políticas de gestión al interior de los museos, como es el caso de programas de conservación, de documentación, por ejemplo, que todos los museos adscritos a dicho Consejo incorporen sus colecciones a la base de datos SUR: http://www.surdoc.cl)

Segundo ámbito, dada esta complejidad del campo museológico del país: se requiere de un sistema que, reconociendo la diversidad, permita fomentar, proyectar y apoyar el trabajo de los museos en red, la profesionalización de su personal,  la mejora continua sobre la base de la idea de calidad de servicio, perfeccionamiento de las funciones que desarrollan y una preocupación central en la atención de las comunidades, de las cuales los museos son su razón de ser.

Para lo anterior, es que proponemos la creación de un Centro Nacional de Museología. Esta idea busca revivir una iniciativa que creó la Dra. Grete Mostny en la década de los 60 y que perduró hasta poco tiempo después del golpe militar. Si bien este organismo, alojado en el Museo Nacional de Historia Natural, cumplió funciones eminentemente de formación, con la carrera técnica de Museología, hoy se requiere reflotar su idea pero adaptada a las actuales condiciones del país.

Por ello, lo vemos como organismo técnico de dependencia pública (bajo el futuro Ministerio de Cultura), que debiera tener características similares a las del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR). Dado el desarrollo deficiente de la institucionalidad y normativa referida  a los museos, en conjunto con la escasez de producción intelectual de la disciplina museológica, la creación de una institución de este tipo debería actuar como un ente de observación, seguimiento y sistematización del quehacer de los museos en el ámbito nacional, independientemente del tipo o carácter de la institución museal. Un primer ejercicio debería ser levantar un catastro en terreno y actualizado de los museos en Chile. Es clave identificar la real situación de los museos en el país, para pensar en las mejoras del futuro. Esta idea se alinea con la propuesta del programa IBERMuseos, de contar con un Observatorio Iberoamericano de Museos en cada país.

Este trabajo permitirá poseer información sobre los profesionales que se desempeñan en los museos, identificar su nivel de especialización, sus áreas de formación, para desde esa base proponer programas de formación y capacitación. Finalmente, en tanto, la unidad de estudios deberá promover investigaciones y su difusión, en ámbitos de la historia, hitos y referentes de la museología nacional, latinoamericana y mundial, a fin de ser un aporte al desarrollo futuro de los museos.

Por último, aprovechando la reingeniería de los Fondos de Cultura, es que están dadas las condiciones para proponer al país la implementación de un Programa Nacional de Acreditación de Museos. Este creo que debiera ser el componente más importante de toda la política nacional de museos. La principal tarea del Consejo Nacional de Museos de Chile será velar por la correcta implementación de este Programa Nacional de Acreditación de Museos.

Esta idea surge como  una adaptación del Programa de Acreditación para los Museos del Reino Unido. Un programa voluntario de larga trayectoria como política pública que fija los estándares de funcionamiento a escala nacional para los museos del Reino Unido. Esto implica que, para poder acreditarse, los museos deben cumplir con requisitos claros y básicos, en relación a cómo cuidan y documentan sus colecciones, cómo son dirigidos y administrados, la información y los servicios que ofrecen a sus usuarios. La acreditación beneficia al público que visita los museos y a aquellos que hacen uso de los servicios museísticos. Apoya a los administradores y órganos rectores de los museos en la planificación y desarrollo de sus servicios y ofrece un punto de referencia para las organizaciones, patrocinadores y donantes que otorgan subvenciones.

Este es mi gran deseo para los museos chilenos en el marco del nuevo año que se inicia. Pasar de los anuncios a un sistema articulado, coherente y concreto. Una verdadera política pública, que permita el despegue definitivo de los museos del país y la posibilidad de que estos adquieran centralidad en las políticas culturales de nuestro país, ya que, como dice la canción, “un país sin historia es un país sin memoria”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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